Síndrome de locura urbana


Artículos, Desigualdades sociales, Mujeres que matan a sus hijos, Abandono de niños por sus padres, Causas del abandono de niños, Feminización de la pobreza, Horizonte Femenino


Reflexiones sobre una Realidad Dolorosa: Entre la Locura Urbana y la Responsabilidad Colectiva

El tema que abordo en esta entrada puede resultar polémico y violento; no obstante, a mi modo de ver, solo es un reflejo de las mentiras que nos contamos a diario, sin lograr distinguir entre el sueño y la podredumbre. 

La situación que pongo en consideración ocurre con relativa frecuencia en mi país y en otras naciones; a lo largo de este año, he conocido varios casos reportados por las autoridades e igual habrá otros tantos que pasen inadvertidos. Esta reiteración hace que el suceso pierda novedad e importancia o se vuelva intrascendente.

Ayer, mientras me afanaba en mis quehaceres matutinos, escuché en la radio una noticia perturbadora. El locutor, con el mismo tono profesional que informa sobre la caída del dólar, las alianzas estratégicas de los grupos económicos; el lanzamiento del trabajo discográfico de éste o aquel cantante, las idas y venidas de la farándula criolla; los problemas de orden público en esta o aquella localidad; la ola de protestas motivadas por la reforma a la salud, que convierte el juego vida-muerte en un negocio cada vez más lucrativo para las entidades prestadoras de estos servicios y para los laboratorios farmacéuticos.  

La segunda temporada de lluvia que inunda medio país; los problemas en el Medio Oriente, y otros temas de interés general, nos comenta, a sus atentos radioescuchas, que la comunidad de un barrio del Distrito de Aguablanca en Cali recuperó el cuerpo de una recién nacida del caño de aguas negras a donde lo había arrojado su madre. 

El conductor se desplazaba con habilidad sobre la superficie de ese pantano, de un segmento de noticias a otro y de un corte de comerciales a otro; mientras yo me hundía en él irremediablemente.

Lo primero que me cuestiona sobre este caso son las posibles imágenes que formaría la mente de la mujer al momento de meter a la neonata dentro de la bolsa de basura y verla caer en el caño; darle la espalda a la situación y pretender retomar su vida. No quiero discutir lugares comunes. 

Decir que la mujer está loca es fácil y no necesariamente cierto; siempre los “expertos” se encargarán de dar su veredicto. El otro tema en torno al que podría girar la discusión es la continuidad de la vida de la mujer después de un acto semejante (sobre los problemas que representa para la bebé habrá otro tanto que pensar). 

Si se puede llamar o no vida o si es más o menos vida esa conexión de eventos que sobrevienen al hecho. Mi respuesta es simple, considero que no es válido partir solo de un ideal de vida buena para juzgar el quehacer de otros y desde ahí lanzar juicios morales sobre su actuar, concluyendo que su vida pierde matices después de una fractura de esta naturaleza. Pienso que si igual llamamos vida a una conexión de circunstancias, un acto censurable moralmente no la hace menos.

En esta entrada, entonces, quiero detenerme a discutir sobre la carga simbólica que tiene el instante en que la mujer se desprende de su hija. El segundo momento en que arroja ese cuerpo fuera de sí, el primero ha sido al parirla, dos instantes de afirmación y negación, darle la luz para enseguida devolverla con violencia a la oscuridad y la muerte. 

Ese gesto, que quizás pudo resultarle vano, me ha ubicado también a mí y a la humanidad entera en la condición de desecho, tirada sin mayores miramientos al caño de aguas negras de una ciudad colombiana. 

Estoy haciendo afirmaciones de grueso calibre, así que intentemos hilar más fino. Para no perderme y puedas acompañarme en este recorrido con el corazón abierto y la mente puesta en perspectiva, voy a intentar exponer mi argumento en cinco puntos.

Primero, empecemos por lo fácil, para ello me permito aclararte el título de esta entrada: Síndrome de locura urbana. Te insinué en los párrafos precedentes que una forma de zanjar la cuestión es considerar loca a la madre, con lo que cerramos el caso y no pasa nada. 

Pues bien, el título obedece un poco a mi diagnóstico, para que todos juguemos a ser “expertos”. La locura urbana hace referencia a la organización social moderna: ciudades con enormes tugurios que arrinconan a la población más pobre en sitios infrahumanos, con déficit de empleo, de salud, de educación, de alimentación, de vivienda, déficit de respeto, de moralidad, de solidaridad. Padecen todos los males imaginados y el único enfermo visible es el individuo. ¿Es posible no enloquecer en un mundo así?

En segundo lugar, me pregunto por qué razones esa mujer llevó el embarazo hasta último término si al final iba a cometer otro delito. Vamos más despacio. 

Si asumimos que la mujer es miembro de alguna comunidad de creyentes, habrá que deducir que no interrumpió el embarazo porque el aborto es criminalizado por la iglesia y el Estado; ahora bien, ¿en qué se diferencia un aborto o una interrupción del embarazo, definiciones dadas de acuerdo con las semanas de gestación, del acto de arrojar un bebé a un caño? 

Mi respuesta esta vez no es tan sencilla. Voy a ser atrevida e intentaré razonar como si yo fuera esa madre: si no puedo abortar por la carga moral y legal que representa, permito que el niño nazca (es posible que haya sido un parto en casa) y luego me deshago de él, sin evidencias jurídicas. 

De este modo, no cometo el primer delito, interrumpir la vida, sino que pongo al bebé en una situación diferente, para que otro se haga cargo de él. Aquí me parece importante considerar otro hecho, que las intenciones de la mujer desde el inicio sean rechazar cualquier relación con el bebé. 

El aborto practicado clandestinamente implica un alto riesgo para la vida de la madre. Las probabilidades de sobrevivir a un parto son mayores. La decisión de llevar el embarazo hasta el final pudo estar guiada también por el temor a la muerte propia.

La tercera cuestión que viene al caso ¿por qué arrojarlo a un caño y no entregarlo a las autoridades? Frente a esto se me ocurren dos posibles respuestas: primera, al abandonarlo en un caño o en un contenedor de basura, como ha ocurrido en otros casos, el bebé puede ser descubierto por un desprevenido transeúnte, quien advertido por su llanto daría aviso a las autoridades, sin que haya conexión alguna con la madre. 

¿Te preguntas, como yo, qué ocurre si el bebé no llora o no lo escuchan? Segunda, no existen antecedentes de madres que vayan a una oficina estatal indicando el deseo de renunciar a la patria potestad de su hijo, esperando se lo reciban con el argumento “no lo quiero criar, no soy capaz, no deseo ser madre”. 

La reglamentación es clara a este respecto y cada padre y madre debe asumir la responsabilidad contraída cuando decidió concebir un hijo, voluntaria o involuntariamente.

Para abordar el cuarto punto, voy a referirme a otros aspectos de este problema, especialmente lo relacionado con las emociones y sentimientos que afloran durante el embarazo. 

Por experiencia puedo decirte que este proceso vivido en soledad, sin la compañía de tu pareja, sin el apoyo de tu familia y de tus bien intencionados amigos que siempre te reclaman traer hijos a un mundo degradado, es una experiencia triste, dolorosa y pesada. Tiene la forma de un laberinto bajo un invierno invariable. 

A medida que avanzas sabes que no hay salida. Sin duda, el miedo es el principal sentimiento, miedo a todo, una sensación similar a la que puede producir caminar por un campo minado. Para hacer llevaderas sus respectivas etapas recurres a lo mejor que hay en ti. 

Día a día limpias los restos de suciedad que te ha dejado esa estación fría y te recubres de fortaleza. El trabajo es arduo, lento y exige un empeño y una responsabilidad que no todas tenemos. Volviendo a la primera cuestión de este asunto, las imágenes que pasaron por la cabeza de la mujer mientras arrojaba a su hija al caño, es posible que la decisión haya sido preparada durante los nueve meses del embarazo y ese único gesto sea una puerta de salida. 

¿Te preguntarás qué pasa con el llamado instinto maternal, puesto en esta tarea solo me cabe responderte con otra pregunta ¿cómo proteges o te importa un ser visto como una negación de todas las posibilidades que la vida puede ofrecerte?

Hago un paréntesis para volver al tema de la responsabilidad, hasta ahora, en este intento de comprensión de un hecho lamentable que cada día cobra nuevas víctimas, figuran solo dos actores: la madre y la niña. 

El tercer actor anónimo, el padre, permanece tras bastidores, expongámoslo un poco a la luz, que salga al escenario y nos cuente qué responsabilidad le corresponde en este delito. 

Seguramente conoces alguno de los argumentos aducidos por los hombres irresponsables, uno de los más comunes, y violentos: “toda mujer es puta”, de plano deja huérfana cualquier pretensión de imputarle un hijo a un individuo convencido de su inocencia, y cuyos cálculos matemáticos poco entienden de ciclos menstruales. 

Se cierra el telón, no hay caso para él; pero las autoridades, que lograron identificar a la madre, pueden llegar hasta él y juzgarlo por abandono y negligencia. Sin embargo, lo más seguro es que esto no ocurra, porque el delito es una tentativa de homicidio y no se juzgan los hechos que motivaron tal acción.

Concluyamos con el quinto punto, mi interés a lo largo de este escrito ha sido ofrecer elementos para discutir la carga simbólica que tiene el gesto de rechazo de esa madre. Siguen latentes las preguntas ¿por qué un caño o un contenedor de basuras? ¿Qué debe decirnos ese acto?

En El perfume, Patrick Süskind nos cuenta que el personaje de Jean B. Grenouille es depositado por su madre, quien se atiende sola el parto, entre los desperdicios del pescado que vende, para que muera allí. Y la vida continúa, hasta que el llanto del niño la delata. 

El caso es recurrente, un hijo no deseado adquiere la forma de lo accesorio, para no sonar tan cruda ni explícita, algo de lo que te puedes desprender sin mayores consideraciones porque está de más en la vida de quien así actúa. 

Fíjate que hago referencia a un ser como objeto, porque me pregunto en qué momento un hijo no querido conquista la categoría de persona frente a sus padres. No deseo retroceder en una discusión que avanza por la vera contraria a la que sigo. 

Los debates sobre el aborto y la interrupción del embarazo versan ahora sobre la autonomía de la mujer para decidir qué hacer con su cuerpo y cómo vivir su sexualidad, y no en la categoría de persona que deba asignársele a un ser de acuerdo con su grado de formación. 

Que el debate se haya reorientado no implica una superación de la primera cuestión. Sin embargo, mi tema es comprender si un feto y un bebé tienen el mismo nivel de significación en la cabeza de una madre que los rechaza.

Tras esta argumentación, debo considerar la posibilidad de que la bebé fuera para su progenitora un pedazo de carne y no un sujeto de derechos con valor moral. En este caso, hay un juego similar al que se vive en las guerras, justificadas por la dinámica amigo-enemigo, en la que el otro es revestido de cualidades que expliquen su eliminación inminente. 

El enemigo impide el logro de unos objetivos reales o propuestos. Un hijo, como señalé antes, puede ser visto por esta madre de igual forma, un impedimento para realizar su ideal de vida, pues la ata a un espacio y unas condiciones socioeconómicas que tenderán a volverse más precarias. En consecuencia, su bebé “no sirve”, es peso muerto. ¿Te suena cruel?

El lenguaje económico permea muchos aspectos de nuestra vida. Es posible que en algún momento te hayas 

El lenguaje económico permea muchos aspectos de nuestra vida. Es posible que en algún momento te hayas referido a otro en los mismos términos, para significar que no responde a tus intereses, no aporta elementos positivos a tu vida o simplemente es alguien de quien pasas. 

Este lenguaje es más común en las relaciones de pareja y familiares, en las que impera el sentido utilitario de las cosas, trasteado literalmente como valor que se asigna a otro. Antiguamente, la organización de la familia se basaba en ese carácter de objeto de trabajo que se les daba a los hijos, entre más numerosa mejor, en parte porque existía la creencia de que cada uno traía un pan bajo el brazo. 

Ahora, cuando se ha develado la perversidad que respaldaba tal ficción, los hijos y su importancia se ubican en el lado opuesto. El hoy y sus usos, aquello de lo cual podemos obtener alguna ventaja o ganancia, se instala pesadamente y de modo incorrecto en nuestro mundo, porque el mañana es una posibilidad remota. Un hijo resulta una proyección a muy largo plazo para alguien que quiera o deba vivir día a día.

Todo este asunto es escabroso y seguirá generando múltiples debates. Pese a lo que pueda sugerirte una lectura descuidada del texto, no señalo un único culpable. Me permito citarte una frase de Albert Camus: “somos responsables de lo que hacemos, de lo que no hacemos y de lo que impedimos que se haga”. 

En otro contexto, Judith Shklar, una teórica política, para dar cuenta de nuestro descuido e irresponsabilidad ciudadana lo refiere así en su libro Los rostros de la injusticia: “La injusticia activa consiste en la negligencia, tanto por parte de funcionarios públicos como de ciudadanos privados, en evitar una mala acción cuando podrían y deberían hacerlo… 

Como ciudadanos, somos pasivamente injustos cuando no informamos de delitos, cuando miramos a otro lado ante el fraude o robos menores, o bien cuando toleramos la corrupción política o aceptamos leyes a sabiendas de que son injustas, torpes o crueles” (2010:33).

Muchos consideran que las temáticas abordadas en este blog y su autora son feministas, esa definición puede nacerles de nuestra tendencia a reducir la vida a lo simple, a la eterna lucha entre sexos, géneros o categorías; también puede estar motivada por que nos negamos a reflexionar sobre lo evidente, problemas comunes que desatendemos porque esperamos que otros se ocupen de ellos. 

Si los aborda una mujer la encasillan en el molde del feminismo sin hacer distinciones, o en su defecto relacionándola con su corriente más beligerante. Te escribo desde una postura por la que estoy determinada biológica, emocional y socialmente: soy mujer. Esa es mi circunstancia ¿cuál es la tuya?

Gracias por acompañarme en este recorrido.

Referencia Bibliográfica  

Shklar, Judith (2010): Los rostros de la injusticia. Editorial Herder.


¡Libertad…para pensar!

Comentarios

  1. conmovida, porque el viaje que me propusiste fue un viaje adentro de mis entrañas... al mirar hacia dentro, todos somos un poco ese otro que juzgamos, gracias por tu agudeza emocional, esa agudeza es la mas generosa de todas...

    ResponderBorrar
  2. Hola, Kathe, qué gusto que te hayas pasado. Es un placer compartir contigo esta experiencia. Abrazos

    ResponderBorrar
  3. Te escribo desde lugares comunes: un más o menos cómodo piso de una ciudad más o menos cómoda. Son muchos los argumentos que das y visto el asunto desde esa perspectiva, pocos argumentos son refutables. Y desde este lugar común, me remito a otros comentarios que te hice cuando abordabas asuntos muy diversos. En la educación está la clave. Probablemente no entiendas por qué te digo esto ahora. No sé si alguna vez te he comentado que para mí la educación es más que unos conocimientos académicos y todo lo de alrededor, aunque me imagino ya lo sabes. Educar implica todo: desde prevenir que la mujer llegue a ese punto (lugares cómodos y comunes otra vez), hasta conseguir que la mujer no llegue a ese punto de vacío emocional en que la carne sea desechable. Lo sé: ¿cuál es el límite entre el feto y el trozo de carne que ha salido de la mujer? Creo que para nadie es el mismo, pero el mío por ejemplo queda mucho antes. La educación reside también en el hecho de que la mujer no llegue a ese punto de perversidad en que la vida no sea nada y no sea capaz de proyectar algo diferente para su futuro hijo. La educación igualmente consiste en no convertir a la mujer (y si fuera el hombre, igual) en una pared que no distingue dónde empiezan los sentidos, dónde la proyección de futuras emociones, y dónde estás cortando los lazos que ya uno no tiene derecho a cortar. Lo sé, te respondo desde mi cómodo sofá...
    En cuanto al último párrafo, me es indiferente el género de quien actúa, lo digo por experiencia propia: larga vida a este maravilloso invierno que pensará por si mismo, y tomará sus propias decisiones cuando yo ya no esté. Besos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Querido, Javier. Me es claro el papel y el valor que atribuyes a la educación en los procesos formativos, y estamos de acuerdo en ello. Aunque, y en esto me desvío un poco de mi respuesta, la educación en muchas ocasiones profundiza más las brechas existentes entre las personas; también la educación es un baluarte de los tipos que pregonan la muerte, la guerra, el hambre y el genocidio como respuesta a todo lo que no cabe en sus obtusas cabezas. Es posible que esta mujer tenga niveles de educación muy por debajo de los que se imparten en las academias militares y en otros espacios donde la eliminación del otro es el principal objetivo; pero ves, me desvié otra vez. Como tú creo en la educación y en la necesidad de acompañar a las mujeres para evitar que estos actos se repitan con la frecuencia que se presentan ahora; pero que dicho acompañamiento se haga libre de cargas valorativas que exigen que el otro se comporte de esta o aquella manera, según esta o aquella doctrina. Sobre todo, estoy de acuerdo y exijo, si acaso se pudiera, que las leyes no sean ciegas a las circunstancias y que ambos padres sean juzgados por igual. Que las mujeres no seamos quienes llevemos las de perder, porque como se dice popularmente "al fin y al cabo, los hijos son nuestros".

      Borrar
  4. Dejando a un lado la discusión de si fue o no un acto involuntario, este viaje es un retrato de las muchas y variadas escenas en las que se muestra repudio por la vida, una vida guarecida por el miedo y la desesperanza. Kisses!!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias, Deya, me gusta ver tu rastro en este espacio. Creo que tu frase resumen en gran parte lo que pretendo hacer un poco explícito en el texto, que al final nuestras opciones frente a los problemas o las situaciones difíciles no son las más adecuadas, y siempre estamos un cortos de capacidad de análisis pensar las consecuencias que pueden generar a futuro. El significado de la vida, aunque sea un tema que nos involucra a todos, tiene un sentido muy particular al interior de cada sujeto.

      Borrar
  5. Tremendo el camino que seguí tras de ti. me hizo reflexionar que, sobre un hecho que produce rechazo sólo escucharlo. se esconden muchas preguntas. Algunas sin respuestas. Argumentos que hacen que no envidie la tarea de ningún juez y me reafirma en la conciencia de que nadie puede juzgar a nadie. Dolor crudo, dolor real, condiciones extremas, pobreza y desesperación y una mujer valiente como tú capaz de denunciarlas con libertad y de regalarnos a la vez, la libertad de pensarlas. Sé que te dolió sacarlo mi Niña de los Océanos, así que muchas gracias y un fuertísimo abrazo

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras, Amparo. Es doloroso tener que narrar estas historia, pero también es una forma de mantener alerta sobre nuestra fragilidad como seres humanos y sobre las circunstancias de nuestras vida que generan comportamientos como los de esa madre. Una pena que esos hechos se repitan con frecuencia en algunas regiones.

      Borrar
  6. Aunque para esa madre el bebé sea un peso muerto, un trozo de carne. Representa lo más sagrado, la vida y lo hace al matarlo, trasgrede todo lo que la haría persona, mujer y madre. Un abrazo :D

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Cristina. Gracias por comentar. Entiendo tu punto; pero esa vida que refieres como lo más sagrado no siempre lo es en el sentido que se requiere. La vida es violada y segada todos los días y de la forma más denigrante. Este es sólo uno de los muchos casos en que damos al trasto con lo que debería ser algo común entre nosotros los humanos, el respeto a cualquier forma de expresión de la existencia

      Borrar
    2. Cristina, par matar a esa niña después de nacida, mejor que no la tenga! No sabemos las condiciones en que fue concebida, y yo soy persona y mujer por encima de todo, pero para matar a alguien que he llevado 9 meses dentro, elijo el aborto!

      Borrar
  7. Un viaje estremecedor, planteamientos reales que comparto totalmente. No pienso que tus publicaciones deban tomarse como feministas sino como la denuncia de un ser humano que se siente conmovido con el sufrimiento de otro ser de su misma especie y en este caso se su mismo sexo. Excelente entrada, un gran abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Mirta. Gracias por tus palabras, la circunstancia a que refiero al final de la entrada es sólo una toma más de postura y como bien señalas de un ser humano frente a los horrores que vivimos diariamente. Saludos

      Borrar
  8. Debo reconocer en que ha habido un momento en el que he dejado de leer el post, no por nada, sino porqué no me entra en la cabeza que se pueda gestar a un hijo, en este caso una niña, durante 9 meses, traérla al mundo, y ser capaz de matarla. Esto muy cansada de las discusiones de si es vida o no desde el momento de su gestación, de si el aborto es matar a una persona..es más habiendo estudiado derecho, y aguantado y discutido con y por los lados más conservadores, católicos, apostólicos y romanos, el derecho del nasciturus en término jurídico y su protección ( es decir el no nacido) pero a la vez más falsos cuando eso sucede en sus familias...porqué cuando lo viven ellos, seguro que no actúan cómo predican!!!
    Defiendo el aborto, sin duda y más cuando me encuentro con casos así; porqué cómo bien decías, cuantos niñ@s que ha sido abandonados a su suerte en contenedores de basura, o ahogados etc no han podido ser salvados? Las noticias sólo sacan y difunden cuando un bebé ha sido salvado por casualidad de morir dentro de un camión de basuras, porqué tuvo la suerte de que alguien que pasaba por la calle le escuchase llorar, pero cuantos de esos bebes, no han tenido la misma suerte? Para tener un hijo y matarle, mejor aborta, y si lo tienes dalo en adopción que seguro que tendrá unos padres que le quieran lo que no han sido queridos, no me importa porqué motivo les hacen eso, excepto cuando se trata de una violación en la que creo que se debe abortar o darlo en adopción, pero llevar 9 meses en tu vientre algo que es un ataque hacia tu persona, no debe ser nada fácil.
    Para quién piense que abortar es matar uan vida, le digo que lo que Ma Eugenía nos ha contado ,si es matar y de verdad!!!

    Saludos!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola Rosa, Bienvenida. Gracias por continuar, pese a la renuencia y al fastidio. Gracias igual por tus valerosas palabras que me permiten conocer un poco mejor a la mujer que eres. Bien sabes que comparto tu opinión.

      Borrar
  9. Sentado frente a mi ordenador, confortablemente instalado en mi estudio, con la calefacción central protegiéndome del frío y sin tener que preocuparme por lo que voy a comer, que derecho puedo tener yo de juzgar a esta mujer?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Eric, el caso que narro es uno entre muchos. La situación de esa mujer se repite con ligeras variaciones en América Latina o en otras regiones. Puede que no nos interese juzgarla a ella como particular; pero considero que si es necesario juzgar un poco desde nuestra condición de personas y de seres humanos porque el mundo que se desintegra, con más o menos participación u omisión, es una construcción colectiva

      Borrar
  10. La vida es un fenómeno distinto para cada uno y pretendemos juzgar los actos con unas cuantas normas comunes...difícil o más bien imposible...La vida debe ser examinada según las condiciones de cada uno y sentida...sentida como tu lo has hecho..Es duro y terrible un suceso como el que narras, pero, María Eugenia, podríamos culpar a las desigualdades sociales y a la injusticia..y en muchos casos son ellas quienes minan el coraje y el amor sobre todas las cosas que deberían manar del corazón de una madre hasta convertirla en la asesina de su hijo...Pero aunque se dan casos así, demasiados hay también en los que la pobreza y la desigualdad social no intervienen, simplemente unos ambiciosos planes truncados..El ser humano es lo mejor, el ser humano es lo peor, a eso se reduce en mi parecer, juzgar...no sabría amiga...o si, pero me equivocaría..Saludos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias, Alfmega, que bien que abordes esta cuestión desde los múltiples significados que adquiere la vida para cada ser humano, lo que no se reduce a un conjunto de circunstancias sino a un imbricado de situaciones, emociones, personajes, creencias que al final configuran nuestra existencia y definen el modo como la enfrentamos .

      Borrar
  11. María Eugenia, en primer lugar desearía expresarte mi sincera felicitación por el artículo-ensayo que nos muestras. Y deseo decirte que al leerlo, desde mi punto de vista masculino, me hacía mil preguntas que una a una se iban quedando sin respuesta. En efecto, la noticia está en la madre y la criatura sacrificada pero todos parece que estamos olvidando al padre. ¿Por qué se acusa, por qué se compadece a la mujer? Es un caso, solo uno más de la crueldad a la que nos encontramos sometidos dentro de la sociedad en la que vivimos. ¿Y de dónde nace la crueldad de ese hombre que abandona a esa mujer y en cierta medida la obliga o conduce a tomar la terrible decisión? No solo hay que buscarla en su status social y cultural sino también en su propia ética individual no colectiva. ¿Quién es pues el verdadero y auténtico asesino de la criatura? No me valen justificaciones de imperiosa necesidad sexual en ambos ni descuidos, ni encogerse de hombros, ni otras manifestaciones apesadumbradas de arrepentimiento fingido. De igual forma que la naturaleza regaló a la madre la posibilidad de serlo también del mismo modo ese madre naturaleza regaló al hombre la posibilidad de convertirse en padre de ahí que cada uno debe asumir su propia responsabilidad no solo ante los demás sino ante sí mismo. De nuevo felicidades por tu artículo, al tiempo que a tí y todas las mujeres os muestro mi respeto y admiración. Un beso.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Rafael, gracias por tus palabras y por plantear la cuestión desde el enfoque masculino. Lastimosamente en nuestras sociedades cuando se presentan casos como este suele criminalizarse principalmente a las mujeres por ser quienes albergan a esa nueva vida. Esperemos que a futuro se equiparen las cargas y cada uno de los intervinientes en una relación de pareja asuma su propia responsabilidad.

      Borrar
  12. Supe de tu existencia porque te pasaste por mi blog. Estupendo post. Tremendamente triste. Comparto las reflexiones que te han ido dejando, hechos así, sólo puede calificarse de atroz.
    Decirte que tienes una nueva seguidora. Un abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Marybel. Gracias por tu visita. Me alegra hayas encontrado algo de valor en este post.

      Borrar
  13. Tengo por costumbre, observar los hechos desde diferentes puntos de vista. De ponerme en los zapatos del otro. Y eso hago. El que creció en la pobreza , en el abandono, abuso, miseria, sin continentes emocionales. Generalmente, no puede, no sabe, discernir entre lo que está bien y lo que está mal. Por supuesto que es un hecho aberrante..no estoy de acuerdo ni con esto, por supuesto, ni con el aborto. Siempre se encuentra una solución. Asesinar no es una solución desde ningún punto de vista. Pero a veces, se desvaloriza tanto la vida, que luego no se tiene noción de lo que esta significa. Puede ser este el caso o no. No lo se.
    Me supera este tema, pero tengo claro que no puedo opinar sobre esa madre, si no estoy en su piel. Un abrazo Linda! Excelente, excelente tu entrada!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Soledad, es cierto que muchas circunstancias económicas, sociales, culturales y familiares inciden en la forma como nos desenvolvemos y en las respuestas que damos a diversas situaciones de nuestra vida. También es cierto que el asesinato no lo es menos dependiendo de quien lo cometa y bajo qué condiciones. Coincido contigo en esto y en el asombro que me produce sentir que la vida se ha convertido en un objeto que valoramos según criterios económicos o sociales.

      Borrar
  14. Para reflexionar. Educación, educación, educación desde la base liberal y progresista. Esto en general, en marticular con respecto a esa madre no puedo decir nada porque ¿qué situación estaba viviendo en ese momento? ¿qué le pasó por la cabeza?
    Cariñoso abrazo

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, María. Eres justa cuando decides no juzgar a esa mujer desde los pre-conceptos que manejamos, desde nuestra visión particular de mundo que esperamos permanezca inalterable para todos. Qué paso por su cabeza también es mi pregunta.

      Borrar

Publicar un comentario

Gracias por comentar, tus palabras me permitirán vislumbrar otras opciones de interpretación y comprensión de este universo.

Entradas más populares de este blog

Historia del barrio Mojica (Cali-Colombia)

Debate Physis vs Nómos

La identidad personal en David Hume