Magdalena Urrutia (1832-1892)

Dominio público, Escritoras colombianas, Magdalena Urrutia, Mujeres escritoras del siglo XIX,
Magdalena Urrutia, escritora colombiana

Análisis de los poemas

En "Los desposados", el poema parece describir la experiencia de alguien que lucha con el peso del recuerdo y la opresión de la memoria, sintiéndose atrapado en un ciclo de dolor y sufrimiento. Desde una perspectiva feminista, se pueden identificar varias capas de significado. La figura de la esposa tierna y noble compañera de vida, que sufre junto a su esposo proscrito, puede interpretarse como un símbolo de la solidaridad y el apoyo mutuo en situaciones de injusticia y opresión. Su presencia en el poema resalta la importancia del cuidado y la conexión emocional en medio de la adversidad.

Además, el poema evoca imágenes de desesperanza y desolación, haciendo referencia a la pérdida de lazos afectivos y la inevitabilidad del sufrimiento. Estas imágenes pueden resonar con las experiencias de mujeres que han enfrentado la violencia, la discriminación y la marginalización en la sociedad. La descripción de la esposa que abraza a su esposo mientras enfrentan juntos su destino trágico puede interpretarse como un recordatorio de la resistencia y la valentía de las mujeres en situaciones difíciles.

En cuanto a "El retrato de Caldas", el poema parece rendir homenaje a un sabio venerado, destacando su legado y su sacrificio por la libertad. Desde una perspectiva feminista, este poema puede ser interpretado como una reflexión sobre el papel de las mujeres en la lucha por la justicia y la igualdad. Aunque el poema se centra en la figura del sabio masculino, es importante reconocer que las mujeres también han desempeñado un papel significativo en la historia y han contribuido de manera crucial a la lucha por la libertad y los derechos humanos.

En resumen, ambos poemas exploran temas de memoria, opresión y resistencia desde una perspectiva sensible y feminista. A través de imágenes evocadoras y una reflexión profunda sobre el sufrimiento humano, estos poemas invitan a una mayor comprensión de las experiencias de aquellos que luchan por la justicia y la dignidad en un mundo injusto.

Los desposados

En vísperas del cadalso


Oh si pudiera de la mente inquieta
arrancar el recuerdo que me oprime!
Oh, si pudiera al corazón que gime
librarle de su mal.

Memoria ¡Verdugo inexorable
eterna centinela de la vida!
Por qué ejercer conmigo enfurecida,
tu dominio fatal?

Déjame en paz. que la apacible lumbre
de la noche se acerca silenciosa
cual la deseada calma venturosa
después del huracán.

Deja que al sueño mis cansados miembros
entregue sin temor; u los rigores
de la suerte yo olvide; y los dolores
de mi continuo afán.

Mas ay!., triste de mí que en vano quiero
del recuerdo tenaz que me devora,
el término fijar; citar la hora
en que debe morir.

El vivirá conmigo eternamente
para matar el ánima oprimida
y envenenar las horas de la vida
que aún me resta sufrir.

No puedo reposar que aún parece,
que la luz de la tétrica morada
hiere otra vez mi lánguida mirada
con su tenue fulgor.

Yo percibo otra vez enternecida,
del proscrito, tristísimos gemidos;
y de cadenas llega a mis oídos
el ruido aterrador.

Yo siento que mi planta vacilante,
pisa otra vez el rudo pavimento,
sitio de muerte, lecho de tormento,
do agoniza el mortal.

Ay, es allí que desperanza dulce
el postrimero rayo languidece,
cual entre angustias mísera perece
la luz que se apagó.

Y de la vida los amables lazos
se siente destrozados y perdidos;
¡débiles cables en la mar hundidos
su abismo lo tragó!

Cuántas veces allí, la esposa tierna
la noble compañera de su vida,
estrecha lsu cabeza enternecida,
con inmenso dolor.

Y él imprime frenético en la frente
que el llanto amargo de sus ojos baña
al extinguir el corazón su llama,
un ósculo de amor.

Y sobre el hijo tierno y adorado,
que acaricia en su trémula rodilla,
quiere su ala tender, cual avecilla,
que el nido va a dejar.

Mas ¡ay! que estos dolores
enronquecen las cuerdas de mi lira,
en mi garganta la palabra expira,
si quiérola pintar.

Ya sobre altar de rústica apariencia,
veo las luces arder del sacrificio;
será por condenados al suplicio
que se debe ofrecer?

Mis ojos vagan tristes y turbados,
mi corazón se agita comprimido,
me parece escuchar hondo gemido,
del que ha de perecer.

Mas ¡Ay! que entre la muchedumbre que me cerca
mis hermanos están, ¡Ay desgraciados!
que haceís aquí, salid desventurados
no desprecies mi voz?

¡Sublime amor! si el dulce juramento
quieren hacer ante la faz del cielo,
¿Por qué cubrir con funerario velo
la vida que está en vos?

Si eres aroma pura de las flores,
la sonrisa del párbulo adormido
de la selva suavísimo el gemido
la voz del corazón.

Aquí las flores pierden sus aromas,
la sonrisa es amarga y convulsiva
y el gemido, el suspiro de la vida
es su última ilusión.

¿Dónde se hallan aquí las azucenas?
con qué ceñir las sienes de la esposa,
dónde la estola cándida y hermosa
que débela ataviar?

Si aquí tan solo crecen los cipreses
del proscrito regados con su llanto
y la estola nupcial es negro manto
con que cubre su altar.

Salid, volad! la bóveda estrellada
la alfombra, aromática llanura,
la frente con su tímida dulzura
os abrigan allí.

La muerte aquí,  con hórridos fantasmas
y su vasto corteja de dolores,
la vida allá, las brisas y las flores
con cielo de turquí.

Bajo el dosel escrito con diamantes,
y vagando en las alas de los vientos
escribirá los dulces juramentos
del ángel del señor.

Y el altar será el césped y las flores
la guirnalda nupcial y la plegaria
las voces de la fuente solitaria
con su dulce rumos.

El retrato de Caldas

¿Por qué los sabios que venera el mundo
Ante sencilla imagen asombrados,
Tienen allí sus ojos enclavados,
Humedecidos en dolor profundo?

Porqué del sabio de Payán oriundo
Refleja los destellos animados,
Y lloran al mirar casi olvidados
Los restos de aquel hombre sin segundo.

Al que elevado á la región del cielo
Sus soles numerara y sus estrellas,
Un vil tirano lo mató en el suelo.

Solo nos quedan las preciosas huellas
Do Libertad por único consuelo
El mártir con su sangre escribió en ellas.

Bibliografía

  • Las mejores poetisas colombianas / Josefa Acevedo de Gómez... [et al.].  Series Biblioteca aldeana de Colombia Selección Samper Ortega de literatura colombiana.  Editor: [Bogotá] : Minerva, 1936.


¡Libertad... para pensar!

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