Jeannette Miller (1944)

Jeannette Miller, Mujeres escritoras del siglo XX, Derechos reservados, Escritoras dominicanas
Jeanette Miller, escritora dominicana
 

Biografía

Jeannette Miller, nacida el 2 de agosto de 1944 en Santo Domingo, República Dominicana, es una destacada figura en el ámbito literario y cultural de su país. Hija del escritor Fredy Miller Otero y Rosa Rivas, Jeannette creció inmersa en un entorno familiar que valoraba la literatura y las artes.

Obtuvo su licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde también ejerció la docencia, y posteriormente impartió clases en la Universidad Central del Este (UCE) y en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA). Su influencia como educadora y mentora ha dejado una huella significativa en generaciones de estudiantes.

Jeannette Miller emergió como una figura prominente en la Generación del 60, un grupo de jóvenes escritores y artistas que se opusieron al régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo. Su labor literaria abarca la poesía, la narrativa, el ensayo y la crítica de arte, siendo reconocida especialmente por sus contribuciones a la historia y crítica del arte dominicano.

Entre sus obras más destacadas se encuentra "Historia de la Pintura Dominicana", publicada en 1979, así como diversas monografías sobre artistas plásticos emblemáticos de la República Dominicana. Su incansable labor investigativa ha sido fundamental para comprender y valorar el desarrollo del arte en su país.

A lo largo de su carrera, Jeannette Miller ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su contribución a la literatura, la investigación y la promoción cultural. Entre estos premios se encuentran el Premio de Investigación Teatro Nacional, el Premio de la Comisión Jurídica de la Mujer ante las Naciones Unidas, el Premio Supremo de Plata Joyces y el Premio nacional Feria del libro Eduardo León Jimenes, entre otros.

Además de su labor como escritora e investigadora, Jeannette Miller ha ocupado importantes cargos en instituciones culturales y educativas de la República Dominicana. Ha sido miembro del Patronato del Museo de Arte Moderno de Santo Domingo y ha colaborado con prestigiosas publicaciones internacionales.

En resumen, Jeannette Miller es una figura multifacética cuyo legado abarca la literatura, la educación y la promoción cultural en la República Dominicana. Su dedicación y contribuciones han enriquecido el panorama cultural de su país y han dejado una marca perdurable en las letras dominicanas.

Los ángeles son propicios a las cuatro

1.-

Aquí

de vuelta,

la luz es esta cosa grande pegándose a los ojos,

a la piel, a los poros pequeños, entreabiertos.


Innumerables láminas dividen el espacio

situándolo entre árboles, o casas, o edificios huesudos.


Desde el alarido,

punto de partida del inmenso viaje,

todo se divide,

el terror, las caricias, el pan,

las necesidades.


Las junglas se sol entremezcladas de hombres

calientan hacia el centro del día,

los pitos detenidos  en este tiempo largo

entre hojas revoloteadoras como llanto antiguo.


El caer de la tarde es tormenta,

como si todo se despegara de pronto y nos odiara,

como si el brillo sostenido hubiera sido terror,

mentira,

muerte.


Un viento indiferente golpeando las hojas,

la capota del cielo,

los techos tan visibles como un segundo pavimento.


El túnel oscuro de la ciudad

abajo,

la noche arriba,

pestañando,

despertando.


2.-

La ciudad se abre antes de la noche en una sucia bocanada.


Después de haber comido,

después del balanceo en la penumbra de lagartos y hongos

recorro los hoyos familiares,

las calles vomitadas en el muelle,

el olor golpeante del asfalto podrido.


La sal es un resguardo,

inmuniza la boca,

el tórax,

las membranas,

de este cielo profundo sin gaviotas.


En esos muros de cal y piedras viejas,

de dolorosos relieves transparentes,

donde mis voces anteriores rieron,

donde viví feliz entre arboleadas y estatuas

y plazas pequeñas redondas como el tiempo,

en esos muros me sostengo.


Sacudo las palabras,

las distribuyo entre grutas y murciélagos,

entre mi pobre y débil mente, y los rosarios fuertes en el cuello,

entre este piso frío, obligatorio,

y el viento de la tarde subiendo a las noches del silencio.


3.-

Esos niños en cornisas y frisos,

de locas cabezas cercenadas,

con las alas enterradas en alguna playa solitaria,

sin troncos, ni piedras, ni caracoles musicales,

esos niños que sonríen con las piernas o con el hueco que dejó su risa

son propicios a las cuatro.


Después, con el sol todavía en el centro

paso,

coloco la vieja mecedora debajo del pasillo,

y oyendo los pájaros debajo del cuadro azul y blanco

me pongo a hacer creer que escucho o converso.

Inexorablemente vuelo entre columnas frías y altos monumentos

distribuidos elegantemente sobre pedazos de yerba recortada.


Puedo mirar mi alma revoloteando en ese parque,

escogiendo lugares allí,

donde las flores son excusa y la reina escogía sus amantes,

donde mataron a Enmanuel, un dulce niño asmático,

entre hojas doradas y arboledas.


Corro a la gran ciudad, a los marcos, a la vida inesperada, paralela,

a los largos salones silenciosos,

a los ruidos arrastrados,

a los fogonazos duros del asfalto

entre pozos y cáscaras y leche agria.


Corro de nuevo a la gran ciudad para leer el periódico por última vez.


Cayendo,

la penumbra y los mosquitos me llevan de nuevo hacia el portal roído.


Primero las vigas soportantes,

el olor balsámico del tiempo anocheciente,

mis pasos arrastrando el último beso,

los escalones,

y  regreso a la calle,

a su ancha boca negra,

a la fachada colonial y triste de la esquina derecha,

a las piedras horadadas por la lluvia,

a mi lento taconeo deambulante,

pesaroso,

por la ausencia del sol en este tiempo de trópico acabado.


Lunes

Cada mañana

al levantarme

inicio el camino hacia la muerte.


Antes de perforar el día con mi cara disconforme

lloro un poco.


Luego

procedo a ejecutar con desconcierto el aseo,

la puesta de la ropa,

el peinado,

el desayuno,

salgo.


Bordeo esquinas desbaratadas en infinitas partículas de luz,

el aire me golpea la frente,

un penetrante olor a podredumbre me vuelve a la desdicha.


En las cunetas

latas de basura todas volteadas

definen largas curvaturas tristes,

hasta los pozos de lluvia en mi país son turbios, hediondos,

sin darme cuenta

penetro el vientre palpitante de cualquier automóvil

y me siento heroína,

entonces paso a recontar los árboles que ya sé de memoria

y que alivianan con colores y formas el duro pavimento,

un golpe seco me avisa que he llegado,

empujo la puerta,

estoy dentro,

sonrío tratando de ser agradable, inofensiva,

que no me teman,

que no conozcan mi odio, mi hastío, mi tristeza,

comienza la jornada.


Mi lengua

Esta lengua de siglos

cambiante como el agua

¿qué es?

¿Una historia,

una flor,

una máscara?


Esta lengua de cieno que antes me amarraba

con la palabra cruz,

con la palabra oro,

con la palabra muerte,

¿qué es?

¿Mi historia,

mi lucha,

mi silencio?


Esta lengua que borró mis primeros fonemas

dejándome desnuda,

aterrada,

que me tiró en el pozo de la primera muerte

sin sonidos para espantar el miedo,

sin palabras para entender las cosas,

para guardarlas…


Esta lengua vieja que mastiqué despacio

y me tomó la vida,

y otra vida,

y otra vida,

hasta que fue ablandando

de piedra a ritmo,

de tierra en agua,

de hierro a fruta,

de blanco en mambo.


Esta lengua de cielo y de murmullos

que volví a fabricar comiéndome las eses,

soñando las imágenes que amo,

masticando insignias y blasones a ritmo de tambora,

con los negros suplantando los indios

sementando las blancas

y nosotros

marrones,

haciendo la bachata desde siglos,

bailando con merengue, rumba y plena,

saboreando el sancocho,

remeneando las nalgas,

a golpe de palma y sol,

de sangre.


Esta lengua impuesta que ahora me define.


Esta lengua libre como un pendón de fuego.


Esta lengua que se desprende de mi boca,

golpe,

agua que late,

bote que rema,

patria penetrada que penetra…


Esta lengua de isla

de palma y hambre

del odio y del amor,

de la esperanza…


Esta lengua esencial

erguida en su esqueleto,

carnada de amapolas,

nueva como yo

en medio de mi patria bullanguera

vestida de esmeraldas.


Esta lengua de trópico, de tierra y continente…


Esta lengua en jirones que nombra lo que hace,

que reinventa la vida

que reescribe la historia marcando lo que quiere,

gritando como llama.


Esta lengua bandera que une y que separa

¿qué es?

Una historia.

Una flor.

Un arma.


Yografía

Yo

que necesito plantas, luz

palabras de ternura

que me siento a pensar en mi desgracia a plena tarde

medio masoquista

fea

profesora


Yo

que sólo con palabras me presumo

me palpo

me proyecto

interpongo ideas a la carne

levanto largos muros de metal frío, devorante

entre otros y

yo

que tengo miedo a la locura, al vino, al entregarme

agarro mis recuerdos

una niña gorda, inútil, solitaria

casas de muñeca y tacitas de té

ráfagas de aire y de suspiros

entre mi abuelo no abuelo y sin mi padre


Yo

que encuentro en Franklyn, Juan Francisco y otros

eso terrible que no tuve

que sé disponer letras, sílabas y nombres

cuidadosamente, agresivamente


Yo

estoy harta de mí.


En el "mall"

En el “mall”

Mujeres de piel oscura con niños de la mano.

Vitrinas con objetos lujosos que nadie compra.

Hombres de edad buscando presas

entre jovencitas que se venden

y muchachos que se ofrecen disimuladamente

para pagar la taquilla del cine,

comer una pizza o un hamburguer de ocho días

En el “mall” los ojos se me llenan de tristeza,

Mujeres blancas, bien vestidas,

con la cirugía acabada de hacer

tratan de sepultar el tiempo

sin saber que eso es imposible.

En el mall no piensas,

una turba variopinta te empuja sin tocarte,

los ojos deslumbrados,

los oídos abrumados,  

hasta que se te cansa el alma.


Oración por el agua

Yo te pido, Señor, por el río mermado

por el terrón reseco

por el surco que espera la semilla

por el hombre que vive del agua y de la tierra

por los animales que pacen y que beben

por el verde que embalsama el espíritu.

Yo te pido, Señor,

por la lluvia que rellena los cauces

por los torrentes que mojan y consuelan

por las hojas que repones sobre los claros y las hondonadas

por las nubes que pintan de gris el firmamento

para que luego nazca el arcoiris,

Yo te pido, Señor,

por las pequeñas flores que colorean la vida,

por el fruto que nos trae el alimento

por los niños que todavía no han nacido

por el Espíritu que nos fortalece

por el agua del alma.

Yo te pido, Señor, por el silencio

por esa paz iluminada

por el ruido del viento,

por el golpe del canto

por este templo verde que has edificado

como un regalo al hombre.

Yo te pido, Señor,

desde mi alma contrita

desde mi pequeño y encendido corazón

de rodillas en el centro de mí misma

doblegada ante tu inmenso amor

recogida dentro de mí

siendo contigo.


Sola

En medio del gentío eres nadie.

Pasan cuerpos y caras

Buscas rasgos conocidos y chocas con el drama de la muerte

lenta,

sorpresiva al principio.

No hay hijos,

No hay nietos.

No hay nadie.

Sólo la violencia arropando el ambiente como una nube negra.

La violencia total.

Tiros.

Puñaladas.

Violaciones.

Asaltos.

Charcos de sangre podrida.

Moscas sedientas de carne amoratada…

Tratas de avanzar y

te pisan,

te empujan,

te chocan,

te jalan la cartera…

La luz,

que parece inalcanzable,

se vislumbra más allá

de un plafón manchado de tierra polvo.


Si sobrevivo

Si sobrevivo,

a los enormes ratones peleando por las sobras,

a los mosquitos portadores del SIDA,

a la comida podrida por los apagones,

a los olores agrios por la falta de agua,

a los jóvenes verdes, moribundos, por la garra del hambre,

a los esqueletos que agreden en las esquinas y te maldicen,

al morbo de los noticieros,

a la prostitución de los políticos,

a no tener modelos que dar a nuestros hijos,

a la falta de amor y de justicia

al tiempo que te perfora el rostro, los dientes y las ganas,

al ruido callejero,

a la agresión humana,

a contar las monedas temiendo la escasez,

al sol opaco y polvoriento que marca las mañanas...

Si sobrevivo ,

me doy por satisfecha.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Historia del barrio Mojica (Cali-Colombia)

Debate Physis vs Nómos

La identidad personal en David Hume