Verónica Verónica Volkow Fernández (1955)

 

Verónica Volkow, escritora mexicana 


Verónica Volkow Fernández es una destacada poeta, ensayista y narradora mexicana, nacida el 26 de abril de 1955 en la Ciudad de México. Con una sólida formación académica en letras hispánicas y literatura comparada, ha dejado una huella significativa en la escena literaria contemporánea de México.

Formación y Trayectoria

Volkow Fernández estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde también completó su Doctorado en Letras. Posteriormente, realizó una Maestría en Literatura Comparada en la Universidad de Columbia, Nueva York, lo que le otorgó una perspectiva amplia y enriquecedora de la literatura mundial.

Además de su labor como escritora, Volkow Fernández se ha destacado como traductora de importantes obras poéticas de autores como Saint John Perse, John Asbery, Lorand Gaspar, Henry Michaux, Michael Hamburger y Elizabeth Bishop. Su dedicación a la difusión y promoción de la literatura la ha llevado a colaborar con diversas revistas y publicaciones literarias tanto en México como en el extranjero.

Reconocimientos y Premios

A lo largo de su carrera, Verónica Volkow Fernández ha sido merecedora de varios reconocimientos y premios por su destacada labor literaria.  Entre estos destacan la beca Salvador Novo en poesía en 1977, la beca del CME en 1990, y la beca del FONCA como creadora intelectual en 1992. Además, fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de 1993 a 1999.

Obra Literaria

El trabajo poético de Volkow Fernández se caracteriza por su dominio formal y su íntima exploración de temas cósmicos, eróticos y místicos. Sus primeros poemarios, como "La Sibila de Cumas" y "Litoral de tinta", revelan una voz poética adolescente cargada de furor trágico y profético. Con el paso del tiempo, su obra evoluciona hacia una búsqueda de la plenitud del instante y una exploración más profunda de la naturaleza humana y cósmica.

Uno de sus poemarios más reconocidos, "Oro del viento", fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada en 2004. Asimismo, su ensayo "El retrato de Jorge Cuesta" le valió el Premio Nacional de Ensayo José Revueltas en 2005.

Verónica Volkow Fernández continúa siendo una figura destacada en el panorama literario mexicano, enriqueciendo el mundo de las letras con su profunda sensibilidad y su maestría en el manejo del lenguaje poético.

Rosagrama para Nadia Borislova

Tu mano en la guitarra es una rosa
de dedos que persiguen la otra rosa
puntual y musical entre sus órbitas,
que hilas ágilmente entre las cuerdas:

sonora rosa exacta en las secuencias
que es huella aún de una otra: eterna y pura.
Perfecta profusión y urdido centro
profiere la creación que nos ensambla.

¿Tejido es la guitarra o añoranza
de estrellas en su músico ovillar?
Rosa tu huella digital que entona,

del rito sideral, soñada aún rosa
y en su cosmos perfecto, voz primera
de aquel perdido prístino concierto.

 Canción del agua

Agua que en tu pureza
un cuerpo eres de luz.
Tu corazón es ángel
que nos lleva por adentro
eslabón transparente
con Dios de la creación.

Renuevas el recuerdo
del paraíso aun diáfano
desnudando en la tierra
el cielo en tu interior.

Espejo eres intacto
de hondura para el alma
que ensimismada afirma
caminos del amor.

¡Ay, agua que en lo denso
das luz a un corazón!

Arcano 21. El mundo

Para atrapar al sol
pulí la piedra,

lavé mi corazón,
entré en el agua
y tuve al mundo atravesado
por un río diáfano y claro.

Un afán de brillante empuja al agua.
Lava en su espejo el mundo
que en lo fugaz se vuelve fuego nuevo,
rostro en blanco
y fragua de pureza;
flecha en lo real de manantiales.

En la imagen la cosa se destrenza,
se nos disuelve intacta.
Sabor de olvido el agua
brillante de reflejos.
Su correr es volar,
un desprenderse,
ser de abismo o quizás ave de nada,
sed de cielo o avidez de nada.

Y fue una piedra de aire entre mis dedos
el agua rota por lo inmenso.

Río

El río es sólo un brillo entre las rocas
que cae, cae
y canta un estallido incesante
como vidrio que nunca deja
por dentro de quebrarse.
Los árboles danzan en el viento,

danzan con perfección,

se mueven en un mezcla
de agitación y engranaje.
El viento, se alza el viento,
rumor que desglosa lo múltiple.
El lago cambia de rostros como un espejo,
en la tarde después de ser sol
se vuelve algo metálico.
Ahota el lago es azul
y paulatinamente transparente
como aire cercano hacia los bordes.
Entre la niebla el agua es una piedra,
la niebla cubre el bosque como un velo profundo
pero por todas partes está abierta.

Escalera


Dios nos da la noche para amar
y el día para ver y trabajar;
nos ha dado luz para saber
misterio quizá para volar.

Dios en la carencia es humildad
y cuando nos muestra mano: imán;
y desasida y sola sube el alma,
suelta a su confianza andar.

Esfuerzo de ascenso lento
y silencio a su Promesa.
Arduo sin sombra el mundo es desierto,
con luz espiritual descubierto.

Escalera a Dios es la verdad,
de interno poder para mirar.
A piedra ata el miedo; a llamas, la ira:
de aire, vanidad;
hasta que un día en su fuente, el alma
se alcance a desnudar,
escalera volteándose hacia adentro toda,
sol, ya de transparencia honda,
se aprenda a irradiar.

¡Libertad... para pensar!

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