Ignacia de Lara Henríquez (1880 - 1940)

 

Ignacia de Lara Henríquez, escritora española

 Más información sobre la autora 

Ignacia de Lara Henríquez: Entre las letras y la lucha por los derechos de las mujeres

En el corazón de Las Palmas de Gran Canaria, el 16 de agosto de 1880, nació Ignacia de Lara Henríquez, una mujer destinada a dejar una huella imborrable en la literatura y la lucha por los derechos de las mujeres en España. Hija de Antonio de Lara y Barraquero, un sastre oriundo de Osuna (Sevilla), y Victoria Henríquez Rivero, natural de Las Palmas de Gran Canaria, Ignacia creció en un entorno que influyó en su personalidad y valores.

Su legado literario se remonta a su primer libro, "Tiré de un recuerdo... y como las cerezas" (1922), donde relata sus experiencias estudiantiles, revelando un carácter alegre y una habilidad innata para la comunicación heredados de sus abuelos paternos, Manuel de Lara Aguilar y María Dolores Barraquero y Orellana, ambos de origen andaluz.

La educación en la Escuela Normal de Gran Canaria, donde se graduó como maestra en 1896, marcó el inicio de una vida llena de encuentros literarios y tertulias con destacados intelectuales de la época. Su círculo de amistades incluyó a figuras como Alonso Quesada, Tomás Morales, los hermanos Millares Cubas y Juan Sosa Suárez, entre otros.

En 1909, Ignacia contrajo matrimonio con Miguel Colorado D’Asoy, un escribiente y profesional de la guardia civil. Aunque vivieron en Barcelona y Madrid, la relación se vio afectada por la ausencia de descendencia, llevándola a una separación no eclesiástica. Este episodio marcó profundamente su obra.

Regresó a Las Palmas en 1931 tras la muerte de su esposo, dedicándose no solo a la literatura, sino también a la defensa de los derechos de las mujeres. Durante la II República, presidió Acción Popular de la Mujer en Canarias, destacándose por su empeño en concienciar a las mujeres sobre el derecho al voto en las elecciones de 1933.

El reconocimiento a su legado llegó en 1954, cuando el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, José Ramírez Bethencourt, le dio su nombre a una calle en la zona de Escaleritas. En 2013, otra calle en el Valle de Jinámar también llevó su nombre, honrando así a esta figura excepcional que dejó una profunda marca en la literatura y la historia de Canarias. 

Fiesta del beato Ramón Llull

En la Ciudad de Palma, 1923

El honor mallorquín culminó en esta
apoteosis de efecto soberano,
que en homenaje del glorioso hermano
todo el solar resplandeció de fiesta.

Es así como un pueblo manifiesta
que su progreso no es progreso vano,
cuando el ayer y el hoy se dan la mano.. .
iflote en el viento la bandera enhiesta!

Y tuvo el festival una muy fina
expresión popular, discreta y seria
y una fraterna y honda pulsación,

cual si toda la sangre mallorquina
discurriendo por una misma arteria
le diera impulso a un solo corazón.

Ante una Dolorosa

Tal vez con más firmeza grabada
el artista el dolor con que soñaba,
cuando el ritmo del pulso se alteraba
al vibrar de un sollozo que rompía.

iCuánto debió sentir cuando veía
que su mago buril entrelazaba
un dolor de mujer que sollozaba
como Madre de un Dios que se moría!

Porque a impulso de tu arte soberano
se curvaba el dolor bajo tu mano,
la corona de mirtos y de hiedra
poco nimbo parece a tu figura,
que al dejar el dolor hecho escultura
ihas tallado una lágrima de piedra!

17 de marzo de 1932

Santuarios de María

Tríptico

Frente al mar

Sobre la costa de estructura fiera
el risueño santuario se levanta,
estrofa en piedra que pregona y canta
la piedad de la gente marinera.

La que invoca, la que ama, la que espera
en el auxilio de la Virgen Santa,
que bregando en los mares se agiganta
su fe sencilla de raigambre austera.

Como una blanca y tutelar estrella
es en la costa la iglesita aquella
que el arrullo viril del oleaje

la mano de la fe dejó clavada,
rasgando la hierática y salvaje
altivez de la roca acantilada.

En el llano

Cantaban las campanas jubilosas
el pregón de la alegre romería
arde en cirios el templo en aquel día
y en piedades las almas fervorosas.

Blanca y azul, de líneas armoniosas,
la venerada imagen de María
como un esbelto lirio parecía
entre varas de nardos luminosas.

Y en el prado que al templo circundaba
con rítmicos vaivenes de incensario
todo el oro del trigo se agitaba,

donde cada amapola florecida
semejaba una lámpara encendida
como un voto cumplido ante el santuario.

Entre pinos

En el monte lo alzó la devoción
de aquel pueblo mariano y generoso,
y en la calma del bosque el templo airoso
era todo dulzura y emoción.

Del ángelus el recio y grave son
cayendo de la tarde en el reposo,
vibró al par que el latido religioso
que en cl pecho nos daba el corazón.

Y en vuelco de ternura hacía la hermosa
Madre de Amor, clemente y dolorosa
prestigio y luz de los humanos seres,

toda el alma rezaba intensamente,
al recitar los labios quedamente
iDios te salve, María, llena eres.. . !

17 de mayo de 1932

Getsemaní


Sintiendo Cristo místicos anhelos
de consumar su redentor destino,
isolo! ante el cáliz del acerbo vino
hacia las alturas demandó consuelos.

iSi agonizáis en trágicos desvelos
si con sangre regáis vuestro camino
seguid la estela ideal de aquel divino
gemido humano que escaló los cielos!

Ven pobre amigo, mi doliente hermano,
ven tú que tiemblas de dolor y frío
al huerto de mi fe, dame tu mano.

Y en esta noche mística y serena,
de rodillas los dos, junto a tu pena,
ve diciendo conmigo: íPadre mio...!

13 de abril de 1933

A Don Francisco GonzáZez Díaz, que puso
eI prólogo a mi primer libro de versos.

Amor

¡Sentimiento de amor! siempre el primero.. .
iPor la estirpe de Dios ennoblecido!
que fue por ti, Señor, el elegido
para hacerlo tu eterno compañero..

Y surcó con tus pasos el sendero
y se metió en el mar embravecido,
iy empapado con sangre ha florecido
en la seca corteza de un madero!

Amor de cara al sol en el calvario
y amor en la penumbra del Sagrario
que borrando su orilla a las edades
quieres cumplir, sin fin, el dulce oficio.
iPara Ti si que amar es ejercicio
que exige una extensión de eternidades!

10 de agosto de 1935

Libertad... para pensar!

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