Cómo se perpetúa la desigualdad injusta (Concepción Arenal)

Teoría de la Justicia, Desigualdad, Equidad, Pobreza, Concepción Arenal

Concepción Arenal, escritora española (1820 - 1893)
 
 

La desigualdad en las masas, clases o castas tiene los mismos elementos que en los individuos: el físico, el intelectual, el moral, y las diferencias que en un principio tal vez no existían, y las superioridades que eran acaso imaginarias, pueden llegar con el tiempo a ser reales y positivas. La violencia o la astucia hizo la clase o la casta, que el tiempo puede convertir en raza; es decir, en un modo de ser físico, intelectual y moral diferente y superior en los privilegiados.

En lo físico, cuando por espacio de muchas generaciones unos se alimentan bien y trabajan poco, y otros viven en la miseria y abrumados de trabajo, si se mantienen perfectamente separados, al cabo de siglos, los descendientes de los[70] primeros tendrán una superioridad física natural.

Además de lo que influye en el desarrollo de la inteligencia un físico endeble y enfermizo, ¿Qué medios tiene de cultivarla el que no dispone de otro patrimonio que un trabajo material abrumador, ni puede ver en ella un medio de romper el círculo de hierro que le encadena en su clase? ¿Cómo y para qué ha de instruirse? No lo intenta. Embrutecido ha visto a su padre como le verán sus hijos; y cuando pasan una y otra y muchas generaciones de hombres que no han pensado, sus descendientes tienen menos actividad intelectual, menos inclinación y disposición para pensar. No se hereda el genio ni el talento, ni aun siquiera una regular inteligencia; porque todo esto, para que se haga perceptible por sus frutos, necesita el concurso de la voluntad: no se heredan individualmente aptitudes intelectuales; cualquiera sabe que hay tontos, hijos de personas de talento, y viceversa; pero numerosas colectividades, que desde largo tiempo cultivan ó no su inteligencia, y permanecen separadas, se irán diferenciando; la educación, de individual pasará a ser colectiva, producirá diferencias positivas y permanentes[71] según las cuales la clase que se instruye, no sólo tiene la ventaja de instruirse, sino la de tener mayor aptitud natural para aprender.

En lo moral, la voluntad del hombre, su conciencia, su libre albedrío, limitan mucho la influencia de su posición social; en todas puede ser bueno, justo, santo, y lo es. Pero si su virtud no depende de su estado, y antes puede acrisolarse en el más humilde, es difícil que cuando nace muy abajo tenga condiciones de carácter que no favorezcan las desigualdades establecidas, y que sea digno, firme sin violencia, perseverante sin terquedad, contra los que intentan rebajarle, cuando ve que todos los suyos se humillan, se cansan, ceden.

Así, pues, establecida la desigualdad de las clases, y más aún de las castas, tiende a modificar a los hombres física, moral e intelectualmente, a convertir con el transcurso del tiempo en positivas, diferencias que eran imaginarias, y a perpetuarse dando ventajas naturales y permanentes que apoyan, fortifican, y en cierta medida legitiman las sociales. Y todo esto, no de individuo a individuo, sino de unas a otras colectividades.

Semejantes desigualdades, que de imaginarias [72] llegan á ser positivas, parecen naturales, necesarias, justas, no sólo al vulgo, no sólo a la soberbia de los opresores y a la degradación de los oprimidos, sino a los que viven en la esfera elevada de las ideas y que no debían contaminarse con la injusticia del hecho, al establecer el derecho. Los grandes filósofos declaran conforme a él, la más inicua de las desigualdades, y proclaman la esclavitud como base indispensable del orden social. La ciencia, la religión, la fuerza proclaman la desigualdad como un axioma, como un dogma, como una institución veneranda, y la institución se venera y se consolida. La desigualdad extrema que priva a una clase de derechos, y casi no impone á otra deberes, las deprava a entrambas; y si alguna idea, si alguna creencia, si algún sentimiento no produce reacción moral fuerte en favor de una razonable igualdad, los pueblos decaen, viven en el marasmo de la degradación y de la desdicha, o son oprimidos y aun aniquilados fácilmente por otros, inferiores tal vez, bajo el punto de vista intelectual, pero superiores moralmente y donde no se han establecido esas diferencias extremas que convierten a unos hombres en semi-dioses y a otros en animales de carga.

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Bibliografía

Arenal, Concepción (1.898).  La Igualdad Social y Política y sus Relaciones con la Libertad.  Obras Completas, Vol. 17.  Recuperado de https://www.gutenberg.org/files/52502/52502-h/52502-h.htm


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