Acerca de las mujeres y otros cuentos: Tú


Cuentos cortos, Historia de mujeres, , Relaciones  de pareja, Mujeres, Parejas, Historias cortas,
Fotografía Cortesía de Eugenia Noreña.

Querido tú, 

¿Tienen edad tus recuerdos?

Los míos se reinventan cada día.  Siempre son jóvenes.  Si me descuido un poco adquieren la sustancia de lo nuevo:  anhelado e impredecible.

No me dejo enceguecer por sus destellos.  Una fachada sin fondo los precede, y se imponen a los días sin necesidad, por constancia.

¿Qué sería de ti sin mis recuerdos?  ¿Puede existir aquello que no se piensa?

Cogito ergo sum, dijo Descartes. Pero descubrí que en nuestra historia, las pasiones pueden más que el pensamiento. 

¿Qué nombre adquieren las cosas perdidas?  ¿Puedo llamar dolor a la ausencia?

Aunque confieso, no tengo claro si pesa más el alma o la memoria, o si el dolor se gesta al ligar el presente al pasado; en los absurdos intentos de "corregir" lo vivido y herirme de culpa.

Aún me empeño en visualizar cómo sería mi vida si...  A pesar de mí misma.  Modifico los escenarios, corrijo los diálogos, mudo los personajes, me borro de algunas escenas y nada cambia.   Los fragmentos se sobrescriben sin línea de tiempo, y el libreto que construyo es un caos en el que a veces me pierdo.  Vienen a mi rescate los niños, los colores de mis días, ingenuos e indiferentes.  Su presencia es una puerta que invita a cruzar al futuro, me niego.  Insisto en rehacer nuestra historia, igual que un texto requiere ser corregido.

La cuestión no consiste en dejarte ir ¿A dónde?   Es imposible, porque cualquiera sea tu sitio, eres un mojón en mi ruta, un punto de referencia equidistante.  En contrapartida, represento todos los NO de tu vida.

¿Quién sería yo sin ti y tus recuerdos?

Somos tú, yo y nuestras circunstancias; cualquiera sea la elección para vivirlas o el sujeto de esta historia, la reflexión divagaría sobre los mismos tópicos; parafraseando a Sartre, la imposibilidad de perdernos de vista, aún si no volvemos a encontrarnos.  Nada nos une más que la odiosa manía de pretender reordenar lo incomprensible, el destino singular y antepredicativo que nos toca.

Creo que puedo resumir mis preguntas anteriores e inquirir ¿Qué edad tienes de vida, libre de pesos muertos o arrepentimientos?
 
Hoy me lleno de valor para decir lo que ninguno pudo expresar cuando debía; que no eras tú ni yo las personas que esperábamos; pero estuvimos presentes y hacía frío, y en el sopor de la noche nos abrazamos.

Ahora que el valor tiene el peso adecuado, ya soy otra ¿y tú?

¡Libertad... para pensar!

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