Nana Rodríguez Romero (1956)

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Nana Rodríguez Romero, escritora colombiana


Biografía

Nana Rodríguez Romero nació en Tunja, Boyacá en 1956, es una destacada poeta, narradora y docente colombiana, reconocida por sus contribuciones a la minificción.  Su obra ha sido publicada en diversas antologías internacionales, entre ellas "Alrededor de un tablero, Cuentos de ajedrez" (Editorial Páginas de Espuma, España), "Dos veces bueno, Cuentos brevísimos latinoamericanos" y "Nosotras, vosotras y ellas" (Editorial Desde la Gente, Argentina), "Ficticia" (México), y varias antologías en Colombia como "La minificción en Colombia" y "Los comprimidos memorables del siglo XXI" (UPN), "Segunda antología del cuento corto colombiano" (UPN) , "Mariposas ciegas sin tiempo" e "Internacional

En 2002, Rodríguez Romero fue becaria del Ministerio de Cultura de Colombia en el programa Residencias Artísticas en el Exterior.  Su talento poético fue reconocido en 2008 cuando ganó el Premio Nacional de Poesía.

Además de su prolífica carrera literaria, Nana Rodríguez Romero es profesora e investigadora en la Escuela de Filosofía y Humanidades de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, donde continúa influyendo en nuevas generaciones.

Obras

Obras más notables en poesía y minficción
  1. Elementos para una teoría del minicuento (1996)
  2. Permanencias (1998)
  3. Hojas en mutación (1997)
  4. Lucha con el ángel(2000)
  5. El sabor del tiempo (2000)
  6. La casa ciega y otras ficciones (2000)
  7. El bosque de los espejos (2002)
  8. Antología de poesía (2004)
  9. Efecto mariposa (2005)
  10. El oro de Dionisio (2005)
  11. La piel de los teclados (2009)
  12. Vendimias del desierto (2012)
  13. Juan Antonio (2013)
  14. El orden de los días (2016)

Poemas

Bebo un agua oscura
en el vaso de la incertidumbre
un agua capaz de corromper
todos los sentidos.

La bitácora no está
en el centro de la circunferencia
ni en sus bordes
pues el reino del azar
desteje el camino avanzado.

Camino con alforjas de aire
y un globo encendido
soy candil  que parpadea
en medio de  la selva y sus secretos.

El hilo de Ariadna
yace ovillado en manos invisibles.

Del libro, El orden de otros días, 2016

Cinco

Todos se han marchado
cuando el surco
en su afán de reverdecer
se agita tras las esporas
de septiembre.

El centro del mundo
es para el ave su nido
rama a rama
pluma a pluma
hasta que los polluelos

aprenden la magia del vuelo
y marchan hacia otras coordenadas. 

El viento del norte está lleno de revelaciones
mañana estarán las casas
postradas bajo el agua
la desolación acampa
en estos territorios
sin más ley que la naturaleza
y su voz aterradora.

Cómo callamos
cómo reverenciamos la quietud
y el orden de otros días
pero los pájaros
ya no vienen a beber en el humedal
mudaron sus vuelos hacia tierras más propicias.

Quizá cuando el mar
o el fuego reinen
sobre esta madre deshonrada
seamos sólo evidencias de la depredación
y el ruido del espíritu.

Del libro, El orden de los días, 2016

__________

Bajo la luz de las farolas
los árboles musitan la antigua canción de aire
declaran su amor al rojo encendido
de los edificios bajo el sol del atardecer
en esta ciudad de cielos que se estremecen
ante la proximidad de la noche.
Los cerros  se alzan con sus murallas de vegetación
signados por casas furtivas y nómadas de la soledad
que horadan las calles con sus ojos de asfalto
de vidriera o de neón, en busca de  una quimera
que pueda dar significado al paso de los días.
Desde las terrazas del sueño la inocencia se balancea
al borde del abismo, desafía la caída vertiginosa
para observar las paralelas que conducen al sur
hacia las tierras de la oquedad y del olvido.
Bajo la luz de las farolas
camina en silencio la poesía.

Del libro La piel de los taclados, 2008

Reinas

Una es en extremo gorda,  la otra, en contraste es menuda. Después de la muerte de sus padres decidieron pasar la vida en una pequeña y antigua casa, con mirtos y geranios en el jardín del patio.
Se visten con abrigos negros y pañoletas en la cabeza, lucen una sonrisa franca a pesar de la ausencia de algunos de sus dientes,  pelos largos y entrecanos adornan el bozo y la quijada. En la cabecera de la cama de cobre, cuelgan  sus medias de seda llenas de agujeros, a  los pies se alcanzan a entrever un par de bacinillas esmaltadas. Van a misa todos los días y a la salida de la iglesia, Priscila blanquea los ojos mientras pide con nobleza monedas para el Altísimo.


¡Libertad... para pensar!

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