Gabriela S. Arciniegas (1975)
Gabriela S. Arciniegas , escritora colombiana
Biografía
Gabriela Arciniegas es una novelista, poeta, cuentista y traductora colombiana nacida en 1975. Es conocida por su trabajo pionero en el género de terror en Colombia, destacando especialmente con la publicación de su novela "Rojo Sombra" en 2013. Más recientemente, ha incursionado en la ficción histórica con su trilogía "Helena, la reina condenada", en la que explora la vida de la princesa de Troya, mostrando su versatilidad y capacidad para abordar diferentes géneros literarios.
Arciniegas posee un doctorado en Ciencias Humanas y es docente de Lengua y Literatura, lo que demuestra su profunda formación académica y su compromiso con la enseñanza. Es parte de la generación del 95 en la poesía colombiana, contribuyendo de manera significativa al desarrollo de la literatura en su país. Además de sus obras publicadas, ha dictado talleres de creación literaria y ciencia ficción, compartiendo su conocimiento y pasión por la escritura con nuevas generaciones de escritores.
En el año 2009 fue reconocida con el primer Premio Ediciones Embalaje del Encuentro de Mujeres Poetas y el Museo Rayo.
Su influencia en la literatura colombiana se extiende más allá de sus propios escritos, ya que también ha desempeñado un papel importante como educadora y mentora en el ámbito literario. Gabriela Arciniegas sigue siendo una figura influyente en la literatura contemporánea, tanto en Colombia como en Chile, donde desarrolla su carrera literaria.
Obras
Poesía
Sol Menguante, Bogotá (1995)
Awaré (2009)
Lecciones de Vuelo (2016)
Novela
Rojo Sombra (2013)
Amos del fuego (2021)
Helena la reina condenada (2023)
Cuento
Bestias (2015)
13 relatos informales (2015)
Cuentos del Café flor (2018)
Infestación (2017)
Las formas del aire (2019)
Legiones de luz vol.1 (2020)
Legiones de luz vol.2 (2021)
Poemas
Serpiente
De muy lejos
viene
viene
la serpiente
allá
allá lejos
veo su cola mordida por sus primeras fauces
Jormungandr
Jormungandr me susurra su nombre
dormida atraviesa los hielos de Islandia
y su aliento es fumado
por los hijos del primer hombre
por los hombres nacidos entre el fuego y la escarcha
por los hombres nacidos de la leche de la vaca Udumla
Ouroboros
Ouroboros semidespierta bajo las murallas derruidas en los ojos
en los ojos semiabiertos del druida
en los ojos derruidos por el éxtasis
Más acá
más acá la serpiente
ya no duerme
y bosteza
Cuando exhala
se derrama en aguas dulces
cunado inhala
su carne se va volando en polvo que hace llorar los ojos
y lacera
con sus gritos que ansían
el falo ígneo del sol
el humo vegetal que perfuma el cielo
y los gemidos famélicos que piden perdón por el olvido
Su cuerpo palpitante que juega
entre lágrimas y huesos resecos
su cuerpo lagarto del Nilo
su cuerpo río Amarillo
su cuerpo bantú lleno de ojos
secados al sol como chamizos
su cuerpo lujurioso
viene siseando
y lacera las mejillas de la Esfinge
suspendida en una inhalación interminable
que se tragó el agua de Nínive
La serpiente
multiplica sus cabezas
para hurgar los sueños
de los reyes
y pedirles
vírgenes con collares de perlas
vírgenes vestidas de novias
Quiere
tragarlas por el túnel de su boca
Quiere
llevarlas a su morada nocturna
Quiere
con su semen dulce
hacer temblar
las piernas abiertas
las bocas abiertas
las espigas abiertas
y las raíces
erógenas
bajo los surcos
preñados
de semillas
Viene
la hidra
con sus siete y con sus diez mil cabezas
Viene
bajo las barcas
bajo los gritos
bajo los pies atados con cadenas
Viene
Más cerca
puedo ver sus alas
puedo presentir
el corazón que es uno con su vientre de fuego
Más acá
sus ojos ya no reflejan el agua
Más acá
sus escamas huelen a cueva
Más acá
sus fauces son de león
Las rodea una rabiosa melena
Ya la oigo rugir en batalla
Pelea contra un hombre que enristra una espada de bronce
Un hombre vestido con la piel de un felino
Indra, Heracles, y Sigfried son sus nombres
Es un hombre que ansía
los ríos de su pecho
las vírgenes en filigrana sobre su sexo
Viene, viene por Grecia
su sangre se derrama sobre frescos antiguos
tapando quemando inundando de fuego
su palacio enjoyado
sus aljibes
y sus cuevas
Ya
está
aquí
encallada en un puerto de América
Antes de caer a tierra
estalla en plumas de quetzal
su nombre es
Kukulkán
Quetzalcóatl
Su boca se abre para decir perlas de maíz
y el hombre
que en la distancia
parecía el dios de todo el Cielo
o el griego con piel de felino
o un germano de melena rubia
se acerca
a recibir el aplauso
No es dios ni griego ni germano
No viste pieles
su nombre verdadero está prohibido decirlo
Usa sandalias y una túnica
no es de bronce ni tampoco hierro
aquello con que mató a la serpiente
No atravesó su pecho
la ahorcó con una sarta de cuentas
Aquí está
la cabeza de la bestia
Ven, doncella
pisa la cabeza vencida del reptil
cortemos este cuerpo de agua, de fuego, de arena
no volverá a susurrar al oído de los reyes
no volverá a hacer llorar el trigo
todo el pueblo se baña con su sangre
todo el pueblo come de su carne
¡El monstruo ha muerto!
¡Hemos matado al monstruo!
Pero sobre el río
la barca pasa
con un hombre
que juega
con monedas.
Hypnos entre sus cabellos
La cabellera del sueño
cabellera encendida, arisca, me enreda
Se pliega como un papel que envuelve el mundo
Transparenta mis salvajes pálpitos
Me olvida
Explora mis terrores vetustos
mis terrores de galeón rancio
Subasta mi cuerpo
lo troca en caleidoscopios universos
me lleva al trono perdido del alma
donde no estoy atrapada entre miradas caninas
Mi nombre es Quién
mi nombre volátil, transmutable
mi nombre que no me llama
mi nombre que olvida las curvas de mi sexo
del otro lado del espejo
mi nombre que salta de mirada
a mirada
a mirada
Luz rebelde
inquieta
subversiva
que juega a reproducir los teatrillos de Edipo
y los grabados del Liber Mutus
y los espejos en que puso sus ojos Johannes Bosch
y el sueño de la razón
y es canto que son números que son el mundo entero y son el
hombre y Dios
Esos cabellos de algas abisales
esos cabellos de piedra que el sol moldea con mano oscura
son un laberinto que cambia de forma
con cada paso en que sigo la dirección del día
Y cada puerta es un círculo infernal
sin memoria de ser infierno
con la grave certeza de ser vida
Es cotidiano al oler esos cabellos andróginos
cabellos sin tiempo
probar el agua colorida
turbia y henchida de eternidad
volver a esa calle nunca vista
y no reconocer en las melenas híspidas de los árboles
la propia puerta de mi casa
ni los bosques de caña blanca que lanza el sol por entre las persianas.
¡Libertad... para pensar!
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