Acerca de las mujeres y otros cuentos: Nosotras

Historias de mujeres, Cartas y correspondencia, recuerdos familiares, Relaciones familiares, Mujeres
Imagen de Pexels en Pixabay

Querida, Tamara:

Todo está relativamente bien: el amor y su contrario; el deseo de seguir en cama en las mañanas y la fuerza que nos empuja a enfrentar el día; el camino nítido que dibuja la vida ante nuestros pasos, y la imposibilidad de vislumbrar un destino.  Todo cumple su cometido y se esfuerza en ser lo que le corresponde.

No puedo ofrecerte lo que quieres, la bola mágica que te muestre el futuro, la ruta a seguir sin pierde.  Pero puedo legarte esto.  Lo que diré a continuación sólo importa si, a pesar de todo y de ti misma, evitas expresar la oración que borra el mundo y nuestra propia existencia: "La vida no tiene sentido.  Nada tiene un propósito."

Puedes salvarte de caer en ese abismo si no universalizas la experiencia, que en este caso tiene la forma de dos artículos: "la" y "un".   "La vida" común y abarcadora es excluyente en sí misma.  A veces refiere la visión de quienes teorizan, construyen políticas, educan, y asumen la existencia de espacios de diálogo y construcción que no logran transcender la tinta.  Lo que no cabe en ese concepto habita la clandestinidad.  Puede considerarse ilegítima, en la medida que la sociedad clasifica las experiencias y los proyectos.  Hay vidas buenas y autorizadas, conceptos que dependen de la época, de los paradigmas que representen lo bueno, lo malo o la justicia; de la idea de éxito que mueva al mundo, de las configuraciones familiares, entre otros.  En conclusión, vidas de las cuales sentirse orgullosos.

No obstante, también hay vidas vergonzosas que son un lastre para los individuos.  Vidas atravesadas por conflictos emocionales, laborales y sociales, que agonizan en múltiples tragedias, duelos que superan las fortalezas de quien los sufre.  Vidas consideradas mediocres porque al decir social no representan lo esperado, la conquista del mundo o la validación de una mentira.

"Un propósito", nada que tenga la vigencia de nuestra vida se reduce a esta idea.  No temas rechazar aquello que no define tus búsquedas, o se impone desde la certeza ciega del odio.  Las búsquedas y convicciones son distintas porque los seres humanos no somos un producto fijo o acabado.  De ahí la maravilla de estar vivo; la grandiosa diversidad que el hombre sintetiza bajo nombres, grupos, y derechos.   El plural nos define como especie, es infinito e inconmensurable.  Crea tus propósitos desde adentro, en la soledad de tus miedos, cuando los fantasmas murmuren a tu oído y la neblina no te deje contemplar la madrugada.  El sol persiste ahí en lo alto, apuntale a su centro y síguelo.  Entenderás que hay propósitos de corto aliento, o metas que cambian, como en un juego de pistas, mutan al ser un eslabón de un fin más grande. 

¿Debemos perder el aliento intentando comprender lo incomprensible? Yo te recomiendo graduar tus ojos, adaptarlos al tenor de los tiempos, y a tus propias angustias y limitaciones.  frente a la desesperanza, el sutil desequilibrio de tu alma, te sugiero un sencillo ejercicio de paciencia: deja que la vida siga su curso, para que puedas reflejarte en ella como en un espejo.  Déjala ser, permite que te guíe.  ¡No te arrepentirás!

¡Libertad... para pensar!

Comentarios

  1. Hola María Eugenia, supongo que aquella sentencia de que "el secreto de la existencia humana no sólo está en vivir, sino también en saber para qué se vive" es totalmente certero.
    Como siempre muy estimulantes tus entradas.
    Gracias por compartirlo.
    Un fortísimo abrazo.

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  2. Un texto maravilloso. El último párrafo es un colofón increíble. Me ha encantado tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece (es Relatos y Más, es que aparecen dos en el perfil).
    Un abrazo.

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