María Glafira Agudelo Álvarez (seudónimo Mara Agudelo) (1931-2022)

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Mara Agudelo, escritora colombiana


Biografía

Mara Agudelo nació en 1931 en el municipio de Toledo, Antioquia. En 1960 comenzó su carrera como docente al ser nombrada directora y profesora de un plantel educativo en Blancas Yolombó, Antioquia. En 1964 se inició como periodista, profesión que la llevó en 1979 a cubrir la Conferencia Episcopal celebrada en Puebla, México. En 1980 fundó la revista "Voces". Mara Agudelo estuvo vinculada por un largo periodo de tiempo a la Registraduría Nacional de Bogotá, la Contraloría Departamental de Antioquia y el Ministerio de Agricultura.

Es autora de los libros de poemas "Tropel de quejas" (1967), "Penumbra iluminada" (1975), "Sobre la piel de América" (1988), "Las espigas del alma" (1995), "Momentos" (1997), "Senderos" (1998) y "Poemas extraviados" (2002). También publicó un libro autobiográfico: "Mara: una vida novelada; relato autobiográfico Glafira Epiayú" (2004). Su libro "La piadosa mentira y otras cosillas" reúne algunos poemas inéditos, una obra de teatro escrita en 1965 y un cuento corto sobre el nacimiento de Jesús.

"La piadosa mentira", la pieza teatral que da título al libro, está compuesta por tres actos y cuenta la historia de Elina, una joven madre soltera que pierde a su amado en un accidente poco antes de su matrimonio. A pesar de su pérdida, Elina se aferra a la idea de que el padre de su hijo aún vive y pronto regresará. La historia se desarrolla en el seno de una familia acomodada antioqueña que, para evitar las recriminaciones sociales, convence a sus conocidos de la legitimidad del hijo de Elina afirmando que ésta contrajo nupcias antes del accidente.

"Estampa navideña", un breve cuento incluido en la segunda parte del libro, narra cómo un niño pastor fue testigo del nacimiento de Jesús. La narración es lineal, con un tono cálido y diálogos sencillos que aportan una perspectiva tierna y emotiva del evento.

La última parte del libro está conformada por poemas inéditos. Estos poemas son estróficos y breves, con versos de arte menor que construyen imágenes concretas y fijas sobre algún momento o espacio. El uso de rimas no es muy frecuente, pero cuando aparece, es asonante. Los temas más recurrentes son el paisaje y la naturaleza, el amor y la violencia. En estos poemas, Mara Agudelo denuncia las injusticias cometidas dentro y fuera de su país, utilizando un tono irónico para enfatizar su crítica social.

Mara Agudelo falleció en 2022. Su poesía, que ha trascendido las fronteras locales, es conocida por su autenticidad y su compromiso con la palabra como instrumento de humanismo, creadora de conciencia y libertad. Ha viajado por diferentes países difundiendo su poesía, que ha sido traducida a varios idiomas. Fue miembro activa de la Fundación Ciudadanas de Colombia casi desde su creación y cofundadora de la Asociación de Mujeres Poetas de Antioquia. Su obra ha sido incluida en varias antologías y sigue siendo difundida en diversos medios.

Mara Agudelo es recordada por su poesía que canta a la patria, denuncia injusticias, evoca recuerdos y sueña con un tiempo mejor para todos.

Obras 
  1. Alborada
  2. Hermana Embera
  3. No es tan difícil
  4. Tropel de quejas (1967)
  5. Penumbra iluminada (1975)
  6. Sobre la piel de América (1988)
  7. Las espigas del alma (1995)
  8. Momentos (1997)
  9. Senderos (1998)
  10. Poemas extraviados (2002)
  11. Mara: una vida novelada; relato autobiográfico Glafira Epiayú" (2004)
  12. La piadosa mentira y otras cosillas (teatro y poesía inédita) (2007)
  13. Clamores al atardecer (2018)
Poemas

Corazón de montaña (1979)

¡Hermano campesino
pequeño dios agrario
corazón de montaña!…
Esa mirada absorta,
melancólica,
inmensamente triste
¿qué busca en la distancia?
Dime, pequeño niño,
diminuta semilla de la patria,
¿qué avizoran tus sueños,
tu mirada,
tus pies descalzos,
tu parcela agraria,
tu casita de campo
perdida en la enramada,
y esa sonrisa opaca
que parece una lágrima?
Tus cabellos al viento,
tu gorra rota,
tu mochila vieja,
y esa mulera anciana
(herencia abuela),
¿si abrigarán tu alma?…
Cuando alcance el salario
de tu padre, unido al tuyo,
para colgar
sobre tu hombro niño
apenas sí cubierto
por hilachas
ese pequeño radio
donde escuches
el repetido verso
de la reforma agraria,
¡sabrás qué es lo que busca
tu mirada
perdida en la distancia:
el cordón de miseria citadíno
es decir: de la nada
a la nada!
Hermano campesino,
tímida voz de azúcar,
verde-azul esmeralda
perdida entre la abulia
de los que te proyectan
y te marcan,
¿hasta cuándo van a dejarte
con todo el oro
del paisaje
pero sin tiza
y sin pizarra?
¿Con todo el aire puro,
pero sin luz
y sin el agua?
con toda la armonía
de las aves,
¿pero sin ciencia
agropecuaria?
con todos los luceros
velándote el descanso
¿pero sin tierra
de labranza?…
Cuando despiertas
por el alba,
con el hambre
mordiéndote las carnes
y la comida escasa,
¿no piensas, mi pequeño,
que el ángel de la guarda
se te quedó dormido
en una nube blanca?
Hermano campesino
niño de los geranios,
remiendo de una patria
atormentada
por oscuros sicarios
¿cuándo veremos
nuestra patria limpia
de malezas humanas?
¿cuándo la paz que anuncian
y proclaman
será una realidad
no una esperanza?…
Hermano campesino,
niño de los trigales,
alumno de la hormiga
y las abejas,
enséñale al doctor,
que te acaricia
en las preelectorales
cómo se distribuyen
las semillas,
las tierras, las cosechas,
las oportunidades,
las promesas…
Dile, con tu rural
geometría,
cómo hacemos la patria.
Vente conmigo
a mi país de ensueños;
te daré una esmeralda
de paciencia
pero un grito tan alto
que vibre al ritmo
de los cuatro elementos
y vuelve
transformado en semilla,
sobre el viento
a los estadios de tu patria
donde hombres
insaciables
te dejaron sin tierra
de labranza.
¡Niño rural de América,
flor silvestre
del campo colombiano
incógnita que avanza.
Un día, quizá un día,
todo será verdor
trigo, bonanza!…
Pero antes
es preciso que los niños
del campo griten
con un grito muy alto,
que somos muchos, muchos…
que el mundo
es una granja de esperanzas.
¡Y tú, pequeño niño,
hermano campesino,
corazón de montaña,
eres el pulso herido
de la patria!

Embrujo

¡Qué bueno es ver el sol 
esperar con paciencia
que regrese la luna
con su embrujo poético:
Sol de la noche!.

Rubor

Color en la mejilla
apariencia de salud
¿O… dignidad?....

Sin paraíso

Adán se pensó a la inversa
y quedó en nada
Eva por imitarlo,
Voló…, voló y voló.
¡Y, entre tanto,
el Paraíso, se esfumó!...


¡Libertad... para pensar!

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