Amira de la Rosa (1895-1974)

Amira de la Rosa, Escritoras colombianas, Derechos reservados,
Amira de la Rosa, escritora colombiana


Biografía

Amira de la Rosa fue una destacada escritora, pedagoga, diplomática, poetisa, compositora y dramaturga colombiana, nacida el 7 de enero de 1895 en Barranquilla, Colombia. Culminó su educación en el Colegio La Presentación en su ciudad natal y luego viajó a Barcelona, España, para estudiar en un Curso Internacional para profesores dirigido por María Montessori, donde estableció una estrecha amistad con la escritora chilena Gabriela Mistral. Posteriormente, estudió periodismo en la Escuela de Periodismo del diario católico El Debate en Madrid.

Regresó a Colombia y fundó en 1926 un colegio llamado Gabriela Mistral en honor a la poetisa chilena. Inició su carrera literaria con obras breves y luego escribió para públicos más exigentes. Su producción incluye una novela corta, descripciones en prosa poética y obras teatrales para radio y teatro.

Amira de la Rosa fue autora de la letra del himno de Barranquilla y sirvió a la diplomacia colombiana durante veinticinco años, desempeñándose como Consejera y Agregada Cultural de la embajada de Colombia en Madrid y como cónsul en Sevilla, España.

Falleció el 1 de septiembre de 1974 en Barranquilla.

Premios y reconocimientos:

Amira de la Rosa recibió la Medalla de Oro de Barranquilla y la Cruz de Boyacá del presidente Guillermo Valencia por sus servicios a la nación colombiana. En su honor, la Sociedad de Mejoras Públicas de Barranquilla construyó un complejo cultural que lleva su nombre, declarado Bien de Interés Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura de Colombia en 2006.

Análisis de los poemas:

Los poemas de Amira de la Rosa reflejan una profunda sensibilidad y una habilidad para capturar emociones y experiencias humanas universales. Su estilo poético se caracteriza por el uso de imágenes vívidas y un lenguaje evocador que resuena con el lector. En sus versos, explora temas como el amor, la pérdida, la nostalgia y la esperanza, transmitiendo una gama de emociones que conectan con la experiencia humana.

En sus obras teatrales, como "Madre Borrada" y "Piltrafa", Amira de la Rosa ofrece una visión única del teatro, abogando por una técnica teatral que privilegie la síntesis y la creatividad sobre el exceso de literatura. Su contribución al teatro colombiano fue significativa, y su influencia se refleja en la creación del Teatro de Barranquilla "Amira de la Rosa" en su honor

El Jazmín de la Princesa

La princesa tenía un jazmín que vivía con su mismo aliento. Se lo había regalado
la luna.
La princesa tenía ocho o nueve años, pero nunca la habían dejado salir sola de
palacio. Y tampoco la llevaban donde ella quería.
Un día dijo a su flor:
– Jazmín, yo quiero ir a jugar con la hija del carbonero sin que lo sepa nadie.
– Ve, niña, si así lo quieres. Yo te guardaré la voz mientras vuelves.
La niña salió dando saltos. El carbonero vivía al principio del bosque.
Pronto la Reina echó de menos a su hija y la llamó:
– Margarita, ¿Dónde estás?
– Aquí, mamá –dijo el Jazmín imitando la voz de la princesa.
Pasó un rato y la Reina volvió a llamar:
– Margarita, ¿Dónde estás?
– Aquí, mamá –contestó el Jazmín.
El principito, hermano de Margarita, llegó del jardín. Era mayor que su hermana y
ya cuidaba de ella.
– Mamá ¿no está Margarita?
– Sí, hijo.
– ¿Dónde?
La Reina llamó a su hija y el jazmín contestó como siempre.
El príncipe se dirigió al lugar de donde venía la voz, pero no vio a nadie.
La Reina repitió la llamada y el jazmín contestó. Pero pudieron comprobar que la
niña no estaba, ni allí ni en ninguna parte.
Avisaron al Rey. Vinieron los cortesanos. Llegaron los guardias y los criados. Todo
el palacio se puso en movimiento. Había que encontrar a la niña. La gente corría
de un lado para otro en medio de la mayor confusión. La Reina lloraba. El Rey se
mesaba los cabellos.
La Reina volvió a llamar esperanzada.
– Margarita, ¿Dónde estás, hija?
– Aquí, mamá.
Se dieron cuenta de que la voz salía de la flor.
El Rey dijo que echaran el jazmín al fuego porque debía estar embrujado; pero la
princesa llegó a tiempo para recogerlo.
Su hermano le dijo autoritario:
– ¡Entrega esa flor!
– ¡No la doy! Es mi jazmincito. Me lo regaló la luna. –Y lo apretó contra el pecho.
– Una flor que habla tiene que estar hechizada –dijo un palaciego.
– No la doy.
El Rey ordenó:
– Quitadle la flor a viva fuerza.
Y la niña, rápidamente, se la tragó. El jazmín, no se sabe cómo, se le aposentó en
el corazón. Allí lo sentía la niña.
Todos lloraban porque decían que la princesa se había tragado un misterio. Y que
vendrían muchos males a ella y al Reino. Pero no. Sólo que, a la Princesa
Margarita, se le quedó para toda la vida la voz perfumada.

La Lluvia

A Margarita le entraron unas ganas desesperadas de saber contar.
Le enseñaban con garbanzos y ella se aplicaba:
– Uno, dos, tres... veinte... treinta...
– ¿Y ahora qué sigue?
– Y así un día y otro?
Cuarenta, cincuenta... y ya contaba de corrido hasta ciento. Estaba feliz.
Un día aparecieron nubes en el cielo. Ella se sentó junto a la ventana de su cuarto
sin hablar. A todos les extrañó verla con la vista fija sobre los cristales.
Empezó a llover y ella soltó por el aire sus números, los que había aprendido,
como si fuesen globos de colores.
– Uno, dos, tres... Contaba apresuradamente con ansiedad. Apretaba la lluvia y
ella casi se ahogaba porque el agua podía más que su ligereza.
– Sesenta... setenta... noventa... cien...
Y soltó a llorar.
– ¿Qué te pasa?
– Se me acabaron los números. Ya no puedo contar más.
– ¿Qué contabas?
– Eso... eso... Yo quiero saber cuántas gotitas tiene la lluvia.


Tomados de: Antología de los mejores relatos infantiles. Colombia. Presidencia de la República. Bogotá: Presidencia de la República, 1997. 

Bibliografía

Compuso cuentos y piezas teatrales como: Madre Borrada, Piltrafa y Las viudas de Zacarías.

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