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La puerta

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Claustro San Agustín, Villa de Leyda, Colombia. La puerta tiene una inscripción grande, en letras rojas, que frena de golpe al visitante: “siga si está dispuesto a dejarse atrás”. No está centrada ni enmarcada por figuras o recuadros. Aparece de pronto, como naciendo de la madera, y se impone. La primera impresión que produce es confusa, altera el ánimo, causa zozobra. El intruso la lee con detenimiento, extiende la mano para sentir las formas abultadas de sus letras y la retira asustado por la sensación de calor que transmiten. Tiene la impresión de que puede hablarle, que la puerta escucharía con atención y daría respuesta a sus preguntas. Lo inhibe la náusea, el absurdo de saberse interlocutor de un objeto fijo, grande, tal vez pesado, ubicado entre él y su destino. La puerta de color caoba, 2 metros de altura por 90 centímetros de ancho, no tiene chapa ni cerradura. El visitante asume que puede empujarla suavemente para abrirse paso, pero la puerta no se corre.