Debate Axel Honneth vs Nancy Fraser - ¿Redistribución o Reconocimiento?



Nancy Fraser, Horizonte FemeninoAxel Honnet, Horizonte Femenino




En el debate que sostienen el filósofo alemán Axel Honneth y la filósofa norteamericana Nancy Fraser y que da vida al texto ¿Redistribución o reconocimiento? Un debate político-filosófico, existen marcadas diferencias en lo que ambos entienden como la reorientación de los lineamientos de la Teoría Crítica, el giro teórico que ésta debe dar para traducir las demandas sociales contemporáneas.  En este sentido, Fraser señala tres cuestiones que intentan dilucidarse a través del debate: ¿Cuál debe ser el punto de referencia empírico de la Teoría crítica? ¿Qué lugar debe ocupar la cultura en la nueva fase emergente de la sociedad capitalista? ¿Cuáles son los principios normativos que informan la crítica en el contexto de las relaciones actuales?  

Honneth, por su parte, da cuenta de una cuestión esencial que lo soporta: En qué medida la actual Teoría crítica debe decir algo normativo sobre la dirección evolutiva que deben tomar los conflictos sociales de hoy.  A través de su propuesta el filósofo alemán pretende llevar a la Teoría crítica a un nivel de análisis no alcanzado, que supere las deficiencias identificadas a nivel sociológico y normativo en las propuestas precedentes.  La primera necesidad que el autor identifica es dotar de expectativas normativas a la sociedad, empezando por identificar las claves de la insatisfacción personal.  
Afirma que la Teoría crítica se ha centrado exclusivamente en los análisis macro y ha descuidado las exploraciones que permitan descubrir las claves de las injusticias percibidas por los actores  particulares, cualquiera sea su condición.
 
A continuación, me permito señalar, inicialmente, los puntos en común entre ambos autores, para luego exponer las principales divergencias.


Acuerdos identificados entre Axel Honneth y Nancy Fraser:

   1. Los dos autores asumen que la diversidad de los conflictos  contemporáneos ha superado el dogma filosófico-histórico, respaldado por el marxismo, que consideraba a la clase social la articuladora del descontento moral por  excelencia.  Honneth tiene claro que no se trata de reemplazar ésta categoría de análisis por la nueva de movimientos sociales, por cuanto ella tampoco logra traducir los descontentos individuales o familiares que no se expresan a través de un grupo o colectividad, de ahí que la categoría movimiento social le resulte excluyente. Fraser, por el contrario, ante el desplazamiento de la clase trabajadora, pone el foco de atención en los movimientos sociales, los postula como los nuevos canalizadores de las inconformidades políticas de una mayoría.

   2. El segundo argumento de acuerdo es que la identidad grupal ha producido una culturización de los conflictos sociales.  En respuesta a ello, Honneth afirma que el reconocimiento de la identidad cultural no es el eje central del conflicto en las sociedades desarrolladas. “Los objetivos de la multiculturalidad no justifican la reformulación de los conceptos básicos de la Teoría crítica, sino una visión mejorada de las fuentes institucionales del descontento social.”  De este modo, subsume las demandas de la política de identidad dentro de las luchas por la igualdad de tratamiento jurídico, la segunda esfera de su propuesta normativa.  En cuanto a Fraser plantea que la justicia no puede volverse un problema de reconocimiento de identidades culturales.  Reducirla de esa forma convierte estas luchas en la afirmación de la especificidad de grupo. Según el eje de subordinación de que se trate: género, raza, clase o sexualidad, la autora propone la reafirmación o disolución del grupo como resultado de la superación de la injusticia.
 
   3. El tercer punto en común tiene relación con el principio de igualdad que sustenta ambas propuestas de justicia.  Honneth dice estar de acuerdo con Fraser en que toda concepción de ésta naturaleza debe basarse en el carácter igualitario de las personas, a partir del cual se atribuyan los mismos derechos y se reconozca el mismo ejercicio de autonomía.

Diferencias identificadas entre Axel Honneth y Nancy Fraser:

1. Fiel a su creencia de que salvo él, los representantes de la Teoría crítica adolecen en sus propuestas del sustento sociológico adecuado, Honneth revisa los planteamientos de Fraser y llama la atención sobre tres abstracciones que dan cuenta del artificio sociológico de la autora, y la forma en que estas contribuyen a reproducir las exclusiones políticas: 

A. De la multitud de conflictos escoge los que han llamado la atención en la esfera pública. 

B. De los movimientos de la política de la identidad excluye los que persiguen objetivos por los medios ilegítimos de la exclusión y la opresión social. Los movimientos sociales que demandan el reconocimiento de sus convicciones axiológicas, nos dice Honneth, no sólo son grupos pacíficos sino también racistas y nacionalistas. Así mismo, considera un error creer que la distinción entre los distintos tipos de movimientos sociales está basada en que unos se ocupan de reivindicaciones culturales, que eran ajenas a los objetivos de los otros. 

C. Los nuevos movimientos sociales se estilizan en el fenómeno clave de la era postsocialista.   Este punto es importante en ambas propuestas.  Está a la base de la teoría de Honneth por razones contrarias a las expuestas por Fraser.  El alemán se sirve del paradigma del reconocimiento para recoger las demandas que son comunes a las personas y los grupos; mientras la norteamericana lo vislumbra como la herramienta que mejor permite a los grupos y colectividades expresar sus reivindicaciones.  El giro teórico del reconocimiento responde a un problema inmanente a la Teoría crítica y no una respuesta a tendencias actuales de desarrollo social.  Así, concluye Honneth, este constructo debe justificarse apelando a una terminología que identifique el descontento con independencia de las demandas públicamente perceptibles.

   2. Al revisar las condiciones y las posibilidades normativas de las sociedades actuales, Honneth afirma que resulta engañosa la restricción del reconocimiento social a una sola forma: la cultura.  Para subsanar esta deficiencia propone una visión tripolar de la justicia.  Reconoce la existencia de tres esferas que priman en el orden moral subyacente al capitalismo: el éxito, la igualdad jurídica y el amor.   Fraser, por su parte, tiene una visión monista de la justicia, identifica un único principio normativo: la paridad participativa.

   3. En la búsqueda de las bases para la justicia social, Fraser, señala Honneth, pasa desde la noción de autonomía a la participación social; en tanto él va de la autonomía individual a la formación de una identidad lo más intacta posible.  Al hablar de igualdad Fraser define esta como el por qué y para qué en relación con la participación ciudadana.  Honneth, por su parte, define el para qué como el bien de la formación de la identidad personal.

   4. Una cuarta diferencia la identificamos en la búsqueda de soporte sociológico. Con excepción de Gramsci y Habermas, afirma Honneth, la Teoría Crítica ha sido anti normativa, el sujeto no ha sido dotado de expectativas normativas frente a la sociedad.  El sufrimiento y el descontento, el daño social a la integridad, el honor o la dignidad propios representan el núcleo normativo de la experiencia de injusticia.   Fraser contesta:   no está claro en lo absoluto que el descontento cotidiano dependa de la negación del reconocimiento.  Otros motivos: resentimiento por privilegios no conseguidos, aborrecimiento a la crueldad, aversión al poder arbitrario, repugnancia por las grandes disparidades entre ingresos y riqueza, antipatía hacia la explotación, entre otros.  Si estas motivaciones se subsumieran en una rubrica normativa superior, ésta no podría ser algo tan determinado como la expectativa de que la persona sea tratada con justicia.  Estos motivos no pueden tratarse simplemente como violaciones de la identidad personal.

   5. Para Honneth la jerarquía de estatus es el principio del éxito, que da lugar a la distribución desigual de los recursos.  En Fraser el estatus es el reconocimiento que se le debe a una persona o grupo y que garantiza la participación política. Para Honneth el éxito está en relación con lo económico y en Fraser con la cultura.

Dudas y otras cuestiones en el debate Honneth vs Fraser

1. Fraser y Honneth coinciden en analizar las condiciones reales de los individuos, por fuera de los grupos y de las asociaciones a las que pertenecen.  El interés no está en rechazar la identidad grupal, por parte de Honneth, ni establecer las condiciones de participación igualitaria de un grupo, por Fraser.  En el primer caso, preocupa cómo la persona se constituye como tal con las garantías necesarias.  En el segundo se da por sentado que la persona es, independiente de cómo se llevara a cabo el proceso de formación identitaria, y se busca crear las condiciones que le garanticen una igualdad real en el plano jurídico.  Este, aunque parezca un punto de divergencia entre los dos autores, tiene canales comunicantes.  Por un lado, Fraser postula que el principio normativo de su propuesta es la paridad participativa, y por el otro, Honneth establece que la igualdad jurídica es la segunda condición para el reconocimiento adecuado. En ambos la igualdad se refiere a las posibilidades de los actores individuales.  Aunque Fraser postula que son los grupos los que presentan reivindicaciones, al teorizar la paridad participativa deja la cuestión en el plano privado, pues de ella da cuenta cada sujeto adulto, quien tendrá o no capacidad para interactuar en el ámbito político.

2. En su diseño del espectro conceptual para ubicar los ejes de subordinación social según si están arraigadas en la economía política o en la política cultural, Fraser descubre que el género es una categoría bivalente, es decir, se encuentra en el centro del espectro, requiere soluciones tanto económicas como culturales, de forma que ambas injusticias son primarias y co-originales.  La mala distribución que acarrea explotación, marginación económica y pobreza.  El no reconocimiento reproduce prácticas y modelos de interacción social basadas en el androcentrismo.  En la visión de Honneth, el género tiene características similares.  Al ser el éxito el que determina la distribución de cargas y beneficios sociales, el género se convierte en una medida cultural que define la estima social.  La división social del trabajo se hace con arreglo a la valoración cultural de capacidades específicas de éxito.  El problema de las mujeres es resultado de la valoración cultural injusta de las aportaciones sociales y de los logros.  

3. Para Honneth es más verosímil interpretar los conflictos de distribución como un tipo específico de lucha por el reconocimiento en la que se discute la evaluación adecuada de las contribuciones sociales de individuos y grupos.  Este argumento parece indicar que existen unas aportaciones más valiosas que otras.  Si partimos del hecho que las aportaciones culturales son producto de experiencias, de la historia, del contexto geográfico, de la cosmovisión, de los valores interiorizados por una cultura, plantearse que la evaluación adecuada de dichas aportaciones individuales o colectivas define la redistribución  como un problema de reconocimiento, ubica la cuestión por fuera de eso que Taylor llamó la “fusión de horizontes”.  Los juicios de valor se harían desde una cultura considerada hegemónica.  Se hace imposible hablar de la vida buena, porque como afirma W. Kymlicka las aportaciones de las minorías se juzgan desde un enfoque utilitario.

4. Hasta qué punto esa lucha por el reconocimiento actual, no asume la condición que sus defensores atribuyen al liberalismo económico, al considerarlo ciego a las diferencias.  El reconocimiento sería un poco ciego a las condiciones de vida de los grupos y las comunidades por cuanto reivindica una identidad que no podrá sostenerse en un mundo con marcadas diferencias económicas.

5. Dejar abierta la posibilidad de no sentirse reconocido o no respetado a las cualidades que el individuo así considere, puede resultar problemático.  En esa medida, Honneth puede cometer el mismo error del que acusa a Fraser. Basándonos en el ejemplo de los extremistas o nacionalistas, ellos igual pueden creer que sus cualidades de superioridad deben reconocerse lo mismo que son reconocidas las particularidades de cualquier otro grupo.

Bibliografía

Fraser, Nancy & Honneth, Axel (2006) ¿Redistribución o reconocimiento? un debate político - filosófico.  Ediciones Motara.  Madrid, España.

¡Libertad... para pensar!

Entradas más populares de este blog

Historia del barrio Mojica (Cali-Colombia)

Debate Physis vs Nómos

La identidad personal en David Hume