Gloria Anzaldúa (1942 - 2004)
Biografía
Gloria Evangelina Anzaldúa fue una escritora, poeta, académica, activista feminista y figura clave en el pensamiento chicano y el feminismo interseccional. Nació el 26 de septiembre de 1942 en el Valle del Río Grande, Texas, en una familia campesina de ascendencia mexicana. Desde niña conoció de cerca la pobreza, el trabajo duro y la discriminación. A los once años, su familia se trasladó a Hargill, un pequeño pueblo rural del mismo estado. Tres años más tarde, la muerte repentina de su padre marcó profundamente su juventud y agudizó la precariedad de su entorno.
Desde temprana edad, Gloria Anzaldúa se enfrentó al racismo, al sexismo y a las múltiples formas de opresión que atravesaban su experiencia como mujer chicana, lesbiana y mestiza en los Estados Unidos. Pese a las adversidades, logró formarse académicamente: obtuvo su licenciatura en la Universidad de Texas-Panamericana y más tarde una maestría en literatura inglesa y educación en la Universidad de Texas en Austin. Comenzó su carrera como maestra de escuela, pero rápidamente se volcó hacia la escritura, la teoría crítica y la docencia universitaria.
A finales de los años 70 se trasladó a California, donde vivió la mayor parte de su vida adulta. En ese estado desarrolló una intensa labor como catedrática, impartiendo cursos de escritura creativa, estudios chicanos, estudios feministas y literatura en instituciones como la Universidad Estatal de San Francisco, la Universidad de California en Santa Cruz, la Universidad Atlántica de Florida y el Vermont College of Norwich University. Su actividad académica estuvo siempre unida a su activismo político, al impulso de comunidades marginadas y al reconocimiento de las subjetividades oprimidas.
Anzaldúa fue una de las grandes pioneras del pensamiento feminista decolonial. Su obra rompe con los marcos binarios tradicionales de la cultura occidental —hombre/mujer, blanco/no blanco, heterosexual/homosexual, civilizado/salvaje— y propone una visión radicalmente mestiza, fronteriza y transformadora del sujeto. Para ella, la identidad no es un bloque fijo sino una constante negociación entre lenguas, cuerpos, territorios y memorias. En su figura se entrelazaron el feminismo, la escritura híbrida, la espiritualidad, la teoría queer y la lucha por los derechos de las mujeres chicanas y lesbianas.
El concepto de mestiza consciousness (conciencia mestiza), que desarrolló ampliamente en su trabajo, se convirtió en una de sus mayores aportaciones intelectuales. Esta noción describe un estado de conciencia compleja, contradictoria y creativa que emerge en los márgenes culturales, y que permite a los sujetos oprimidos ver desde múltiples perspectivas simultáneamente. Desde esa conciencia nacen también formas nuevas de lenguaje, pensamiento y resistencia.
Anzaldúa escribió en inglés, en español y en espanglish, combinando poesía, teoría, narrativa autobiográfica y ensayo. Su obra más influyente, Borderlands/La Frontera: The New Mestiza (1987), es considerada una obra fundacional del feminismo chicano, de la literatura queer latina y de la teoría postcolonial. Allí explora su vivencia de la frontera entre México y Estados Unidos como una herida abierta que sangra, como un espacio de colisión y mestizaje, de dolor e invención.
Además de su trabajo teórico, también escribió literatura infantil bilingüe, pensando en nuevas generaciones de lectores y lectoras con raíces culturales diversas. Su escritura se caracterizó siempre por la ruptura de géneros literarios, el uso de diferentes registros lingüísticos y la constante reflexión sobre el cuerpo, el deseo, la lengua y la herida.
Recibió numerosos reconocimientos por su obra, entre ellos el Before Columbus Foundation American Book Award, el Lambda Lesbian Small Book Press Award y el NEA Fiction Award. Tras su fallecimiento, ocurrido el 15 de mayo de 2004 debido a complicaciones diabéticas, fue honrada con el National Association for Chicano Studies Scholar Award. En su memoria, se crearon premios como el Gloria E. Anzaldúa Award for Independent Scholars y el Anzaldúa Scholar Activist Award, dirigidos a quienes trabajan en la intersección entre pensamiento crítico y compromiso social.
Gloria Anzaldúa dejó una obra luminosa y compleja, tejida entre el dolor de la frontera, la esperanza de la escritura y la resistencia de quienes habitan los márgenes. Su voz sigue resonando como una grieta profunda en el discurso hegemónico, como una llama que arde en los intersticios del idioma, de la carne y del pensamiento.
Poemas
Dejarse ir
No basta con
decidir abrirse.
Debes hundir los dedos
en el ombligo, con las dos manos
bien abiertas,
desparramar lagartos e iguanas cornudas,
las orquídeas y girasoles,
volver el laberinto del revés.
Agitarlo.
Aun así, no te acabas de vaciar.
Quizá una flema verde
se oculte en tu tos.
Quizá ni sepas
que está ahí hasta que crece
un nudo en tu garganta
y se vuelve rana.
Un cosquilleo produce una sonrisa secreta
en tu paladar
lleno de orgasmos diminutos.
Pero antes o después
se revela.
La rana verde croa indiscreta.
Todos alzan la vista.
No basta
con abrirse una vez.
De nuevo tienes que hundir los dedos
en tu ombligo, con las dos manos
abiertas del todo,
soltar ratas y cucarachas muertas,
lluvia de primavera, elote joven.
Volver el laberinto del revés.
Agitarlo.
Esta vez debes dejarte llevar.
Enfrentar el dragón cara a cara
y dejar que te trague el horror.
—Te disuelves en su saliva
—nadie te reconoce como charco
—nadie te extraña
—ni siquiera te recuerdan
y el laberinto ni siquiera
lo creaste tú.
Has pasado al otro lado.
A tu alrededor todo espacio.
A solas. Con la nada.
Nadie va a salvarte.
Nadie va a cortar lo que te ata,
cortar las espinas abundantes en torno a ti.
Nadie va a asaltar
los muros del castillo ni
despertarte con un beso,
descender por tu cabello
ni subirte
en el corcel blanco.
No hay nadie que
vaya a alimentar el anhelo.
Acéptalo. Tendrá
que bastar contigo, hazlo tú misma.
Y todo alrededor un terreno vasto.
A solas. Con la noche.
De la oscuridad debes hacerte amiga si
quieres dormir en la noche.
No basta
con dejarse ir dos, tres veces,
cien. Pronto todo se vuelve
aburrido, inadecuado.
La cara abierta de la noche
ya no te interesa.
Y pronto, una vez más, regresas
a tu elemento y
como pez en el aire
te manifiestas tal cual
solo entre inspiraciones.
Pero ya te crecen
branquias en los pechos.
Vivir en la frontera
Vivir en la Frontera significa que tú
no eres ni hispana india negra española
ni gabacha, eres mestiza, mulata, híbrida
atrapada en el fuego cruzado entre los bandos
mientras llevas las cinco razas sobre tu espalda
sin saber para qué lado volverte, de cuál correr;
Vivir en la Frontera significa saber
que la india en ti, traicionada por 500 años,
ya no te está hablando, que las mexicanas te llaman rajetas,
que negar a la Anglo dentro tuyo
es tan malo como haber negado a la India o a la Negra;
Cuando vives en la frontera
la gente camina a través tuyo, el viento roba
tu eres una burra, buey, un chivo expiatorio,
anunciadora de una nueva raza,
mitad y mitad –tanto mujer como hombre,
ninguno– un nuevo género;
Vivir en la Frontera significa
poner chile en el borscht,
comer tortillas de maíz integral,
hablar Tex-Mex con acento de Brooklyn;
ser detenida por la migra en los puntos de control fronterizos;
Vivir en la Frontera significa que luchas duramente
para resistir el elixir de oro que te llama desde la botella,
el tirón del cañón de la pistola,
la soga aplastando el hueco de tu garganta;
En la Frontera
tú eres el campo de batalla
donde los enemigos están emparentados entre sí;
tú estás en casa, una extraña,
las disputas de límites han sido dirimidas
el estampido de los disparos ha hecho trizas la tregua
estás herida, perdida en acción
muerta, resistiendo;
Vivir en la Frontera significa
el molino con los blancos dientes de navaja
quiere arrancar en tu piel rojo-oliva,
exprimir la pulpa,
tu corazón pulverizarte apretarte
alisarte oliendo como pan blanco pero muerta;
Para sobrevivir en la Frontera
debes vivir sin fronteras
ser un cruce de caminos.
¡Libertad... para pensar!
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