Después de las siete



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Hace unas horas encontré a Santiago en la floristería, llevaba algún tiempo esperando ser atendido.  Parecía ansioso.  Cuando la dependiente preguntó por su pedido vaciló un rato, luego dijo con firmeza: “quiero enviar un ramo de violetas a un domicilio”.  La muchacha, quien tendría unos 25 años, procedió a tomar nota. 
 
Carmen tenía ganas de salir antes de lo acordado.  Sabía que si esperaba un poco más perdería el valor y el deseo de empezar de nuevo. Cogió el teléfono y marcó al servicio de taxis.   Antes de colgar ya tenía el bolso y la maleta a su lado.  Los arrastró fuera de la habitación y se dispuso a descender cinco pisos hasta la portería del edificio.   
 
Santiago dio la dirección de su actual residencia en la calle Cisternas, edificio Los Sauces, apartamento 502.  Compró un ramo grande, se dejó aconsejar de la vendedora e hizo acompañar las violetas con una nota en papel color rosa: “Te amo.  Sólo sé decirlo de esta forma”.  
 
Carmen llegó al primer piso sin aliento.  Sonrió al recepcionista y pidió prestado un pedazo de papel y un lápiz.   
 
Santiago condujo a la hora pico de un extremo de la ciudad a otro.  Contrató una serenata para sorprender a Carmen.  Se la encargó al grupo que interpretó en la boda la melodía con que se enamoraron.  En medio del caos vehicular se devolvió quince cuadras hasta el restaurante favorito de su esposa.  Pidió servicio, también a domicilio.  
 
Carmen abordó el taxi a las 6:20 p.m., cuarenta minutos antes de lo prometido a Santiago.  Dio la dirección de un hotel ubicado a las afueras de la ciudad, al que solía ir con Ernesto dos veces por semana.  Al calor del momento olvidó un detalle importante.  Buscó en su bolso el teléfono móvil y llamó al amante.  Tras dos intentos fallidos envió un texto: “Todo se ha precipitado.  Voy camino a nuestro rinconcito.  ¿Me alcanzas allá?”  
 
Santiago volvió a casa en un tiempo record.  Necesitaba coordinar la cena y la serenata sorpresa.  Las violetas esperaban en la recepción junto con una nota de Carmen garabateada con prisas: “Después de las 7:00 p.m. nada hará que esto cambie.  La forma como expreses tus sentimientos es lo de menos”.   
 
A las 6:50 p.m. Carmen se apeó del taxi, ingresó al hotel y preguntó si tenía algún mensaje.  El encargado negó con amabilidad y quiso saber si tomaría la habitación de siempre.  
 
A las 7:00 p.m. se instaló en el cuarto, reordenó sus recuerdos y alimentó nuevos sueños.  Se dispuso a tomar una ducha.  Sobre el tocador el teléfono emitió la alerta de mensaje, salió del baño anhelante y lo tomó con fuerza.  La respuesta de Ernesto era corta y definitiva: “no es prudente que nos veamos ahora.  No estoy listo para empezar una relación en serio.  Suerte con tus cosas”. 
¡Libertad...para pensar!

Comentarios

  1. Hay decisiones que nos marcan para toda la vida, por eso hay que ver sus pros y sus contras. Nunca se debe empezar de nuevo contando con otros, sino con nosotros mismos. Somos responsables de nuestro presente y nuestro futuro. Tomar decisiones no es fácil, pero siempre deben estar basadas en nuestros propios intereses, sin involucrar a otros. En el caso de las separaciones, más aún. Nosotras las mujeres somos más valientes que los hombres. nos arriesgamos más, pero siempre será un error construir nuestro futuro en base a otra persona. Un abrazo Mª Eugenia.

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  2. Hola, Lumy. Lastimosamente no todas las mujeres vemos las cosas de ese modo. Muchas sienten que sólo serán ellas si otro las reconoce, las valora y les da un lugar que no ganaron solas. En cuanto a las decisiones que tomamos asumiendo que el otro cumplirá su promesa son un riesgo grande y para algunas la experiencia es similar a lo vivido por Carmen. Comparto contigo la creencia de basar nuestras decisiones en intereses propios. Después de ese portazo que le dio Ernesto es muy seguro que Carmen se encamine en esa dirección. Un abrazo igual para ti. Gracias por comentar

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  3. Yo en cambio pienso en Santiago, sus esfuerzos y su no tener otra forma de expresarlo. Qué importa ahora la decisión de ella, si está basada en el engaño. Que le den ;)

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    1. Hola, pienso más en ella que en Santiago porque fue quien más arriesgo para quedarse con las manos vacías. No sé decirte si tomo una mala o buena decisión. Apostó y perdió, y desde mi punto de vista, Santiago es el gran ganador de esta historia con todo y el sufrimiento que la decisión de Carmen le produzca.

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  4. Curioso como los caminos de los tres personajes van en sentidos opuestos y cada uno de ellos quiere algo totalmente diferente. En cualquier caso, triste que ninguno de los caminos coincida en algún punto más que en el desencuentro y la desilusión. De Ernesto mejor no te hablo, tú ya dijiste lo necesario, no merece muchas más palabras en mi modesta opinión. besos mi niña

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    1. Sin embargo, Amparo, a lo largo de esos caminos también hay retornos y vías alternas que podrían llevar a situaciones más felices. Pero nos damos cuenta cuando tomamos la recta y devolvernos no siempre es fácil. Un gran abrazo, querida

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  5. ¡Me encanto la forma en que te desenvuelves, parece como sí estuvieran en caminos diferentes pero yo creo que muchas veces no hacemos lo suficiente para ser parte de la vida de alguien más y eso se debe a la inseguridad de uno mismo, se aprende tarde, pero se aprende!! ¡¡Te mando un beso grande!!

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  6. Hola, Damian. Sin duda no todos damos a los otros el valor que se merecen y desestimamos sus esfuerzos y su afecto como se muestra en esta historia. Un beso grande también para ti

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  7. Me encantó la obra literaria con un tono intimista y ese toque cinematográfico donde me siento introducida en el relato, tomes la decisión que sea siempre será difícil... Lugares donde nos sentimos identificadas en tu amplio "Horizonte Femenino". Un abrazo!!

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    1. Hola, Graciela. Siempre será difícil saber cuál es el camino adecuado cuando se trata de romper relaciones e intentar establecer algo nuevo. Gracias por identificarte con mis entradas. Un gran abrazo

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