Sophy Pizano Valenzuela de Ortíz (1896-1958)
Biografía
Esto pasó
Yo seré profesora cuando grande,
y me vendré a vivir donde la abuela,
dijo mi nietecita que es bella
y que piensa muy pronto ir a la escuela.
Y su hermano que cuenta pocos años,
y que es también audaz e inteligente,
le contestó mirándola muy serio:
-No seas tonta, hermanita, ¡cuando grande
mi abuelita estará ya toda muerta!
La niña me miró como asustada,
y se botó a mi brazos sollozando .
y yo sin decir nada,
la estreché con amor,
le di mil besos
hasta dormirla al fin entre mis brazos,
y luego sola
¡me quedé llorando!".
Un pastor de Arcadia se lamenta
¡Oh padre Zeus! Si blanco de tu ira
hubiéreme de ver, gracia no quiero.
Si en tu enojo incurrí, si tú, severo
castigo hazme de dar, toma mi lira.
Todo el Olimpo conra mi conspira.
De la flauta de pan, por el otero
no a mis oídos llega placentero
el blando modular, que amor inspira.
Por el bosque no cruza rauda ninfa,
ni he de beber ya más entre la linfa
que Hipocrene, la fuente dulce y clara.
Todo en silencio y orfandad me deja,
que ya no escucha mi doliente queja
Erato, de sus dádivas avara.
Inquietud
Aún llevo en mis pupilas el fulgor de la tarde
y en mis labios el zumo de las frutas maduras.
Prendida entre la malla de mis crenchas oscuras
una rosa bermeja sobre mi frente arde.
Huele a campo. La brisa de retozo hace alarde
barajando en las nubes imprecisas figuras.
Al tender la mirada por las ocres llanuras,
una angustia en el alma me obsesiona cobarde.
A la tierra que guarda sus misterios arcanos,
arrancar yo quisiera con mis ávidas manos
el secreto del germen que en su entraña palpita,
y tendida en el césped, anhelante, mi oído
he pegado a la tierra por captar el sonido
de ese mundo ignorado que en su fondo se agita.
El palacio de los marqueses de San Jorge
Ancho portón de clásica armadura
con españoles hierros claveteado,
inmutable señala de un pasado
la prestancia de recia contextura.
Cabe la reja, el pórtico en la altura
ostenta en piedra, con primor tallado,
heráldico blasón acuartelado,
que fuera de un linaje investidura.
Toda la historia palpitar se siente
en aquesta casona, que silente
aun dice que grandezas no olvidadas,
pues de oidores, virreyes y poetas
se copiaron antaño las siluetas,
del patio señorial tras las arcadas.
Evocación
Con nostalgia de cielos, por doquier he cruzado
a los ojos de todos rescatando mi pena:
de las playas del norte me conoce,
y de oriente los mares con mi nave he surcado
El misterio profundo del Islam he sondeado
en las negras pupilas de la raza agarena,
y las mieles de Himeto me brindó la colmena
do libaron los dioses de su néctar dorado.
Muchas luces he visto bajo cielos remotos
nacarando la dulce palidez de los lotos
y he sentido el azote de los cierzos glaciales.
Me besaron las rachas del simún en la frente
cuando en tardo camello vagaba lentamente
meciendo mi silueta sobre los arenales.
Serenidad
El aire saturado de perfumes me envuelve
al mecer a su antojo los jazmines del huerto,
mientras que lentamente sobre las plantas vierto
la caricia del agua, que mi mano revuelve.
Remojaba la tierra, su acre olor me devuelve.
Los naranjos de flores mi cabello han cubierto,
en tanto que mi vista se tiende hacia el incierto
camino, que a lo lejos su zig zag desenvuelve.
En la senda, cribada por innúmeros rastros,
se copia entre las charcas el fulgor de los astros,
el cielo con la tierra parece que se aúna.
Y al sentir yo en el alma revolar los ensueños,
sigo hilando en la rueca de marfil de mis sueños
la madeja de plata que me tiende la luna.
Imposible
En el tazón de piedra de la alberca
parece que la luna se cuajara
y en sus hebras sutiles enredara
en los añejos musgos de la cerca.
Sobre el brocal me inclino con la terca
obstinación de conquistar, avara,
ese disco de luz, entre la clara
linfa, que el cielo hasta la tierra acerca.
De mi tristeza en el sentir ahondo
al mirar reflejado allá, en el fondo,
el pálido perfil de una quimera.
Y mientras sueños en mi mente esbozo,
sereno el astro en la oquedad del pozo
una enorme medalla se creyera.
Acuarela
En el ambiente gris, la tarde fría.
Un rojo campanario, allá a lo lejos,
recoge en su veleta los reflejos
de un nostálgico sol en agonía.
Al pie de la azulada serranía,
finge la niebla múltiples bosquejos,
y en las arrugas de los troncos viejos,
que hay un hondo cansancio se diría.
Al borde de barrancos y en las cuencas,
el áspero brochazo de las pencas,
y las ramas de un sauce sobre un pozo.
Y al sentir los revuelos en los nidos,
la agreste emanación y los sonidos
penetran a mi ser como un sollozo.
Bibliografía
Las mejores poetisas colombianas / Josefa Acevedo de Gómez... [et al.]. Series Biblioteca aldeana de Colombia Selección Samper Ortega de literatura colombiana. Editor: [Bogotá] : Minerva, 1936.
¡Libertad... para pensar!
Estimados,
ResponderBorrarSaludos cordiales del Museo Colonial. Nos gustaría informarles que la pintura en la fotografía publicada corresponde a Beatriz Osorio Sierra de Gómez. Agradecemos mucho si pudieran realizar la corrección correspondiente.
Muchas gracias por su atención y colaboración.
Atentamente,
El Museo Colonial
https://horizontefemenino.blogspot.com/2021/12/sophy-pizano-valenzuela-1896-1958.html?spref=pi
Buenos días, gracias por la corrección. Ya hice el cambio.
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