El diario de Gabriela (su experiencia con el cáncer) III


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Quiero narrarles esta historia paso a paso, haciendo un recuento de los momentos más importantes y significativos de mi experiencia. Este relato pretende ser un testimonio de mi visión sobre la enfermedad y la muerte. No tengo interés en que lean buscando detalles ocultos de mi vida, que pudieran no entenderse a través de la convivencia y esa imagen, acaso ilusoria, que uno se forma de sus padres. Les escribo para que lean en el futuro y me visualicen en este momento como yo me percibo.
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Jueves 20 de febrero

El cáncer y las enfermedades de su tipo nos hacen vulnerables socialmente, de ahí que algunos prefieran guardar silencio sobre su condición.  No exponerse a las miradas escrutadoras de quienes se piensan a salvo de todo.  Quienes señalan, intimidan, aíslan y cuelgan una lápida a la espalda del enfermo antes de que la vida se pronuncie.  

Pero en muchos casos decir está de más, el deterioro físico es evidente.  El cuerpo se seca hasta convertirse en un árbol viejo al que le falta savia.  Camina su tristeza, y va dejando sus restos, polvo bíblico, sobre el asfalto. 

La muerte sobra.  En este mundo sostenido por el sueño de vida eterna e intemporalidad de la carne se ha convertido en un evento ajeno a nuestra naturaleza.  Un error que debe ser corregido. Sin elección, los enfermos terminales viven la experiencia de Neo.  Un fallo técnico los ubica al otro lado del espejo, sin darles tiempo a reaccionar los expulsa de la matrix y deja caer desnudos al ahora.
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Viernes 21 de febrero
Llamo a la secretaria del oncólogo. Tengo conmigo los análisis de laboratorio y las órdenes médicas.
  • Buen día, consultorio del Dr. Coronilla
  • Buen día. Soy Gabriela Osorio. Necesito hacerle llegar una copia digital de los resultados de mis exámenes de laboratorio al Dr. Coronilla. Me indicó que podía programar la cirugía con usted.
  • ¿Qué cirugía van a practicarle?
  • Una cirugía en el seno – fórmula mágica para indicar que no entiendo la letra.
  • ¿Qué tipo de cirugía?
Me esfuerzo en volver letras los símbolos garabateados con rapidez. El resultado es un término nuevo para mí.
  • Una cuadrantectomía central
  • El Dr. Coronilla viaja el próximo jueves 27 de febrero a un congreso que se realizará fuera del país. Regresa el 11 de marzo.
Pensamientos en stand by. Reacciono por impulsos.
  • ¿Puede el Dr. Operarme antes de su partida?
  • El Dr. Tiene la agenda llena hasta el jueves. ¿Su cirugía exige localización?
  • ¿Localización?
  • Sí. Es un procedimiento que se realiza a través de una ecografía, para determinar y señalar la zona donde se hará la extirpación.  Esta técnica se emplea cuando el quiste no es palpable.
Reviso la orden y ahí está. El segundo ítem indica autorización para una ecografía. Leo con atención el formato de mi servicio médico y la orden del oncólogo, noto en el primero el sello que indica “cuenta separada”, y una “X” debajo de alto costo. Seguidamente se discriminan los valores a pagar por el seguro y el paciente. 
Sigo, ahora no proceso números. La cuadrantectomía va acompañada de otros dos procedimientos: resección del sistema ductal y colgajo glandular de reconstrucción.
La secretaria espera con paciencia mi respuesta.
  • Sí. La cirugía exige una ecografía de localización.
  • No hay citas para esta ecografía hasta después del 1 de marzo. De cualquier forma debe esperar que el Dr. regrese. Él no puede salir de la ciudad y dejar pacientes en posoperatorio.
  • ¿Hay alguna posibilidad de hablar con él más tarde?
  • Intente llamar después de las 2:00 p. m.
Marco a las 2:00 p. m. y el Dr. no está disponible. Me piden que reintente después de las 5:00 p. m. Remarco a esa hora a las 5:30 p. m., a las 6:00 p. m., dejo mi número de celular para que me devuelva la llamada, y no hay respuesta. 
Me visualizo frente a una bifurcación. El seguro me indica que la única salida, y no la más correcta, es cambiar de médico, lo que exige reiniciar el proceso. Decido reintentar el lunes. Hacer lo que esté a mi alcance para resolver la situación y aceptar lo que no pueda cambiar de este viacrucis.
¿Qué tan importante es el tiempo en este proceso? ¿15 días de espera harán alguna diferencia con respecto a mi estado? No pienso sólo en mi salud física, me desgasta la ansiedad. Siento que participo en una carrera de obstáculos. En sus 15 minutos de consulta, el médico se limita a decir lo estrictamente necesario.  Las secretarias se limitan a programar citas, diligenciar formatos y autorizaciones, es su trabajo. El seguro autoriza procedimientos porque el médico así lo dispone, y yo debo llevar mi cuerpo obediente a donde corresponda. Este juego de sobreentendidos y omisiones está regulado socialmente. De una u otra forma todos participamos en él. El paciente no desea saber demasiado porque la verdad es dolorosa y el médico se expresa, en ocasiones, ocultando más que diciendo. En mi caso son más las dudas que las certezas. Lo cierto es el dolor en el seno, incrementa con la ovulación y alcanza su pico durante el sangrado. Eso no va a cambiar por ahora. Si tengo la enfermedad, esta seguirá su curso normal y 15 días son una distancia considerable de camino al deterioro. El oncólogo ha puesto mi problema y el de sus otros pacientes en remojo.
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Sábado 22 de febrero
Vivir, vivir que no da espera. Seguiré el consejo de Adrián, callaré mi yo analítico y me limitaré a respirar y sentir. Los ojos siempre abiertos encuentran horrores tras cada esquina, en cada gesto, acción o discurso. Cuestionarlo todo me acerca demasiado al infierno. Vivir, vivir que no da espera. Apago el cerebro. Archivo el proceso, lo mismo que hizo el médico. 
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Miércoles 12 de marzo
No logré desconectarme. Dediqué los días a preparar mi ánimo para lo que pueda venir.  Asumo que si el diagnóstico es positivo la familia y amigos querrán explicar mí caso.  Me anticipo, seré yo quien haga las conjeturas.  
Puedo empezar preguntando ¿por qué me tocó esta suerte?  No he sido demasiado descuidada, evito someter mi cuerpo a tratamientos invasivos o consultar al médico por dolencias que pueden aliviarse con una buena dosis de tranquilidad y optimismo. 
Creo en la prevención, es un buen método para mejorar nuestra calidad de vida. Sin embargo, un alto porcentaje de quienes como yo llegan a las clínicas y hospitales tienen enfermedades que nacen del desorden desmedido de nuestras sociedades. 
Mi padecimiento más común, el estrés crónico, tiene origen mental, actitudinal y económico.  Ésta es la única culpa que acepto, soy la responsable de someter mi cuerpo a presiones intolerables.  Él y yo giramos a revoluciones distintas. 
El cáncer es otro tema, muchas de sus causas siguen viviendo en la sombra. ¿Por qué a mí? Porque me corresponde vivir esta experiencia.  Así debe ser.  No tiene sentido buscar explicaciones metafísicas para un suceso que excede mi comprensión.  
Lo que sigue es aceptarlo, revertir sus efectos en la medida de mis posibilidades y evitar que destruyan todo cuanto me rodea, empezando por mis propios cimientos. 
Morir a consecuencia de una enfermedad es un privilegio que no tiene quien muere en un accidente, asesinado o a consecuencia de un desastre natural.  Morir a plazos permite hacerle otro duelo a la pérdida.  
Nosotros, los acostumbrados a renegar de todo, a odiar sin medidas, a archivar emociones para desempolvar luego, a creer que las oportunidades son cosas del futuro, cuando cada día ofrece infinitas, tenemos con este tipo de muerte una buena ocasión para organizar los asuntos inconclusos.  
La otra ventaja de morir así es el proceso de acompañamiento, que involucra a un círculo amplio de personas. Quienes día a día presencian el desvanecimiento del enfermo pueden hacer junto a él un buen ejercicio de solidaridad o, por el contrario, anticiparle el infierno en vida.

Continúa...

¡Libertad... para pensar!

Comentarios

  1. En esta ocasión destacaría algo que va más allá del contenido, lo cual es bastante complicado teniendo en cuenta el tema que se toca. La lucidez de la narración es extraordinaria: has ordenado el caos de Gabriela de manera magistral, has hecho un paralelismo excelente entre el standby médico con el standby mental de Gabriela, has dejado muy bien plasmado la horrible y casi inenarrable sensación de estar a un lado o al otro de la enfermedad. El porqué de una pregunta que podría tener miles y ninguna respuesta lo has respondido desde la sabiduría de ese don no sólo de palabras, sino de ideas que tienes. Hay gente que puede que sobresalga en sus periódicos, o en sus bestsellers, pero ideas como las que aquí se desprenden, y de esta manera, aun a riesgo de estar por aquí perdidas en este otro caos que es internet, deberían tener un reconocimiento muy especial. Superaste lo que creía insuperable: Chiquín.

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    1. Gracias a ti, mi lector número uno. Si dices que superé a Chiquín, he logrado conmoverte de otro modo y me gusta. Te quiero. Gracias por estar ahí.

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  2. Excelente narración. Has sabido reflejar la psique de una enferma de cáncer de manera conmovedora.
    Comparto con mucho gusto!!! Felicidades.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Marybel. Valoro mucho tus palabras, lo sabes. Gracias porque tus comentarios siempre aluden a los aspectos del escrito que busco mostrar aunque no siempre con aciertos. Un fuerte abrazo.

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  3. Conmovedor por el tratamiento valiente y con la distancia suficiente para apelar a las emociones y principalmente a le empatía del lector sobre una enfermedad que todavía alguno la ven como un castigo o un estigma.

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    1. Hola, Gonzalo. Bienvenido a esta travesía. Gracias por tus palabras y por el reconocimiento a un esfuerzo pequeño pero bien intencionado. Espero vuelvas. Saludos

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  4. Es un escrito impecable, como lo es Gabriela, denota sinceridad, ganas de contar una historia creible, hay desazón, angustia, y aunque parezca incoherente sentido de pertenencia con la enfermedad. En alguna ocasión leí un escrito de una periodista que enfrentó el cáncer y expresó algo como: "Lamentablemente es mi enfermedad y tengo que asumirla con dignidad, fue la que me tocó e intentaré vivirla hasta que alguna de las dos venza". Espero y deseo que esta historia tenga el mejor de los finales.

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    1. Hola, querida. Bienvenida. Gracias por comentar y gracias por ver en Gabriela esos aspectos que tan bien conoces de nuestra Gabriela. Gracias por estar ahí y acompañarla en este tortuoso y largo camino. Abrazos

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  5. La fase de la aceptación, el término de mirar a los ojos a la enfermedad y aceptarla con todas sus consecuencias, preparándote tanto mental como fisicamente. Enorme relato. Sobrecogedor. Ojalá esto humanice el trato que se dispensa al paciente, donde alguna vez se olvida la humanidad. Besos Gabriela, guerrera, mujer dragón. Mi admiración más humilde señora y un muy fuerte abrazo

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    1. Querida, Amparo. Creo que una forma acertada de enfrentar la enfermedad con menos miedos y prejuicios es aceptándola como lo que es. Un problema igual a tantos otros que enfrentamos a diario y que debemos saber resolver de la mejor manera posible porque a diferencia de los problemas cotidianos, este compromete como pocos nuestra vida.

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  6. Querida María Eugenia es excelente la narración y un gran tema abordado con gran nivel, me llega mucho y te felicito, un abrazo!

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    1. Gracias, Graciela. Tus palabras me invitan a seguir contando esta historia y darle voz a las palabras de Gabriela y a otras tantas mujeres afrontan estas experiencias. Saludos

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  7. Sobrecoge leer esto, y mucho porque ese narrar la historia desde el perfecto acuerdo entre lo que es y puede ser, ese aceptar la realidad amoldándose a ella y a sus exigencias desde la entereza que lo sujeta todo..Es inquietante palpar enestas letras la grandeza y valor del ser humano. Besos Mª Eugenia, toda mi admiración no es nada frente a esto.

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    1. Gracias, Alfmega. Las certezas son un modo de afincarnos a esta realidad y verla a la cara sin miedo. no es aterrador, es alucinante pero necesario. Saludos

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Gracias por comentar, tus palabras me permitirán vislumbrar otras opciones de interpretación y comprensión de este universo.

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