Efemérides

 

Imagen de Gerhard Bögner en Pixabay


Un día y una hora marcan mi nacimiento,
lo mismo hará la muerte cuando llegue,
resumen de mi paso por la Tierra,
un ciclo de luz y polvo.

Nada dice de mí el mes de abril,
la primavera,
la noche que bajé al mundo
arropada en semillas de lluvia,
a un pueblo lejano
donde el mar huele a canela.

No dirán nada el invierno y las sequías,
la luz del sol en mi frente cuando muera,
en un remoto paraje,
en una gran avenida,
una noche en mi cama
o tal vez una mañana.

Seré una imagen borrosa
en las historias de mis hijas,
una lápida en tierra,
cenizas al viento
o silencio en un osario.

Hablará por mí, quizás,
el callado incendio de mi diario,
ahogado entre las prendas de un ropero,
espera que arribe quien lo salve
de morir olvidado,
es impreciso y errante.

Sin decir tres palabras,
ese diario alucinante
se reserva el derecho de exponer mi piel al frío,
al oído de aquellos que asomados a sus líneas
quieran buscarme y ser parte de ellas.

Avistar en este horizonte cerrado
algún resquicio, algún poema,
una forma de ser yo
que no me niegue.

¡Libertad... para pensar!

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