Historias livianas: Barrio Siloé
Siloé está colgado en las colinas de Cali. Sus calles sinuosas y apretadas semejan túneles. Arrastra junto a sus habitantes el sino de las zonas rojas de Colombia: pobreza, marginalidad y conflicto. En este sector las carencias son más pronunciadas a medida que asciendes.
Óscar vive en la parte alta. Es un chico bien, al decir de sus parceros. Tiene el rostro cansino de quien a los 25 años ha renunciado a todo sin probar mucho. Es una veleta de paso en su propia vida que goza sin tregua, porque el mañana sólo son 24 horas.
Óscar tiene dos personas sagradas: su mamá y su novia Carmen. Evade los pleitos, pero no se arruga si debe enfrentar a cualquiera que cruce los límites inviolables que ha definido: cuatro metros de frente por seis de fondo, las dimensiones de su casa paterna.
Carlos R., el tuerto, como se hace llamar, se arrastra en la silla de ruedas a que lo condenaron el día que la parca le dio la espalda. Contra todo pronóstico es el "duro" del barrio, el que "come" más nenas buenas, amedranta al güevón que se las da de macho, y tiene el poder para hacer morir o dejar vivir a los pobladores.
Óscar tiene a Carlos en la mira, extorsionaba a su vieja quitándole el producido por la venta de dulces en los semáforos. Óscar la tiene clara: quedarse sano o tomar partido. Bang, bang, compró un arma.
¡Libertad...para pensar!
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