La gran vagina III: La crianza de los hjos

Iglesia de Iza, Artículos, Crianza de los hijos, Pautas de crianza, Cuota de alimentos, Demanda divorcio, Feminización de la pobreza,
Iza, Colombia.


En el laberinto de desencuentros que el señor X y la señora X han tejido, el primero parece aferrarse a la simplicidad de operaciones matemáticas básicas. Para él, resolver las complejidades de la vida se reduce a una ecuación simple: 1+1=2. 

Sin embargo, la señora X, con una perspectiva más amplia, entiende que las circunstancias requieren operaciones más complejas, donde las normas y procedimientos para educar a los hijos son el epicentro de sus discrepancias.

Desde que el señor X abandonó el hogar que compartía con la señora X, la estructura familiar se ha visto cubierta de polvo. La parte que él manejaba yace oxidada, mientras la señora X se embarca en la tarea de desempolvar, limpiar y engrasar esa gran mole amputada.

La distancia física que lo separa del hogar dificulta que el señor X tenga una visión completa de la situación. Desde su posición, se erige sobre antiguos preceptos, imponiendo órdenes en un lenguaje que ha caído en desuso. 

Su experiencia paterna se traduce en la aplicación de la anticuada máxima escolar: "la letra con sangre entra", adaptada por él como: "la norma a latigazos se obedece". Esta expresión, simple y contundente, se presenta como una victoria frente a la percibida debilidad moral y falta de carácter de la señora X, enredada en reflexiones abstractas sobre el amor y el respeto.

En ocasiones, la casa se convierte en una moderna Torre de Babel, donde la interpretación de las reglas de convivencia pierde sus conexiones lingüísticas. 

La señora X, anticipando el caos, decide enfrentarlo con estrategias diversas: predicción, don de la ubicuidad y lenguaje de señas. Reconoce que en muchos casos, el castigo físico es inapropiado y que la crianza requiere cierta alquimia.

Cada mañana, al dirigirse al trabajo, experimenta una dolorosa partición. Detrás queda una ilusión óptica que ordenaría el espacio, acompañaría a los niños al colegio, al parque, supervisaría las tareas, los alimentaría y jugaría con ellos. 

Sin embargo, ese cuerpo tele-dirigido le roba presencia y tiempo, consciente de que en sus múltiples ocupaciones pierde lo esencial de ser madre, y sus hijos, la posibilidad de interactuar con ella. En estas complejas circunstancias, la simple ecuación 1+1=2 queda desafiada.

La señora X se convierte en otra pieza que se suma a la gran narrativa de las madres cabeza de familia, una figura que, lejos de simplificaciones matemáticas, encarna la complejidad y la riqueza de la experiencia materna en un mundo lleno de desafíos y desencuentros.

¡Libertad... para pensar!

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