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Mostrando las entradas de julio, 2014

Conflicto Palestino-Israelí

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"Sabe usted -  le decía Napoleón a Fontanes - ¿qué es lo que más admiro del mundo? La impotencia de la fuerza para  fundar nada.  Sólo hay dos potencias en el mundo:  la espada y el espíritu.   A la larga la espada es  siempre vencida por el espíritu (Albert Camus)   En noviembre del año 2012 el escritor uruguayo Eduardo Galeano publicó por primera vez en el portal de la revista Contraindicaciones un artículo titulado "Gaza", a raíz del conflicto palestino-israelí.  A su vez, el periodista y académico Luis Fleischman publicó en Facebook y luego en el portal de la organización  PorIsrael una respuesta que busca evidenciar la otra cara del problema.   Me permito transcribir ambos documentos a fin actualizarnos un poco y tener dos lecturas distintas sobre un conflicto del que muchos hablan, pocos entendemos y lo demás son mitos.   GAZA Por: Eduardo Galeano Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y

Cóncavo y convexo

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LA VERSIÓN DE ÉL Patty salió temprano.  Llevaba consigo la bolsa de las compras, el monedero de coco que le traje en mi último viaje a Cartagena y un sombrero de ala ancha, para cubrirse de las lunas de julio.  Se despidió demasiado.  Me regalo sendos besos en ambas mejillas y apenas si rozó mi boca.   Se fue de casa entonando una melodía sin nombre.  La vi alejarse calle abajo hasta la estación del metro y, aunque no llevaba ningún paquete o algún objeto que hiciera sospechar su abandono, dude que regresara.  Trasanteayer nos peleamos, recuerdo muy bien la causa: me deja, se aburrió, dice estar harta de mis celos enfermizos y del prestidigitador que mora en mi cabeza e inventa nuestra realidad paralela.  Sé que miente. Me engaña, no he podido comprobarlo, es muy hábil cuando se trata de ocultar huellas; pero ciertos gestos altaneros y su indiferencia me traen noticias de un romance.  No soporto la idea de perderla, cuando no está soy un agujero negro y todo pierde sentido.

El engendro

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Una historia dedicada a JBG por su afecto y constancia Hace cuatro días que Raúl no sale de su encierro.  Ha colgado cinco co bijas en la ventana y aún tiene frío.  Dice que a la madrugada lo acecha el engendro, nombre genérico para lo incomprensible.  Ayer le escuché gritar temprano.  Me desperté despacio, cansada de sus exabruptos, y arrimé a la puerta de su habitación en puntillas.  Antes de coger la manija me advirtió que no entrara, di media vuelta y volví a la cama.  Hoy no lo siento.  Seguro duerme como un niño mientras yo trasnocho sin encontrar remedio a su desvelo.  De su habitación sale un tufillo penetrante a cosa muerta y descompuesta.  No me deja entrar, necesito saber qué le ocurre.  Tampoco quiere que lo vea el médico, dice que lo suyo no es de este mundo.  Todo empezó con la ida de Nani.  No soportó el peso de la derrota.  Los primeros días sólo presentaba alucinaciones, decía ver una mancha en la pared con forma humana.  Estuve a punto de llamar al c

Deja que se pierda mi alma

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Me llamo Arnoldo a secas, el apellido es lo de menos, sólo sirve para cuestiones legales, o en mi caso para recordarme que soy un digno hijo de mi padre.  Tengo 62 años, este marcador no significa experiencia acumulada, ni asegura ganarme el respeto que prodigue a mis mayores.  Es simple obsolescencia, ayuda a calcular el final del camino, el tiempo que me falta para convertirme en una carga y vivir subsidiado.   Hace tres meses vengo a esta banca, durante horas miro sin ver el paso de los días, la rutina asfixiante de los otros; soy un gorrón en fiesta ajena. La primera semana quise atravesar la línea casi indeleble que me separa de ellos pero un pudor extraño me impidió transgredir.  La distancia aumenta con los días.   Lejos de una institución corro el riesgo de volverme una visión espectral, un remedo de hombre.  Anhelo agendar mi día, colmar cada espacio, esclavizar la vida e impedir que fuera lo que yo soñaba.  Antes no tenía tiempo para estar a solas con mis demo

Después de las siete

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Hace unas horas encontré a Santiago en la floristería, llevaba algún tiempo esperando ser atendido.  Parecía ansioso.  Cuando la dependiente preguntó por su pedido vaciló un rato, luego dijo con firmeza: “quiero enviar un ramo de violetas a un domicilio”.  La muchacha, quien tendría unos 25 años, procedió a tomar nota.    Carmen tenía ganas de salir antes de lo acordado.  Sabía que si esperaba un poco más perdería el valor y el deseo de empezar de nuevo. Cogió el teléfono y marcó al servicio de taxis.   Antes de colgar ya tenía el bolso y la maleta a su lado.  Los arrastró fuera de la habitación y se dispuso a descender cinco pisos hasta la portería del edificio.      Santiago dio la dirección de su actual residencia en la calle Cisternas, edificio Los Sauces, apartamento 502.  Compró un ramo grande, se dejó aconsejar de la vendedora e hizo acompañar las violetas con una nota en papel color rosa: “Te amo.  Sólo sé decirlo de esta forma”.     Carmen llegó al primer piso sin ali