Emma Vargas Flórez de Arguelles(1881-1961)

Emma Vargas Florez, Derechos  reservados, Mujeres escritoras de los siglos XIX-XX, Escritoras colombianas, 

Biografía

Emma Vargas Flórez, una destacada poeta colombiana, estaba relacionada con los poetas Luz y Paz Flórez Fernández, así como con Julio, Manuel de Jesús y Leonidas Flórez, poetas simbolistas. Su trabajo fue publicado en periódicos y revistas, a menudo bajo el seudónimo "Concha del Mar". Entre sus obras se encuentran "Melodías del alba", "Ecos del Alma", "Campanas de cristal", "Luz en la senda" y "Policromías", un libro de cuentos.

Uno de sus poemas, "Manos Feminiles", escrito en sexta rima, puede parecer convencional superficialmente, pero su sentimiento es radical. Vargas Flórez utiliza imágenes estereotipadas de mujeres como encarnaciones de la virtud y la bondad, para proclamar el derecho de las mujeres a trabajar como escritoras, a escribir sobre sus sueños en lugar de eventos políticos y guerra, y a participar en una hermandad de mujeres de todas las naciones. A menudo escribía poesía sobre las misiones sublimes de las mujeres y la conciencia civilizadora, dedicaba poemas a otras poetas mujeres e incluso escribió un soneto a Manuelita Sáenz, perdonando sus pecados por el bien de su pasión sincera y su fuerza.

Aunque "Manos Femeniles" sería considerado un poema anticuado y romántico por muchos poetas del modernismo y postmodernismo, Vargas Flórez continuó escribiendo versos formales y estilizados hasta bien entrados los años 50 y 60, y defendió esta adhesión al estilo en un ensayo que elogiaba todas las "nuevas manifestaciones de arte" pero se oponía a aquellas que rompen con la forma, el sentido, la elegancia y la belleza no por el bien de la libertad, sino simplemente por el bien de la destrucción, como las bombas atómicas.

El mar Pacífico

En un día de sol, claro y lejano,

hasta una cumbre andina y rocallosa,

Balboa y Florazul , la novia hermosa,

llegaron fatigados del verano.


Y la india mostróle con su mano

la exaltación del agua milagrosa,

que en su vaivén golpeaba deleitosa

filones de coral del océano-


En la extensión ilímite y tranquila,

se detuvo radiante su pupila

y "Mar del Sur" llamólo en su alegría...


Mientras que Florazul, como extasiada,

con un beso selló la boca amada

de Vasco Núñez, ¡en mitad del día!


Manuelita Sáenz

Joven y linda, altiva y rencorosa,

el sino la marcó con luz de estrella.

Para la libertad... dejó su huella

en los senderos de la patria hermosa.


Amo a Libertador con generosa

y honda pasión, con fuerza de centella,

y le salvó la vida por aquella

ventana en esa noche pavorosa.


En que astutos traidores y villanos

por darle muerte con sus propias manos

entraron al palacio en que velaba.


Perdón para Manuela en sus errores,

porque supo calmar con sus amores

¡el alma de Bolívar destrozado!


Lumbre del alma

Este amor no es la llama que consume

ni destrucción de alas luminosas;

no es el candente sol sobre las rosas

que las seca robando su perfume.


El puro amor no es nada que se esfume,

nada que deje huellas dolorosas;

es luz sobre las auras jubilosas,

en ternura infinita se resume.


El amor que hay en mí -lumbre del alma-

es el amor que llevará a la calma

a quien lo inspire sin soñarlo acaso.


Y así como una estrella se eterniza,

perdurará este amor que se idealiza

¡más allá de mi aurora y de mi ocaso!


Laureles del soneto

De la fecunda y castellana ofrenda

de nuestro idioma puro, es el soneto

voz inmortal, que guardará el secreto

de hacer más dulce el verso y su leyenda.


Catorce líneas... El que lo comprenda

hará de su ritual corto y coqueto

un poema de amor, o el raro, escueto

diagrama de dolor y su contienda.


Salve soneto azul, que te engalanas

de lentejuela y sol, y te proclamas

de la lírica hispana, rey y amparo.


Quien te rinde homenaje y pleitesía

hará de sus estrofas poesía

porque tú, con tu brillo serás faro.


Sin madre

Llevaba la maestra, en un día de asueto,

a sus locos chiquillos a su campo a jugar,

irradiaban sus voces el divino secreto

de la grata alegría, jubilosa y real.


Solo un niño tenía el ánimo tan quieto,

que al verlo parecía se pusiera a llorar;

preguntéle su pena y respondióme inquieto:

“Como madre no tengo, yo no quiero jugar”.


Se me llenó el alma de una inmensa ternura,

lo estreché entre mis brazos por quitar la tortura

del huérfano que triste no quería el placer.


“En nombre de tu madre que vive allá en el cielo,

recibe, dulce niño, mi beso de consuelo”.

¡Yo vi entre sus labios la risa florecer!


El manto azul

La tempestad en lo alto retumbaba

y en lluvia torrencial se convertía;

un niño pobre al otro le pedía

el manto que su cuerpo le abrigaba.


El niño al ver lo justo que alegaba,

dióle su roto manto, pues podías

calentar al chiquillo en su agonía

y alivio dar a quien con fe oraba.


Quemó el rayo, en la noche, sus dos sueños,

y amortajó la lluvia con su llanto

sus cuerpecitos, cual flotantes leños.


En el cielo hubo fiesta y hubo canto

porque Dios ofrendóle a los pequeños 

lleno de estrellas su celeste manto.


Cuando llega el amor

Cuando llega el amor, grana la espiga

y la ilusión levanta su bandera,

y torna a florecer la primavera

como una dulce y celestial amiga.


Todo parece hermoso, sin intriga;

el ensueño despierta a su primera

y fúlgida emoción... mientras espera

pase el amor, que del dolor desliga.


Regala, amor, para la vida triste

tu palabra de sol ¡y alegre viste

de milagros sus horas de bonanza!


Manos Femeniles

Manos oficiosas que en vez de la aguja

empuñáis la pluma que el anhelo empuja

y en vez de calados formáis un rondel;

sois las secretarias activas del alma,

que en horas felices trabajáis en calma

ver armoniosos de acibar y miel.


Hay manos pequeñas de blancor de cirios,

que en la vida enjugan los lentos martirios

de los perseguidos por algún dolor;

son manos de madre que bendicen y oran,

son manos de hermana que cariño imploran

y nuestros senderos salpican de amor.


Varones marcados con nimbos de gloria:

respetad las manos que limpias de escoria

hilan sus encajes con rayos de sol;

las que con visiones de su fantasía

decoran el verso, llenas de alegría,

dejando en sus letras dorada ilusión.


Doncellas esquivas y bellas esposas,

interpretadoras de las mariposas

que van y que tornan en vuelo gentil:

no sois escritoras, sois trovas errantes,

del Divino Artista quimeras flotantes

que traen misteriosa caricia sutil.


Hay frágiles dedos que el hambre adivinan

en los pequeñuelos, que suaves se inclinan

y que distribuyen todo con afán;

semejan de Cristo las manos liliales

que con su contacto curaban los males

y multiplicaban los peces y el pan.


Dedos que aprendieron la santa obediencia,

que dulcificaron amarga existencia

y que han respetado la vida, el honor.

Van para esas manos de virtudes llenas

enhiestos manojos de albas azucenas

y la unción perenne de nardos en flor.


Dejad que las otras busquemos muy lejos

la eterna belleza de limpios reflejos

la lumbre de Sirio que tiembla en el mar,

y que muestra mano, que la mente obliga

jamás en la lucha demuestre fatiga;

perdonad si sólo sabemos soñar.


Mujeres de América, de sueños hermanos:

para el himno nuevo todas nuestras manos

tejerán un verde ramo de laurel,

y-unidas-pondremos de nuestros jardines

las frescas violetas, los raros jazmines,

las lilas frondosas, el rojo clavel.


Serás en la inquietud de la jornada,

ternura en el silencio y voz amada

para el que puso fe, en tu esperanza.


Bibliografía

  1. Las mejores poetisas colombianas / Josefa Acevedo de Gómez... [et al.].  Series Biblioteca aldeana de Colombia Selección Samper Ortega de literatura colombiana.  Editor: [Bogotá] : Minerva, 1936.

¡Libertad... para pensar!

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