Mi lengua

Imagen de Ryan McGuire en Pixabay

 

En la húmeda nada
mi lengua habita,
es dios a su medida,
crea infundios.

Áspera la tristeza tiene picos
y al nombrarla mi lengua se desgarra.

Busca menguar su grave influjo,
inventarle un antónimo perfecto,
una impostura,
una palabra que al vivirla
no desgarre su alma.

¡Libertad... para pensar!

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