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Mostrando las entradas de julio, 2021

Ignacia de Lara Henríquez (1880 - 1940)

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    Ignacia de Lara Henríquez, escritora española   Más información sobre la autora   Ignacia de Lara Henríquez: Entre las letras y la lucha por los derechos de las mujeres En el corazón de Las Palmas de Gran Canaria, el 16 de agosto de 1880, nació Ignacia de Lara Henríquez, una mujer destinada a dejar una huella imborrable en la literatura y la lucha por los derechos de las mujeres en España. Hija de Antonio de Lara y Barraquero, un sastre oriundo de Osuna (Sevilla), y Victoria Henríquez Rivero, natural de Las Palmas de Gran Canaria, Ignacia creció en un entorno que influyó en su personalidad y valores. Su legado literario se remonta a su primer libro, "Tiré de un recuerdo... y como las cerezas" (1922), donde relata sus experiencias estudiantiles, revelando un carácter alegre y una habilidad innata para la comunicación heredados de sus abuelos paternos, Manuel de Lara Aguilar y María Dolores Barraquero y Orellana, ambos de origen andaluz. La educación en la Escuela Normal de

Alejandra Pizarnik (1936 - 1972)

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    Alejandra Pizarnik, poeta argentina   Más información sobre la autora   Alejandra Pizarnik: Entre las sombras de la poesía y la búsqueda de sí misma En el panorama literario argentino del siglo XX, Alejandra Pizarnik emerge como una figura singular, cuya poesía intensa y profunda dejó una huella imborrable. Nacida el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, Buenos Aires, y trágicamente fallecida el 25 de septiembre de 1972, su vida y obra se entrelazan en un complejo tejido de emociones y reflexiones. Desde temprana edad, Pizarnik demostró una sensibilidad única hacia la expresión artística. Su viaje poético comenzó con "La tierra más ajena" en 1955, revelando un talento precoz y una conexión íntima con las palabras. Sin embargo, fue con "Los trabajos y las noches" (1965) que su voz adquirió resonancia en el ámbito literario, explorando temas universales como la soledad, la identidad y la búsqueda de significado. La poesía de Pizarnik es un viaje introspectivo, una ex

Blanca Varela (1926 - 2009)

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       Blanca Varela, poeta peruana   Blanca Varela: Entre la Naturaleza y la Poesía Profunda En el rico tapiz de la poesía latinoamericana del siglo pasado, el nombre de Blanca Varela resplandece como un faro lírico. Nacida el 10 de agosto de 1926 en Lima, Perú, esta destacada poetisa supo tejer con maestría una voz lírica que capturaba la esencia del instante con una espontaneidad única. Desde su infancia, Blanca Varela cultivó una profunda conexión con la naturaleza, estableciendo un vínculo humano que se reflejaría en su poesía a lo largo de su vida. A los veinte años, incursionó en el círculo literario liderado por Emilio Adolfo Westphalen y Javier Sologuren, colaborando con la revista "Las moradas". Este paso le abrió las puertas para dar a conocer su poesía en un ámbito donde las mujeres tenían escasa representación. En 1949, Blanca Varela emprendió un viaje a París, donde entrelazó su destino con Octavio Paz y se sumergió en la comunidad literaria latinoamericana de

Melancolía

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    Imagen de Dimitris Vetsikas en Pixabay   La puerta teme a los pasos fantasmas. Una vez cada tarde, tantas veces, obsesiva inquietud, el timbre anuncia la invasión de un recuerdo. Asoma a la ventana una pregunta, el signo de interrogación barre con la mirada el resquicio, la entrada proyecta un cuerpo en la inventiva del ojo. En una esquina de la casa el sol pulveriza el espectro, devuelve su confianza a los temores, y en la huida, el ojo mira atrás desarropado. ¡Libertad... para pensar!

Mi lengua

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  Imagen de Ryan McGuire en Pixabay   En la húmeda nada mi lengua habita, es dios a su medida, crea infundios. Áspera la tristeza tiene picos y al nombrarla mi lengua se desgarra. Busca menguar su grave influjo, inventarle un antónimo perfecto, una impostura, una palabra que al vivirla no desgarre su alma. ¡Libertad... para pensar!

Luciérnagas

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         Imagen de Sasin Tipchai en Pixabay     Mi madre es un tejido de cuestiones armadas con las claves del afecto. No es primavera, no florece, su calmo corazón es un desierto.  Escurre la tristeza en su mirada, perdida en los reclamos de mi padre. Huye hacia el sur, al mar,  hacia Tumaco, dominios donde habitan sus certezas. Felicidad es comadrona en estas tierras, sus manos, la balanza de la muerte. Calcula todo, pues todo cuenta, el oro pesa en gramos corazones.  Recorre entre miseria los océanos,  cargados con especies de alma exótica, y sueños prisioneros en container. Mi madre es un tejido de cuestiones, en resumen, una única pregunta,  ¿Quién es Felicidad, por qué es esquiva? ¡Libertad... para pensar!