Las ventajas de la formación escolar ¿un mito para los jóvenes vulnerables?

Cada generación, sin duda, 
se cree predestinada para rehacer el mundo.  
La mía sabe, sin embargo, que no lo rehará.    
Pero quizás el compromiso es mayor,
Consiste en  impedir que el mundo se deshaga

Albert Camus

En este artículo voy a referirme a las expectativas que tienen estudiantes pobres colombianos frente a sus propios procesos formativo.

En entornos vulnerables, la educación se convierte en un factor crucial, considerada una de las principales herramientas para alcanzar la movilidad social ascendente. No obstante, los estudiantes de estos barrios, a punto de finalizar la secundaria, perciben que los años anteriores fueron un desgaste innecesario.

La falta de recursos económicos para continuar con la formación técnica o universitaria, sumada a la percepción de sus familias de que el título de bachiller es un logro suficiente para conseguir empleo, contribuye a esta visión. Además, se enfrentan al analfabetismo informático y a la carencia de redes de apoyo que faciliten la obtención de empleo.

En este contexto, se evidencia un claro desfase entre las aspiraciones de los jóvenes y la realidad social que los rodea. Colombia, caracterizado por elevados niveles de desigualdad entre clases sociales y grupos étnicos, presenta canales tradicionales de inclusión, como la escuela, que no cumplen con las expectativas individuales ni aseguran la adquisición de conocimientos y habilidades necesarios para acceder a oportunidades laborales.

El bajo capital educativo acumulado por estudiantes de sectores marginados, quienes abandonan la escuela sin desarrollar habilidades básicas para el ámbito laboral, se traduce en subempleo y empleo precario. Este grupo poblacional se ve abocado principalmente a actividades por cuenta propia, como la venta ambulante de productos o servicios.

A pesar de que las instituciones educativas buscan formar ciudadanos con competencias comunicativas, reflexivas, y habilidades para la resolución de conflictos y toma de decisiones, los sectores marginados imponen dinámicas que limitan la acción de la escuela. La inseguridad frente a la rutina cotidiana y la incertidumbre sobre el futuro hacen que los individuos de estos entornos se retraigan, centrando sus proyectos y estrategias de vida en lo privado.

En este escenario, los pilares que sustentan el futuro, como el trabajo, la constancia, la solidaridad y el compromiso, pierden credibilidad y validez. La desigualdad socava los principios de igualdad, dando paso a la anomia y a comportamientos desviados y violentos.

¡Libertad... para pensar¡