Amor, amor


Manizales, Amor, dependencia emocional, Historias de mujeres, Posesividad, Relaciones afectivas en familia, Relaciones de pareja,
Manizales, Colombia.


Mi marido me ama sin reservas,
profunda y abrazadoramente.

Soy un templo,
pronuncia extrañas letanías.

Es mi demiurgo,
yo, tela en que plasma criaturas fantásticas,
sueños prefigurados.

Me dejo hacer,
soy arcilla, en manos artesanas.

¿En quién me convertiré hoy?

Cada mañana redibuja mis formas,
a veces, voluptuosa, otras esbelta.

Me viste de prendas delicadas
de color tierra.

Me calza con zapatos cerrados,
no le gustan mis dedos.

Siembra de flores mi cabeza.
Me hace la cara,
dibuja una sonrisa invariable.

Oculta mis penas, es un mago,
guarda en mi cartera artilugios
para enfrentar el mundo
y me enseña a volar sin alas.

Al anochecer, deshace su creación,
usa pinceladas gruesas y seguras.

Adquiero aspecto anodino,
desaparece las prendas.

Descalza mis pies de dedos feos,
arroja las flores marchitas,
retira el maquillaje,
borra mi cara.

Las penas siguen ocultas,
derriba mis defensas
y me devuelve las alas.

Entonces, él se transforma.

Se cuela por los intersticios de mi alma,
antiguo navegante de mis profundidades.

Me lleva hacia él,
como el río va al mar
y de mar, me colma.

Muero cada noche entre sus brazos
y me recompone en la mañana,
palmo a palmo.

Sin embargo,
¿por qué no me siento plena?


¡Libertad... para pensar!

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