Laura Victoria Valencia Rentería (1950)

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Laura Victoria Valencia, escritora colombiana

Página de la autora

Laura Victoria Valencia, renombrada poetisa, periodista, experta en moda y activista social afrohispanoamericana, vio la luz por primera vez en Quibdó, Chocó, Colombia. Su incursión en el mundo literario comenzó a los 18 años, cuando publicó su primer poema en "El Espectador" de Colombia, mientras continuaba su formación como maestra en el Instituto Anexo a la Universidad Libre de Colombia.

El amor por la moda germinó en el taller de costura de su abuela paterna, marcando el inicio de una trayectoria notable. En 1968, Laura Victoria se convirtió en la primera mujer completamente negra en ganar un reinado de belleza en Colombia, al ser coronada Señorita Chocó. Después de residir en Estados Unidos y explorar diversos países, su carrera como modelo la llevó a España en 1973, donde destacó tanto en el diseño como en el periodismo, colaborando con varios medios.

Durante más de dos décadas, Laura Victoria dejó su huella en Ibiza, desempeñándose como articulista en el Diario de Ibiza, locutora de radio y directora de la publicación "Casting" sobre moda y cultura. En el año 2000, estableció su residencia en Torrelodones, Madrid, fundando y presidiendo la Asociación de Nuevos y Jóvenes Diseñadores Españoles. Además, asumió la dirección del Grado de Diseño de Moda de la Escuela Universitaria de Diseño de la Universidad Camilo José Cela (ESNE) en 2010.

Desde su posición en la Asociación de Nuevos y Jóvenes Diseñadores Españoles, Laura Victoria imparte cursos y conferencias para diseñadores. En 2005, publicó "Moda, Punto de Partida", un libro-guía para jóvenes diseñadores de moda. Su obra poética se divide en dos corrientes: poemas existencialistas y sentimentales, y poemas reivindicativos de raíz negra y panafricanista que abordan la esclavitud y el racismo.

Laura Victoria, miembro activo del Ateneo de Torrelodones desde el 2000 y galardonada con el Premio Nacional de Poesía Ateneo de Torrelodones en 2009, también forma parte de la Asociación Iberoamericana de Periodistas Especializados y Técnicos. Su compromiso social se manifiesta en su activa participación en eventos panafricanistas que buscan la reivindicación de los derechos de la mujer africana y afrodescendiente en España.

El asiento del alma

Quién dice que el recuerdo no perdura.

Quién dice que el pasado no es el guía.


Quién sabe en qué lugar del pensamiento

anida la memoria de otras vidas.


Ya los barcos no surcan los mares

como antaño, cargados de esclavos.

Ya no hiere mi cuerpo,

el látigo de tu ignorancia, pero aún…

retumban en mi cabeza los quejidos…


¡Ay Diosss…!

¡Ay Señorrr…!

¡Apiádate de mí!

¡A dónde voy!… ¡Dónde me llevan!


Y… el crujir de maderas.

Y… el ruido de cadenas que no cesa.


Aún oigo mientras dormito

el chirrear de mi puerta

cuando siendo una niña todavía…


Y… ese llanto.

Y… esa súplica ¡amo nooo!

Para después… el silencio y… esa rabia contenida

que se quedó en el alma adormecida.

Quién sabe cuántas vidas he de vivir aún

y… a cuántos mas perturbará

este pasado de mis antepasados,

de sus antepasados,

antes de que… ¡por fin!, venga el olvido

y se asiente en el alma.


Al cauce del río Atrato

Toda la sed de África,

la apagarías tú, si es que estuvieras cerca.


Toda el hambre de los niños africanos,

la calmarían los peces

que nadan a sus anchas en tus aguas cristalinas,

tibias y sin embargo…

cierta y tristemente indiferentes a su suerte.


Las angustias de las madres negras

del continente hermano,

las apaciguarían irremisiblemente las canoas

que por el sereno caudal de tu torrente,

bajan repletas del manjar de la tierra que tu bañas.


De una tierra generosa y al mismo tiempo extraña.


Mientras sus bogas…

con sus voces roncas, rudas y calludas,

al son del canalete cantan

la melódica trova del regreso hacia una patria

que solo está en sus pensamientos.


África llora a sus hijos extraviados.

Hijos de sus entrañas cruelmente desgajados

sin haberle dado tiempo a amamantarlos.


África clama de sed y se nos va en silencio.

¡Por qué tuviste que nacer tan lejos!

Si desde donde corres,

no alcanzas a divisar la angustia

de tus hermanos africanos,

negros como tú, de recias manos,

de anchas narices y de gruesos labios.


Déjate ya de llantos y tormentos.

Deja de ahogar tus penas en lamentos.


Las redenciones que en tus cantos clamas

pasan de largo sin parar en puerto.


Te miro altivo y a la vez sereno,

romper la selva de la tierra donde moras

por caprichoso azar del universo, sabedora,

que estás en el lugar equivocado.

Mientras… África agonizante

invoca en un último conjuro

el retorno de sus hijos por el mundo esparcidos.


Yo te conmino…

Reconduce tu cauce, río Atrato,

vuelve al lugar donde debiste haber nacido.

Llévame a lomo de tus aguas a la tierra del hechizo

porque a ti, como a mí,

en un tiempo más allá del que vivimos

un duende blanco nos equivocó el camino.


Despídeme del mar

Dales con mis recuerdos

mi adiós a las gaviotas.


A esas que vimos juntos

y que ya no nos verán.


A las que seguían tu barco aquella tarde,

en busca de migajas de pan.


«¿Qué voy a decirles?» preguntaste.

Diles… que he muerto o

que me fui lejos de aquí.


¡Yo que sé! Arréglatelas tú.

A mí no me preguntes esas cosas.


No te compliques amor,

que son solo unas gaviotas.

Y… si no es mucha molestia,

ya que te queda de paso,

despídeme de las olas

y dale mi adiós al mar.


Engañando a la muer te
kikumbuko w mzaa yangu.

Que sí… Que sí.

Que acabó la vida.


Que no… Que no.

Que todo era mentira.


Que sigue tu presencia rondando mi existencia.

Que sigue tu cariño floreciendo en mis días.


No creas que la tierra donde sembraste un día

el amor que me diste… se ha quedado baldía.


No creas que te fuiste dejándome vacía,

pues queda en mí tu aliento

que apuntala el recuerdo de las horas vividas.


¡Oh… muerte caprichosa!

¡Oh… suerte maldecida!

¡Oh… dolor que no cesa!

¡Oh… ilusiones perdidas!


Quién pudiera, Señora, devolverte la vida,

retomar el sendero que dejamos un día.


Que fueras como entonces mis ojos y mi guía,

en la marcha tortuosa de esta existencia mía.


Bibliografía

Cuesta, Giomar y Ocampo, Alfredo. (2010) Antología de mujeres poetas afrocolombianas. Bogotá, Colombia: Ministerio de Cultura.


Libertad... para pensar!

 

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