Melancolía
La puerta teme a los pasos fantasmas.
Una vez cada tarde,
tantas veces,
obsesiva inquietud,
el timbre anuncia
la invasión de un recuerdo.
Asoma a la ventana una pregunta,
el signo de interrogación
barre con la mirada el resquicio,
la entrada proyecta un cuerpo
en la inventiva del ojo.
En una esquina de la casa
el sol pulveriza el espectro,
devuelve su confianza a los temores,
y en la huida,
el ojo mira atrás desarropado.
¡Libertad... para pensar!
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