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Línea corriente

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Imagen de  G Lopez  en  Pixabay   La letra teme a la hoja en blanco, al cuadrado, a la línea corriente, al abismo que hiende todo margen. Espera con firmeza ante el vacío, no respira, siente el roce de la tinta a su costado, el trazo que la alienta o la deforma. Mano a mano aparece otro signo, trazan puentes que encaminan al sentido, la claridad del hablante. Nadie desiste,  un paso en falso, una caída, puede alterar las palabras, la emoción de la hoja. ¡Libertad... para pensar!

Nuestro aliento de cada día

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Imagen de  Amanda Elizabeth  en  Pixabay   El vacío empaña, indolente, nuestras horas, es el vaho de algún dios  sobre el brillante cielo. Más denso cuando el sol guarda la calma y la noche nace frágil en sus dedos. Inesperada reclama nuestros sueños, el tropezar de los pies contra el hastío. No aparece la luna, la presiento colgando indiferente en las pupilas. No es de luz ese cuenco, ya no sacia la sed de nuestros ojos. Es un péndulo que oscila, vacilante, entre el dolor y los miedos. ¡Libertad... para pensar!

La inesperada pregunta

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Imagen de  Mohamed Hassan  en  Pixabay     Este cuerpo es la entrada a una verdad sin pregunta. Tú, el inquisidor  que me ofrece la vida. Ningún interrogante  encuentra en ti su clave. Si tu existencia es cerrada y mi verdad a medias, mi cuerpo es la mentira para cualquier pregunta. ¡Libertad... para pensar!

La gravidez del infinito

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Imagen de  Gerhard  en  Pixabay     Al revés del vacío, en el mundo, una mujer contiene  en su gravidez el infinito. Alumbrarán sus ojos la mirada y en su jaula de sueños las palabras serán un búmeran voraz y despiadado. El fruto de su vientre, el alma misma, una expresión del todo en lo cerrado, acotará la vida en las cenizas. Al revés del vacío, en el mundo, el día es una ofrenda para el hombre. ¡Libertad... para pensar!

¿Qué es el afuera?

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Imagen de  John Hain  en  Pixabay   ¿Quién dice que hay afuera? no hay sensación en el pie, ningún recuerdo, de un camino que olvidaron tras de sí sus parcas huellas. Hay en mí una renuncia a conformarme con el tirano proceder de los sentidos, con una imagen del mundo en que naufrago cuando aquí, donde estoy, el mar se ha ido. ¿Quién dice que hay afuera? que nos alumbra un sol cada mañana y una luna que muda nos vigila y ofrece la ilusión de que el día termina. La luz es la prisión de los sentidos, la oscura noche olvido o artificio, y yo soy el demiurgo que concibe a ese sol y esa luna. ¿En dónde está el afuera?                                                                                                                                                                                                                                                                               ¡Libertad... para pensar!

La noche y la piedra

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Imagen de  Gerd Altmann  en  Pixabay   Soy la noche y la piedra en que se funde, que devora la luz y ahoga el grito. Piedra fuerte de arena y mar abierto, soy un risco. El lejano brillar del horizonte,  su puerta noble,  siempre atrás, siempre a la espera. Soy todo, una apuesta, algún indicio,  un abismo que envidia el alto cielo. La coartada de Dios, sus motivos. Rareza indefinida, un humano. ¡Libertad... para pensar!

Onírico

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                                                    Imagen de  0fjd125gk87  en  Pixabay   Somos distintos al dormir, otras personas. Hay otro mundo detrás de la mirada,  una intuición que al despertar me abandona. Alguien afirma que en el sueño soy poeta. que al verano le despinto su fachada, que al otoño lo enterré por el cansancio, que disfrazo los inviernos con cometas y que endulzo primaveras y mañanas. No sé qué traigo de allá o qué he dejado. Aquí los días van y vienen repetidos, y este yo es un hoy descontinuado.                                                                           ¡Libertad... para pensar!

Pulsiones

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Imagen de stokpic en Pixabay   No hay un camino al final de cada puerta, el deseo y la nostalgia forman grietas, anticipan la ruta y la mirada. Hay un dolor que atesora las hendijas, reducir la pulsión, sentir el vértice, lo que hiere al rozar, esas palabras. Y los pasos que no fueron  tras la puerta y las grietas que al dolor roban medida, ciegos aguardan que algún sueño nos despierte. Libertad... para pensar!

Medición del dolor

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Imagen de Raphael en Pixabay    El dolor y su puerta giratoria, conduce indiferente a cualquier parte. El tiempo es la maleza en el camino, diletantes tropezamos sus motivos,  arrojados al azar como señales. Pocas veces olvidamos el sendero,  que se adhiere a los pies igual que un huérfano. Pero n unca regresamos al comienzo ni golpeamos las creencias contra un muro, una, dos, tres, tanta fe, hasta que sangra ese yo,  la triste herida. Avinagra los días más soleados, y nos duele más allá de lo medible. ¡Libertad...para pensar!