La calle
Un paso es la intuición del caminante.
La ruta que dibuja los pies
una promesa.
La calle es el espejo de un abismo.
A cada paso y caída
el caminante sostiene
el ímpetu estrecho del ahora.
Un espectro demarca sus contornos,
musita letanías improbables.
Puede ser pausa - punto, coma-
o exclamación doliente de un principio.
El peso de su andar agrieta el tiempo.
El transeúnte espera que la angustia
de mirar el negro abismo,
convoque al pavimento a ser futuro,
insinuación de la existencia o su fatiga.
¡Libertad... para pensar!
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