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Mostrando las entradas de febrero, 2022

Nancy Morejón (1944)

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Nancy Morejón, escritora cubana   Más información sobre la autora Negro Tu pelo, para algunos, era diablura del infierno; pero el zunzún allí puso su nido, sin reparos, cuando pendías en lo alto del horcón, frente al palacio de los capitanes. Dijeron, sí, que el polvo del camino te hizo infiel y violáceo, como esas flores invernales del trópico, siempre tan asombrosas y arrogantes. Ya moribundo, sospechan que tu sonrisa era salobre y tu musgo impalpable para el encuentro del amor. Otros afirman que tus palos de monte nos trajeron ese daño sombrío que no nos deja relucir ante Europa y que nos lanza, en la vorágine ritual, a ese ritmo imposible de los tambores innombrables. Nosotros amaremos por siempre tus huellas y tu ánimo de bronce porque has traído esa luz viva del pasado fluyente, ese dolor de haber entrado limpio a la batalla, ese afecto sencillo por las campanas y los ríos, es

Ana Ilce Gómez Ortega (1944-2017)

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Ana Ilce Gómez Ortega, escritora nicaragüense   Más información sobre la autora Desátame Poesía, sujétame las riendas, bébeme de una sola vez, atrápame porque me puedo ir y no tendré para contarte más nada. Abrázame como si fuera la primera o la última vez y prueba conmigo todos los venenos del cielo y de la tierra. Estréchame contra la pared y dime si has visto brillo más infinito que el de mis ojos.   Regrésame de nuevo. Súbeme al paraíso. Desnúdame en tu infierno. Átame. Desátame. Vidrio daliniano Me he asomado al espejo y al otro lado la dama en plenilunio esperando paciente el porvenir, los hachazos del tiempo cotidiano los espejuelos turbios las manos listas para atrapar el elixir o la vid. Lacerante mirada me he brindado a mí misma desde esa quietud inesperada desde esas aguas estancadas que me revelan los ayeres del hoy. Lienzo pongo que cubra la luna macerada del espejo. En su fondo dama sigue peinada, pecho altivo cabello satinado cubriéndose de polvos y de polen sobre los pu

Vidaluz Meneses (1944-2016)

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Vidaluz Meneses, escritora nicaragüense Más información sobre la autora Poema del desamor He visto a la mujer rondar el cetro, el centro de su vida misma. Ensayar la sonrisa más seductora de Eva descalzarse ante el amado y poner la ofrenda sagrada de su cuerpo en las manos del hombre desconcertado ante la abundancia. En qué momento les crecieron los días, esa distancia insalvable entre los dos? Qué trampa les ha jugado la vida a estos mil veces sorprendidos por la aurora? Qué secretos arpegios habrá de pulsar ahora para conducirlo de nuevo así al paraíso? Qué cantos de sirena? Que música encantada? Qué incienso? Qué aliento para convocar de nuevo el fuego? Virgo No conoció varón ni vibro ante voz masculina. Sus labios se cerraron herméticos al primer beso. Sus ovarios se endurecieron como dátiles secos del desierto. Su útero es la entrada inviolada a la caverna de la soledad. Sus manos no recorrieron rostro ni espalda de hombre; a cambio sujetaron agujas y tejieron ajuares para niños a

Matilde Casazola (1943)

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Matilde Casazola, escritora boliviana Más información sobre la autora Los ojos abiertos Poema 18 Caerán, irán cayendo; no te preocupes de eso. Yo lo sé desde abajo, desde el sitio que vengo. Yo lo sé y te lo digo no te preocupes, duérmete. En sábanas de fuego sus carnes han envuelto ¡y caen! van cayendo sin atajo posible, sin relojes de tiempo. ¡Ah los gritos! ¡Ah el tétrico resplandor en las caras! ¡ah los rictus de espanto! Todo lo veo desde aquí pausadamente sin piedad, sin dolor. Ellos van lejos de aquí ellos no nos conocen ni nosotros a ellos. ¡Ellos están tan lejos! Y sin embargo, un día compartimos la voz el estilo del traje y el ancho de las calles. No te preocupes, duérmete; que siempre están cayendo. Los cuerpos Poema III Eran dos ojos, dos hermanos que se daban la mano. Eran dos ojos, dos paisanos que habitaban lugares cercanos. Era un monte que había que cruzar que subir para llegar de uno hacia el otro: una sola nariz desafiante al medio de ambos. Era una sola boca decidor

Jeannette Miller (1944)

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Jeanette Miller, escritora dominicana   Más información sobre la autora Los ángeles son propicios a las cuatro 1.- Aquí de vuelta, la luz es esta cosa grande pegándose a los ojos, a la piel, a los poros pequeños, entreabiertos. Innumerables láminas dividen el espacio situándolo entre árboles, o casas, o edificios huesudos. Desde el alarido, punto de partida del inmenso viaje, todo se divide, el terror, las caricias, el pan, las necesidades. Las junglas se sol entremezcladas de hombres calientan hacia el centro del día, los pitos detenidos  en este tiempo largo entre hojas revoloteadoras como llanto antiguo. El caer de la tarde es tormenta, como si todo se despegara de pronto y nos odiara, como si el brillo sostenido hubiera sido terror, mentira, muerte. Un viento indiferente golpeando las hojas, la capota del cielo, los techos tan visibles como un segundo pavimento. El túnel oscuro de la ciudad abajo, la noche arriba, pestañando, despertando. 2.- La ciudad se abre antes de la noche en

Magaly Alabau (1945)

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Magaly Alabau, escritora cubana Más información sobre la autora No fue tan poderoso Fausto. No fue tan feliz, ni tan apuesto ni tan equilibrado. Fue eje de pasión y de impaciencia. Mefistófeles lo supo, era el más paciente de los dioses, el más sabio, el que siempre ríe mientras otros lamentan las vicisitudes del contrato. Aquí Aquí las sábanas y colchas son trincheras. Si fuera Aladino caería en la playa caliente de mi infancia. Te visitaría. ¿Te pintas el pelo todavía? En el armario estarán las cartas de tu amante, mis           fotografías de niña opaca, postales de escuelas, recuerdos que se sientan           conmigo en los subways. Quiero respirar La Habana, recuperar el misterio           de mi vida. Ver los faroles y el oleaje del malecón picando el muro. El frio me tulle. En esta ciudad no se oyen campanas, no huelen los dulces, ni el pan es caliente. Quisiera tomar guarapo, mirar las palmas, oír el pregón de los mangos. Me congelo en la mugre de los sacos de nylon entre los ru

Carmen Berenguer (1946)

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Carmen Berenguer, escritora chilena Más información sobre la autora Día 14 Los ojos Los ojos De qué sirve el pasto en los jardines El humor vítreo llena las cuencas vacías ___________ después de quedarte escuchando las gotas de la llave mala, después de la lluvia de Julio, después de Julio, después del frío, después de la helada de invierno, después de la remesa de Julio, después de la carta de Julio, después de las cuentas del invierno, después de la piel seca del invierno, después de las noticias del invierno. Loba De dónde esta mueca Esta boca este rostro Esta máscara este abrigo De dónde esta locura De acompañarte por las noches Con este negro y este rojo Esta bufanda que es una bufonada Y esta vitrina que devuelve esta pirueta Esta artesanal pinta hecha a la medida Y esta lengua de loba despistada Que te lame. Raid Esas moscas: las veo volar y volar Como idiota sigo el curso de las moscas Vuelan sin dirección Dopadas Sin restricción vuelan Las veo volar y volar Esas moscas: Como i

Excilia Saldaña Castillo (1946-1999)

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Excilia Saldaña, escritora cubana Más información sobre la autora Castillos  En el cielo hay    un castillo,  un castillo hay en el mar.    El del cielo es de vuelo,    de agua y olas el de la mar.  En el pino   hay un castillo,  un  castillo hay en el  mar.    El del pino es de trinos,  de arena el de la mar.  En mi sangre hay  un castillo.    un  castillo hay    en el mar.    El de sangre es mi hijo:    cielo, alas, trino y mar.  Discor  descortés     Ay, qué enojo,    que me mojo!    –Dijo un pétalo de flor    a la gota de rocío    (qué  tristeza, qué vacío)    que  le  ofrendaba su amor.  Trabalenguas El gallo de Goya gallaba en la boya El gallo de Gaya gallaba en la vaya Si el gallo de Gaya gallara en la valla Y el gallo de Goya gollara en la boya el gallo de Gaya no gollara en la valla ni el gallo de Goya gallara en la boya. (De Lengua de trapo, 44) Sorbo del recuerdo III Yo era Ma Zunzún: abuela, Doña Cuca Colibrí: éramos las comadres del gran comadreo, de aquí para allá, de all

Diana Bellessi (1946)

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Diana Bellessi, escritora argentina   Más información sobre la autora He construido un jardín… He construido un jardín como quien hace los gestos correctos en el lugar errado. Errado, no de error, sino de lugar otro, como hablar con el reflejo del espejo y no con quien se mira en él. He construido un jardín para dialogar allí, codo a codo en la belleza, con la siempre muda pero activa muerte trabajando el corazón. Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo atisba las dos orillas, no hay nada, más que los gestos precisos dejarse ir para cuidarlo y ser, el jardín. Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte hablando en perfecto y distanciado castellano. Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía que te allega, a la orilla lejana de la muerte. Ahora la lengua puede desatarse para hablar. Ella que nunca pudo el escalpelo del horror provista de herramientas para hacer, maravilloso de ominoso. Sólo digerible al ojo el terror si la belleza lo sostiene. Mira el agujero ciego: los g