La gran vagina I: La manutención

La Manutención

Casa Museo Antonio Ricaurte, Crianza de los hijos, Pautas de crianza, Divorcio, Cuota alimentaria, Demanda de divorcio
Casa Museo Antonio Ricaurte, Villa de Leyva, Colombia.

Una conciliación en las oficinas jurídicas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar se realiza sobre la fría base de operaciones matemáticas. La pregunta estandarizada, “Señor X: ¿Cuánto puede aportar para el sostenimiento de su (s) hijo (s)?”, deja de lado cualquier intento de equidad de género.
La negociación presupone la buena fe y la solidaridad masculina, dado que la lógica estatal posiciona a la madre como el pilar fundamental de la familia. Se le encomienda una tarea quijotesca: engendrar individuos sanos, equilibrados, íntegros, amorosos, responsables, dotados de muchas de las virtudes que valoramos como seres humanos. Cualquier desviación se atribuye a la incapacidad e incompetencia femenina. Lo que sigue en el proceso de conciliación se puede deducir con facilidad.
El señor X responde: “Doctora: debo pagar arriendo, ocuparme de mi alimentación, pasarle una mensualidad a mi madre, cubrir la cuota de la moto o del carro, asumir mis gastos personales, usted entiende”. 
La señora X no es interrogada; su existencia se reduce a una vasta anatomía donde todo cabe, sus gastos son relegados a lo insignificante, convertidos en parte de un universo abstracto. Mientras el Estado, a través del funcionario público, decide el futuro de su familia, realiza cuentas en silencio: si al salario del señor X se le restan todas sus obligaciones, ya sean reales o imaginarias, la diferencia de esa operación será un agujero enorme en su economía doméstica.
La señora X se cuestiona si esa oficina es el lugar adecuado para llevar a cabo este proceso, pero una vez allí, no hay escape. La otra opción, la conciliación por fuera del marco legal, la expone a constantes intimidaciones. El señor X dilata su contribución para satisfacer sus propias necesidades apremiantes.
Dentro o fuera de la ley, la relación es claramente desventajosa para ella. A lo largo de sus días, comprende que la categoría de "madre soltera" es una cárcel, un abismo que corrompe su vida, y que la solidaridad masculina, en ocasiones, se limita únicamente al ámbito territorial. 
El señor X, como muchos otros compatriotas, contempla la posibilidad de emigrar a Europa, Estados Unidos, Chile o Argentina. Una vez cumplido este objetivo, la señora X suma su angustia a la vasta realidad que conforman las mujeres colombianas que deben afrontar solas la crianza de sus hijos; ella y su descendencia se desvanecen de los intereses del señor X, de manera análoga al efecto que el hongo produce en las fotos antiguas.

Libertad... para  pensar

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