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Mostrando las entradas de diciembre, 2018

Lo que aprendí a los 40

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Jardín Museo del Oro, Colombia. Al término de este año recibiré mi cuarto título universitario, resta uno para cerrar el ciclo.  Quizás concluya con lo hecho hasta hoy porque, parafraseando a mi familia, no hago nada con tanto estudio.  El conocimiento adquirido no cumple una función práctica en mi vida (según ellos). La única forma de justificar los desvelos inútiles es ganar una plaza docente que mejore mis ingresos y mi estatus social.  Mis triunfos educativos apenas si aportan a la utilería de nuestra casa.        A nadie se le ha ocurrido pensar que estudio por el placer de leer, de entender y discutir una idea, una propuesta, una visión del mundo. No creo que todo aprendizaje deba ser retribuido con reconocimiento al esfuerzo o al mérito, o proporcionar lugares de privilegio negados a otros.  Estas prácticas valoran el resultado final, la apropiación que realiza el alumno de lo aprendido, y a veces olvidan que aprender es un proceso social que involucra múltiples fa

Mientras tanto

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Borujerdis House, Irán.  Fotógrafo Paolo Cesare Butturini Tengo la edad de cada día y el rostro de un amanecer difuso; el sabor de la amapola, y huelo a cobijo  en un atardecer lluvioso. Mi piel tiene la consistencia de la brisa del mar bajo la luna llena; mi cabello la forma del agua al romper en costas, y mis manos  portan la respuesta al mensaje que arrojó algún naufrago.  Tengo dos palabras favoritas: habitar y silencio. Tres deseos que lo resumen todo y me envilecen cuatro pecados, que olvido en la trastienda  porque se hacen sacros. Tengo recuerdos de ti que atesoro desde que fuimos uno. Vibro al compás de tu corazón distante. Me nombra, como a ti, cada sonido que verbaliza el cuerpo. Soy interminable, al cabo del tiempo,  y una odisea pendiente  que inicio un otoño. Tengo el mayor récord de viajes a ninguna parte, por el placer de encontrarnos. Te ofrendo a ti, peregrino de mi alma, la riqueza del mundo encapsula