Isabel Bunch de Cortés (1846-1921)

Isabel Bunch, Escritoras colombianas, Mujeres escritoras del siglo XX, Dominio público,
Isabel Bunch, escritora colombiana


Isabel Bunch de Cortés, una distinguida dama de la sociedad colombiana del siglo XIX, destacó no solo por su posición en la alta sociedad, sino también por su talento como poeta, escritora y traductora. Nacida en la Hacienda de La Mesa de Pacho en 1845, su educación privilegiada y sus viajes le otorgaron un profundo conocimiento de la literatura inglesa y francesa, lo que la convirtió en una conocedora excepcional de estas tradiciones literarias.

A lo largo de su vida, bajo los seudónimos de "Belisa" y "Adah", Bunch de Cortés dejó una huella significativa en la literatura colombiana, publicando poemas y escritos periodísticos en revistas y periódicos de la época. Además de su talento literario, participó activamente en la vida cultural y social de su país, representando a Colombia en el Primer Congreso Interamericano sobre el Bienestar de los Niños.

Entre sus obras más destacadas se encuentran sus poemas "Siempre", "Recuerdos", "A mi madre", y "A la casa paterna", donde expresa sus sentimientos más íntimos, así como su profundo amor por su tierra natal y su familia. A través de sus versos, Bunch de Cortés capturó la belleza de la naturaleza, la nostalgia por los recuerdos del pasado y la importancia del amor y el afecto familiar.

Su legado literario perdura hasta el día de hoy como un testimonio del talento y la sensibilidad de una de las figuras más destacadas de la literatura colombiana del siglo XIX.

Siempre

No es el llanto, vertido en el instante

en que le dimos el postrer adiós,

lo que expresa el dolor, hondo, constante,

que su ausencia en el alma nos dejó.

Es el amargo, inolvidable duelo

de una vida sin luz y sin calor,

el último pesar que sin consuelo

persistirá mañana como hoy.


Es el recuerdo que cual luz divina,

en misteriosa y tierna comunión,

nuestro espíritu exalta y encamina

hacia lo bello y grande que él amó,

y que cual el perfume ya embalsama

ese pasado que él embelleció,

su imagen y su ejemplo hacia él nos lleva

y su memoria nos acerca a Dios.


Recuerdos

En el lejano monte a ver se alcanza

la senda que antes recorriera yo

para llegar al encantado valle

do mi infancia feliz se deslizó.


¡Oh! cuánto amaba esos preciosos sitios,

Cuán lleno de ternura el corazón

sentía al ver los campos familiares,

tus bosques, de tu cielo arrebol.


Bendita lumbre del hogar querido

¡Brillas aún? ¿La dicha y el amor

indiferente sigues ofreciendo

como en el bello tiempo que pasó?


¿Vienen aún las mirlas y azulejos

su nido a fabricar en mi balcón?

Y aquel jazmín que en la ventana entraba,

exhala aún su armo embriagador?


Me parece sentir que si de nuevo

tu tibio ambiente respirara yo,

los goces de antes olvidados casi

volvieran a ensanchar mi corazón.


Y que al pisar tu umbral escucharía

las dulces voces cuyo amado son,

callado para siempre en mis oídos,

resuena aún con mágico rumor.


Mas no...¡Vana esperanza!  Si volviera

y extraños rostros viera en derredor,

mi corazón de pena estallaría

en esos campos que mi infancia amó.


A mi madre

Recuerdo


I

Quisiera yo sentirme hoi inspirada,

I entusiasmada, derramar aquí,

Versos sublimes, tiernos, que espresaran

I te pintaran

Lo que mi corazon siente por ti….

¡Madre querida! al exhalar mi acento,

I dar al viento un eco de mi voz,

Hai un recuerdo unido en mi memoria

Ai! a esta historia,

¡Triste como el recuerdo de un adios!

Seis años ha que niña correteaba,

I que buscaba, alegre en el jardin,

Flores de fresco tallo, perfumadas.

I entrelazadas

Las consagraba cariñosa a ti.

Mi padre me miraba, dulcemente

Besó mi frente, lleno de emocion,

I una lágrima tierna, deslizóse

Ai! i quedóse

Sobre la pura ofrenda de mi amor.

I me dijo: “ Hija mia, dí a tu madre

Que de tu padre el llando que cayó

Sobre esas flores, no es sino la historia

Que en su memoria,

Conserva la dicha que gozó…. “

Tú recibiste siempre bondadosa

La cariñosa ofrenda de mi amor.

¿Quién nos hubiera dicho, madre mia,

Que aquel que haria

Tu dicha, nos dejaba aquí a las dos?


II


Cerca del lecho do sufriendo estabas,

Tú me escuchabas llena de emocion,

Yo leia la historia de una aldeana,

Napolitana,

Que hacia vibrar mi pobre corazon.

Su madre estaba enferma, una corona

A la Madonna, tierna de ofreció

Por ti a la Virjen, yo con ella oraba,

Tambien lloraba,

I la voz en mi pecho se apagó.

Hoi a la tierna niña recordaba,

I te ofrendaba, en medio mi dolor,

No es una corona de lucientes rosas,

Frescas i hermosas;

Lágrimas solo de entusiasta amor.

I ella oyó mi plegaria, madre mia;

Porque sabia, lo que eres para mí,

Porque vió la amargura de mi llanto

¡Que te amo tanto….

I que jamás podría vivir sin tí!


El poema A mi madre fue publico por primera vez  en la revista El Mosaico, IV, N° 23, (1865),  pp.178-179.


A la casa paterna

I

¡Dulce lugar, santuario de mis sueños!
Vuelvo hoy á verte, á respirar tu ambiente
Vuelve tu brisa á refrescar mi frente;
Vuelvo al fin tu horizonte á contemplar.
I Cuántos recuerdos, cuántas emociones
En mi memoria, poderoso, evocas!
¡ Cuánto me inspiran tus grandiosas rocas,
Tu ciclo... de tu arroyo el murmurar!

Sí : todo me habla de mi amada infancia;
Todo me da la dulce bienvenida;
Y de un recuerdo, una ilusión querida
Doquiera escucho la encantada voz.

Aquí gocé inocente, venturosa,
Los suaves besos de mi tierna madre...
I Ay ! y mi noble, mi adorado padre,
Aquí nos dijo su postrer adiós....

Yo entonces prometíme, madre mía,
Bálsamo ser para tu amargo duelo,
Ser para ti cual ángel de consuelo :
Si no lo conseguí, perdón, perdón!...
Y aquí también, aquí, \ oh amado mío!
Me apareciste por la vez primera,
Como visión fantástica, hechicera,
Que guarda con ternura el corazón....


II


Pasaron años... yo dejé con pena
El nido de mis dulces ilusiones,
Para buscar placeres, emociones,
Del mundo en medio el borrascoso mar;

Y vi sus fiestas y gocé sus triunfos,
Y fui doquier querida, acariciada,
Tal vez, ¡ay! por algunas envidiada....
Pero nunca la dicha pude hallar.

Rodeada de placeres, de homenajes,
De perfumes, de amor, de poesía,
Por qué siempre cansada el alma mía
Se quejaba en amarga soledad?

¿ Por qué cuando admiraba entusiasmada
El pálido fulgor de las estrellas,
Ó trémula escuchaba notas bellas,
Nunca pude cantar felicidad?

Era que estabas lejos, amor mío,
Y yo no hallaba quien no comprendiera,
Un alma que á la mía respondiera,
Que calmara de amor mi ardiente sed;

Y no encontré quien como tú me amara.
Un generoso corazón, ardiente,
Que á los delirios de mi inquieta mente
Supiera entusiasmado responder.

Pero te vi, te vi, y un mundo nuevo
Do delicias sin fin se abrió á mis ojos;
Y sin ver las pendientes, los abrojos,
Con tu amor venturosa me sentí

Y el universo entonces parecióme
Por fulgor celestial iluminado ;
Aspiré un aire tibio, embalsamado,

Y en un mágico ensueño yo viví.
Pero, i ay ! de pronto entre los dos abrióse
Un abismo insondable de amargura,

Y Ja dulce ilusión y la ventura
Huyeron de mi triste corazón
Y luché con valor ; arrancar quise
Tu amor de mi alma con furor insano;
Mas desgarré mi corazón en vano

Y victoriosa alzóse la pasión.  
Hasta que al fin, unidos para siempre,  
De la vida empezamos el camino:

Si nos guarda dolores el destino,
Juntos, los miraremos sin temor.
Ya nada temo ; con serena frente
Espero las borrascas de la vida,
Mientras no pierda yo tu fé querida,
La estrella luminosa de tu amor!

Bibliografía

José Domingo Cortés. (1975)  Poetisas americanas: Ramillete poético del bello sexo hispano-americano.  Editorial Ulan Press.
 
Las mejores poetisas colombianas / Josefa Acevedo de Gómez... [et al.].  Series Biblioteca aldeana de Colombia Selección Samper Ortega de literatura colombiana.  Editor: [Bogotá] : Minerva, 1936.


¡Libertad... para pensar!

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