El hombre sin destino
Viene de lejos;
ha recorrido medio mundo
hasta encontrarlo.
Sus pies están llagados, tiene frío.
El hombre conmovido por el gesto
franquea el paso.
El destino se deja acompañar
hasta el centro de la estancia,
y, en agradecimiento,
ofrenda sus manos vacías.
¡Libertad... para pensar!
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