En blanco y negro

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Señal - Fotógrafo Paolo Cesare Butturini


La imagen muestra el primer plano de una joven pareja.  Él alto y ligeramente inclinado apoya el brazo izquierdo contra un coche.  Lleva un traje oscuro de corte perfecto. La chaqueta se ha recogido unos siete centímetros y deja ver el puño de la camisa blanca, y en la muñeca un reloj de tapa grande, circular. La pierna derecha va un poco adelantada y dobla en la rodilla formando un ángulo.  En el brazo derecho, puesto en jarra, descansa la mano pequeña de ella. El conjunto de él termina en unos zapatos negros lustrosos que emiten destellos.  

Ella es un poco más baja, le llega a la altura de los hombros.  Viste un traje blanco, largo y ajustado en la cintura.  No se ven los zapatos. En la mano derecha tiene un ramo de rosas amarillas.  Él se ha cortado el cabello casi al rape y ella lo tiene rizado y recogido hacia la izquierda.  De su oreja derecha cuelga un pendiente pequeño.  Ambos sonríen con ojos brillantes.

La fotografía reposó los primeros tres años sobre la mesa de noche de ella, montada en un marco antiguo regalo de su padres.  La fueron desplazando los libros que él leía para espantar el sueño las noches que acordaban tener sexo, y los volúmenes atrasados de las revistas con que ella aprendía a ser ama de casa: variedades, Hogar, Reader Digest, amontonadas sin control sobre el nochero.  En la otra gaveta tampoco había espacio, era la zona del despertador y los dispositivos electrónicos. Años después llegaron Manuel y Lucía y sus fotos de fiestas, paseos o viajes poblaron el cuarto y las zonas comunes.  A la pareja se sumaron otros, las imágenes sucesivas muestran dos entre dos, o entre primos, hermanos o amigos.

Arrinconado contra la pared aquel primer retrato fue olvidado a su suerte, la historia familiar cuenta que se perdió en un trasteo.  La noche que ella decidió desandar sola los kilómetros recorridos en pareja, encontró la foto detrás de los muebles de cama.  No la reconoció a primera vista, parecía el retrato de otra historia. La imagen está borrosa, acumula el polvo de varios años. En conjunto se distingue dos formas humanas cerca de un coche.  Un poco a la derecha y recortada hay una figura que le recuerda a su madre, su padre departía con un grupo de amigos. Carmen, Oscar y Raúl, sus hermanos, aparecen junto a los padres de él, aún en la iglesia. Los invitados están desperdigados por el jardín, y ella tiene la impresión de que la foto es panorámica, no tiene un primer plano.  Esa fotografía es un capricho que se inmortalizó, un momento librado del tiempo. Un rastro huérfano, suprimido sin más de la secuencia lógica de las cosas.

                                                                                 ¡Libertad… para pensar!

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