Confesiones de una mujer ilusionada

 
amor, las mujeres, las mujeres y el deseo, relaciones de pareja, Sexo, virginidad, horizonte femenino
Andre Brito

No sé si has vivido algo similar.  Si te has parado frente al espejo pensando en la larga o corta lista de hombres que pasaron por tu vida.  Si de vez en vez llevas las manos a tus pechos y visualizas a Pedro, Juan o Santiago mamando de ti cual si fueran niños, y te preguntas dónde diantres fueron a parar esas emociones.  Si las llevas contigo armando un folio porque son los soportes de futuras experiencias o puedes borrarlas, refundirlas en tu mente para no sentir vergüenza de las historias que puede narrar tu piel. 

Sandra dio vueltas en la cama, quedó de espaldas a María y sus cuestionamientos.  Se echó la cobija hasta arriba y respondió con voz cansada:

-   Déjame dormir.  Mañana debo madrugar al trabajo
-   Pero, ¿te has preguntado algo así o no?
-   No.  Vuelve a dormir
-  No puedo.  Efraín me hizo el amor ayer y me quedé fría.  Fue tan rápido, tan extraño.   Cuando reaccioné ya estaba terminando
-   ¿No sentiste nada? 
Sí, un dolor bajito y un anhelo largo, largo, que me dura hasta ahora.  Al primer contacto su pene no entró bien y me lastimó la vagina.  Pareció no darse cuenta, siguió en lo suyo.  No supe qué debía sentir entre tanta expectativa y el malestar aquel.  Si debía aflorar una emoción más que las otras, para asirme a ella y no perder el momento.  Pero prevalece la sensación de que todo estuvo mal.  Quiero borrar ese recuerdo, me molesta.
-   No seas pesada
-   ¿Santiago es distinto contigo?

Temiendo enfrascarse en una charla sin término, por la intensidad con que María abordaba sus problemas, Sandra recogió almohada y cobija.  Abandonó la habitación y pretendió instalarse en el sofá que ocupa la sala.  Tras de ella, María hizo otro tanto, resuelva a insistir en su tema.  Le dio alcance a mitad de camino.

Sólo dime que tan distinto es Santiago y te dejo tranquila
No es tan distinto como tú querrías, sólo más cuidadoso
¿Qué sentiste tu “primera vez”?
Prometiste no hacer más preguntas
Si, tienes razón.  Vuelve conmigo a la cama.  No quiero estar sola.

Bueno; pero mañana hablamos de eso.  No te inquietes, no es tan grave.

Ya en la cama, listas para recuperar el sueño, Sandra pensó que habría sido fácil decirle que los años o tal vez las búsquedas, un poco quizás las decepciones, le enseñaron que la “primera vez”, la puerta de ingreso al mundo de la sexualidad, no es vivida por todos con la misma trascendencia.  El mito construido en torno a ella no explica la realidad sino que la oculta.   Su “primera vez” se repite siempre que duerme con un hombre distinto. No importa cuántos hayan quedado en el camino.  Con cada amante revive emociones indescriptibles, vuelven los miedos, las ansias, los interrogantes: ¿Me gustará? ¿Lo haré bien? ¿Me verá linda sin ropa? ¿Se detendrá a observar aquella cicatriz que tengo en el costado? ¿Se quedará conmigo? ¿Me abrazará al final o me dará la espalda?

Su “primera vez” oficial fue un fracaso.   Aún adolescente, intentaba perfilar su vida desde una visión idealista del amor y las relaciones de pareja,  apoyada por creencias diversas sobre las obligaciones e incondicionalidad femenina para con el hombre, esposo o amante, que había recibido de su familia por línea materna.  Se sostuvo en ellas hasta que las hormonas dieron mala cuenta, dejando al descubierto otro matiz del problema.  Por develar el misterio, y conservando en el fondo el deseo de encontrar en ese chico al amor de su vida, eligió para su “primera vez” a un compañero de colegio.  El menos intenso de sus pretendientes de turno.  Le gustaba por sus frases bonitas, sus gestos cordiales, su hablar pausado.  Porque era divertido y atraía la atención de las chicas, aunque aparentaba sólo fijarse en ella.   

Una noche de marzo coincidieron en un edificio en construcción a las afueras del pueblo.   Él llegó presidido por su fama de conquistador y buen amante.  A ella la acompañaban las imágenes de los órganos sexuales vistos en el atlas escolar o captadas a hurtadillas en las calles del barrio, mientras algún desobligado ciudadano hacía pis en los postes del cableado eléctrico o en los árboles, y los relatos de sus amigas, cual más curiosos o estrambóticos.   Aquel espacio con sus columnas y vigas fuertes, sus paredes desnudas y su escasa techumbre era analogía de su incipiente relación, construida en su cabeza en condiciones similares.  Una vez adentro, el pretendiente, quien parecía estar familiarizado con el lugar, la condujo por pasajes mal iluminados hasta una habitación con puertas ubicada en el segundo nivel.  Sin cruzar palabras la ayudó a sentarse en un mesón grande donde reposaban las herramientas, en tanto él se afanaba por abrir espacio.   Lo veía trabajar con premura; sintiendo a su corazón latir acompasado con el goteo sordo que provenía desde algún rincón del cuarto.  Movía las piernas en volandas y atisbaba en la oscuridad formas diversas.  Cuando hubo organizado una especie de cama con restos de cartón y plásticos, él empezó a desnudarse y la invitó a seguirle, deslizando las manos por sus muslos.  Ella que ante la evidencia aplastante de lo poco romántico del lugar, no había renunciado a los besos y las caricias previas, se sintió golpeada por la brusquedad de su urgencia.   Quiso responder pero la distrajo la vista de su pene pequeño e irreal, colgando cual fruto viche entre dos piernas.  No logró contener la risa que huía por su boca e iba en aumento, mientras ese chico seguro de sí mismo, perdía la tranquilidad ajustándose el anticonceptivo.  La tensión se hizo mayor y él no tuvo más recurso que aprisionarla bajo su cuerpo.  

En un primer momento se resistió al contacto.  La risa fue a estrellarse contra el techo, al tiempo que algo húmedo y viscoso se acercaba a la entrada de su vagina, la acariciaba con movimientos oscilantes e intentaba colarse dentro.  Su primera reacción fue cruzar las piernas, pero el pene había recorrido un buen trecho dejando tras de sí un ardor rasposo en nada parecido a una sensación placentera.  Le sintió pegarse a las paredes, quedar encallado, tomar fuerza y seguir su marcha, sin recuperar la posición adecuada.  El dolor se fue apaciguando. Tenía la piel de gallina, le mareaba el olor a pintura, y sobre el mesón había un objeto duro y filoso que se le hundía en las carnes tras cada movimiento de su cuerpo. 

Su firmamento de amor romántico y perfecto, representado por la figura de ese chico ajeno a sus padecimientos, se agrietó y empezó a caerle a pedazos.  Llovían desengaños, anhelos vueltos pesares.  El cuerpo clamaba liberarse de la prisión del vestido.  Los pezones hormigueantes se adherían a la tela.  La lengua se ahogaba en la boca y cada tanto emergía rápidamente hacia la superficie buscando aire.  Los brazos y las piernas yacían desgonzados por la inquietud de la espera.  Las orejas y cuello replicaban los acordes de su corazón desbocado.  La eternidad se instaló en sus ojos abiertos al asombro y al sin sentido.  Toda ella danzaba en un oleaje de emociones contenidas penosamente.  Nacían en el sur, se arrastraban dolorosas hacia el norte queriendo ser grito o gemido, pero les faltaba fuerza.  Hacían el camino de regreso y morían sin remedio en su vagina.  La colmó el hastío.  Un movimiento brusco de su amanta marcó el final del encuentro.  Le vio posar ligeramente la cabeza sobre su pecho, respirar profundo y hacerse a un lado.   No se atrevió a mirarlo.  Se quedó en silencio y muy quieta escuchándole respirar.  Después de un rato lo sintió ponerse de pie.  A punto de salir le dirigió las últimas palabras de esa noche falaz:

- ¿Vienes conmigo o te quedas?

Eligió lo segundo.  En la soledad, incapaz de obrar, se percibía una rana abierta de patas en una mesa de disección, sin poder definir lo que había cambiado en ella a partir de ese acto.  La invadieron absurdos temores y preguntas.  Imaginaba que al volver a casa sería evidente la pérdida de su valiosa condición de virgen, y una vez conocido “el descalabro” estaría expuesta a la maledicencia pública.  Esa experiencia en particular, el dolor y el vacío que dejó tras de sí, ayudaron a desacralizar un momento figurado único.  Siguieron otras “primeras veces”, más o menos memorables.  Con todo, la “primera vez” que de verdad sintió hacer el amor con un hombre, una vivencia distinta a las tantas que sólo la penetraron y en las cuales participo mínimamente, ocurrió con el menos previsto de los candidatos. Una tarde cansina, jugando al amor y al remordimiento, descubrió en su cuerpo un instrumento valioso que produce música sublime, y destila nuevos y embriagantes perfumes mezclas de otro sexo y el suyo, sólo si se interpreta con el afinamiento adecuado.  

Sandra se estiró en la cama, con cuidado de no despertar a María; pero esta abrió los ojos apenas la sintió moverse.

_  ¿Ya debes marcharte?
_  Sí.   Vuelvo al medio día
_ ¿Me vas a contar sobre lo distinto que es Santiago o lo que viviste tu “primera vez” cuando regreses?
_  Sí.  Dejo dinero para el desayuno en el nochero.  Duerme un poco más, aún es temprano.


Gracias a todas las amigas y los amigos que contribuyeron con sus vivencias y comentarios a construir esta especie de caricatura de una mala primera experiencia sexual.

 ¡Libertad para pensar!


Comentarios

  1. Qué bueno, me alegro de que lo dejaras por fin salir. Lo que no me queda claro es el cuento de la música bien tocada... ¿hay segunda parte, o nos quedamos con el fallido ensayo?

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    1. Javier, lo de la música bien tocada ocurre, como sabes, siempre que uno se involucra en los procesos con los cinco sentidos. Esta historia, por supuesto era más larga, y tu que conociste la parte suprimida sabes que las "primeras veces" memorables siempre son dignas de ser contadas. Pero por ahora la historia termina ahí.

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  2. El mito del amor romántico no es más que concepto del imaginario occidental, alimentado por la literatura y el cine. Con el sexo sucede tres cuarto de lo mismo. El amor tan idealizado de pareja siempre ha sido entendido
    en término de diferenciación de los roles de género y se tergiversan fácilmente con la idea de posesión
    del otro. Supongo que esstas manifestaciones artísticas (cine y literatura) han hecho mucho daño a este respecto.
    Leía tu narración y me acordaba de mis experiencias... me he visto reflejada en el personaje de Sandra.
    Los no finales no son malos, es más, me gustó así.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Hola, Marybel, gracias por tu lectura y por recordarnos las formas erróneas como hemos configurado nuestra historia social y los engaños que se han erigido tras de ella. Esa idea del amor romántico, tan cara a occidente, es una falacia que nos ha impedido disfrutar de un modo más abierto de relacionarnos y vivir nuestra sexualidad femenina. Abrazos

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  3. Muy buena la idea y la descripción no podía dejar de leerte ! Y claro que recorde la mía con mucha nostalgia......fue de los más naive !

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    1. Gracias, Ana. Me encanta que te haya traído recuerdos. No importa cómo hayamos vivido esa experiencia en particular sino los aprendizajes obtenidos. De seguro esa primera vez "naive" ha dejado una hermosa e imborrable huella en tu vida. Abrazos

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  4. El "no final" es perfecto. Mi primera vez no la recuerdo (no por exceso de damas ni falsa pretensión de bravo amante, es que mi memoria es extremadamente injusta conmigo), lo que sí tengo es la sensación de haber borrado cualquier residuo romántico cuando me lancé al amor por la carne, ya que del otro amor salía uno siempre muy mal parado a esa edad tan pronta.

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    1. Es triste que tu memoria te juegue de esa forma, Enrique. Ese amor por la carne que según tu afirmación lo has vivido libre de cualquier rastro romántico también ha guiado las vivencias sexuales de muchos de nosotros, y aunque suene menos adecuado es una muy intima forma de acercarse a otro y sondear las posibilidades. Saludos

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  5. Evidentemente los hombres tenemos poco por agregar y por otro lado no creo que haya que agregar nada, sólo que pienso en el mal que las creencias religiosas y sociales le han hecho a la mujer.

    Un abrazo.

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    1. Gracias, Javier. Las mujeres históricamente subordinadas, pese a que en los tiempos modernos pretendemos ubicarnos por encima de los convencionalismos e imposiciones del patriarcado, también somos las culpables de reproducir ciertos esquemas, en respuesta quizás a la normalidad consensuada que existía sobre ellos.

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  6. Muy buen post! Evidentemente cada persona, ya sea hombre o mujer vive la primera vez de una forma diversa! Que estén much@s influid@s por el emborregamiento social y que todo esta medido .. como la duración de la pasión y el amor en años.. no me parece correcto el tener que seguir unas pautas hasta en un sentimiento tan maravilloso que es el amor y si es con sexo pues mejor todavía!
    El sexo y el amor es libre y no existen barreras!! Es algo tan natural como la necesidad de comer o beber.. es mi humilde punto de vista!
    Saludos! ;)

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    1. ´Tu humilde opinión es tan cierta como cualquier otra, Gema. El amor y el eso han quedado bajo el yugo de los condicionantes sociales haciendo que olvidemos lo importante en las relaciones con el otro. Gracias por comentar

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  7. Qué bueno María Eugenia, me encantó!!
    Sobre todo las mujeres que tuvieron esa mala experiencia, conocí a muchas y fue traumático para ellas, por suerte no fue mi caso!, un gran saludo y hermosa obra.

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    1. Hola,
      Marta, tambien he conocido mujeres a quienes esa primera experiencia
      les determino en definitiva su historia sexual, dejando una huella
      dolorosa. son historias tristes, que deben superarse sin temor a los
      "malos encuentros". gracias por comentar

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  8. María Eugenia me gustó bastante la redacción del relato. Hacía tiempo que no visitaba tu casa y la verdad es que me sorprende no haber entrado antes, pero bueno, aquí ando...
    No me había planteado eso de que siempre hay muchas primeras veces. Tal cual lo cuentas suena hasta romántico, pero la juventud y la inexperiencia pueden traumatizar a una mujer.
    Más arriba leí que el cine y la literatura han creado mucho mito en torno a ello, pero también añadiría que la religiosidad y las tradiciones son una fuerte influencia.
    Con todo, el relato me ha parecido muy bueno, una forma indirecta de contar una experiencia haciendo testigo al lector de una intimidad de pareja.
    Saludos!!

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    1. Hola, Sonia. Siempre bienvenida a este espacio. Comparto contigo y con Marybel la idea de la marcada influencia que tienen la cultura y la religiosidad en nuestras vivencias, y en lo que solemos esperar de otros y de nosotros mismos desde constructos ideales que no tienen ningún asidero en nuestra cotidianidad. Gracias por pasarte

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  9. Exelente el relato amiga.....Afortunadamente no he tenido experiencias tan negativas...pero se que se aprende de todo ello.Un abrazo!

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    1. Gracias, Idolidia. Me alegra que hayas encontrado interesante la experiencia. Bienvenida

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  10. Triste pero hermoso texto. Un abrazo María Eugenia

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  11. Hola linda! Llego tarde...pero aquí estoy, disfrutando de tu interesantísima narración. Y que te puedo decir?
    Mi primera vez fue....así, destrosa. Pero mi segunda primera vez, fue tántrica e inolvidable. De hecho, nunca volví a sentir así. Así que la tomé como mi primera vez, ya que en este caso estaba involucrado el sentimiento.. aditamento y afrodisíaco indispensable (en mi caso) para el sexo.
    Sos una genia! Impecable como siempre tu texto. Te dejo un abrazo y toda mi admiración.

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    1. Gracias, Sole. siempre es agradable tener tu visita, leer tus palabras y sentir tu consideración. Me gusta tu segunda primera, especialmente porque una de mujer se hace consciente de la necesidad de vivir el momento guiado por otros objetivos e inclinaciones. Desprovisto de la fantasía con que lo soñamos siempre

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  12. Creo que muchas nos sentimos así, la primera vez que murió un mito. Se nos idealiza el momento y creemos que será algo maravilloso y viene la realidad ,no siempre, quizás no con ese primer amante pero si con otro u otro, y todas son primeras veces cuando el amante es distinto. En mi condición de mujer invito al hombre a hacerla disfrutar, a tomarse su tiempo, pues ambos escucharán esa música especial que sólo nace de la armonía y del conocimiento del otro, o al menos del querer conocer. Besos linda y como siempre, gracias por ser nuestra voz

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    1. Hola, Amparo. Gracias por comentar. Me gusta tu punto. Es claro que el acto sexual involucra a dos. Cuando ambas partes de la pareja encuentre su punto y se interesen por el placer del otro, seguro la experiencia será mas grata para ambos. Abrazos, querida.

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