Alargada ausencia
precisa compañía,
nadie la puebla
ni puede darle un nombre
que la niegue.
Toda soledad
se desnuda entrelíneas,
en gestos vívidos
y pausas de silencio.
Mi soledad se cruzó
con la tuya una mañana.
Olvidó su propio ser
y fue sombra,
o alargada ausencia,
liviana tras mis pasos
y densa bajo la luz de tus ojos.
Mi soledad y la tuya
son preguntas abiertas,
escritas en arquetipos eternos,
incontestables,
desde la finitud del lenguaje.
Quiere mi soledad
acercarse a la tuya,
deambular juntas,
igual próximas y distantes.
Mas tu sombra solo es tal
en el crepúsculo
y la doliente mañana
la esconde entre tus carnes.
Me niega la vida resolver tu laberinto,
interpretar tu mirada
con un lenguaje distinto al mío.
Y te sostiene
ante mis ojos inexpugnable.
Un acertijo del tiempo
sin solución,
infranqueable.
¡Libertad... para pensar!
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