Carilda Oliver Labra (1922 - 2018)


Carilda Oliver Labra, escritora cubana
 

Carilda Oliver Labra (Matanzas, 6 de julio de 1922 - Matanzas, 29 de agosto de 2018) fue una destacada poetisa cubana, reconocida por su prolífica obra y su contribución a la literatura de su país. A lo largo de su vida, recibió numerosos premios y reconocimientos por su talento poético y su dedicación a las letras.

Síntesis biográfica

1943-1952
Carilda Oliver Labra publicó su primer libro, "Preludio lírico", en 1943 en Matanzas. Este trabajo recoge una selección de poemas escritos entre 1939 y 1942, donde ya se vislumbran temas recurrentes en su obra, como el amor y la familia. En 1949, su obra "Al sur de mi garganta" obtuvo el segundo lugar en el Concurso Internacional de Poesía de la NBC en Nueva York. Durante esta década, también ganó reconocimiento nacional e internacional por su poesía, recibiendo premios como la Flor Natural en los Juegos Florales de Cárdenas y el Premio Nacional del Certamen Hispanoamericano en Washington.

1953-1959
Tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, Carilda se consolidó como una de las poetisas más prominentes de la cultura cubana. Durante este período, participó en diversos eventos literarios y culturales, como el Primer Festival de la Décima y la organización del Canto a Matanzas. Además, ejerció cargos importantes en la vida cultural de su ciudad natal.

1959-1979
Durante estas décadas, Carilda combinó su labor como profesora en escuelas de Matanzas y Cárdenas con su pasión por la poesía. También participó activamente en la campaña nacional de alfabetización y publicó obras como "Antología de versos de amor". Su poesía comenzó a ser reconocida a nivel internacional, siendo incluida en antologías y estudiada por críticos literarios.

1980-actualidad
En esta etapa de su vida, Carilda continuó recibiendo homenajes y reconocimientos por su obra. Participó en numerosos certámenes literarios y culturales tanto en Cuba como en el extranjero. Además, publicó varios libros de poesía, como "Las sílabas y el tiempo" y "Se me ha perdido un hombre".

Obra literaria
La obra poética de Carilda Oliver Labra abarca una amplia variedad de temas, desde el amor y la familia hasta reflexiones sociales y políticas. Algunas de sus obras más destacadas incluyen:
  1. "Preludio lírico" (1943)
  2. "Al sur de mi garganta" (1949)
  3. "Canto a la bandera" (1950)
  4. "Antología de todas sus obras" (1963)
  5. "Las sílabas y el tiempo" (1983)
  6. "Se me ha perdido un hombre" (1992)
  7. "Sonetos" (1990)
  8. "Ver la palma abriendo el día" (1991)
Premios y reconocimientos destacados
  • Segundo lugar en el Concurso Internacional de Poesía de la NBC (1947)
  • Declarada "Hija Eminente de la Atenas de Cuba" (1950)
  • Flor Natural en los Juegos Florales de Cárdenas (1950)
  • Premio Nacional del Certamen Hispanoamericano en Washington (1951)
  • Premio Nacional de Literatura (1998)
Carilda Oliver Labra dejó un legado literario significativo en la poesía cubana y su obra continúa siendo estudiada y valorada tanto en Cuba como en el ámbito internacional. Su pasión por la escritura y su contribución a la cultura de su país la convierten en una figura emblemática de la literatura cubana del siglo XX. 
 

Muchacho loco: cuando me miras

Muchacho loco: cuando me miras
con disimulo de arriba a abajo
siento que arrancas tiras y tiras de mi refajo…

Muchacho cuerdo: cuando me tocas
como al descuido la mano, a veces,
siento que creces y que en la carne te sobran bocas.

Anoche

Anoche me acosté con un hombre y su sombra.
Las constelaciones nada saben del caso.
Sus besos eran balas que yo enseñé a volar.
Hubo un paro cardíaco.

El joven
nadaba como las olas.
Era tétrico,
suave,
me dio con un martillito en las articulaciones.
Vivimos ese rato de selva,
esa salud colérica
con que nos mata el hambre de otro cuerpo.

Discurso de Eva

Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.
 
¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.

Te mando ahora a que lo olvides todo

Te mando ahora a que lo olvides todo:
aquel seno de nata y de ternura,
aquel seno empinándose de un modo
que te pudo servir de tierra dura;

aquel muslo obediente pero fiero
que venía de sierpes milenarias,
aquel muslo de carne y de me muero
convocado en las tardes solitarias;

Amor, ¿cómo es que vienes?

Amor, ¿cómo es que vienes
a darle al pensamiento tu estocada
si estoy entre las sienes
-débil mujer a golpes decorada-
y apenas tengo trato con la aurora
por no mirar la luz que eres ahora’?

Amor, ¿cómo es que usas
el mismo corazón en que naufrago
y arrimas tus confusas
palabras al silencio este tan vago
y en brote que es de gloria me enajenas
mientras ardiendo estoy entre las penas’?

Canto a Fidel

No voy a nombrar a Oriente,
no voy a nombrar la Sierra,
no voy a nombrar la guerra
—penosa luz diferente—,
no voy a nombrar la frente,
la frente sin un cordel,
la frente para el laurel,
la frente de plomo y uvas,
voy a nombrar toda Cuba,
voy a nombrar a Fidel.

Gracias por tu dignidad,
gracias por tu rifle fiel,
por tu pluma y tu papel,
por tu ingle de varón.
Gracias por tu corazón.
¡Gracias por todo, Fidel!

Me desordeno, amor, me desordeno

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
 
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
 
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
 
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

Discurso de Eva

Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?
 
Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.
 
¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.
 
De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?
 
Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
 
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.
 
Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle.
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Y a la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.
 
Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.

Se me ha perdido un hombre

Se me ha perdido un hombre.
 
Y lo busco por cifras y guitarras,
por rostros y entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.
 
Se me ha perdido un hombre.
 
Y me he quedado temblando
como quien no come sino polvo,
como quien ya extravió la sombra.
 
Pero no,
que no,
que no me ayudan a buscarlo.
¿A quién le importa si su mirada
ha derrotado al tiempo?
¿A quién le importa aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan unos labios transparentes
que no tuvieron hambre,
unas piernas que sólo corrían al amor?
 
Se me ha perdido un hombre.
 
Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican,
se desenvainan por las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y del mal,
como si la muerte no hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.
 
Y yo pensando que era demasiado joven,
que reunía láminas y piedras,
pedacitos de mundo,
hierros,
cosas del mar.
Yo pensando en la grandeza de criatura,
en cómo miraba Venus al atardecer,
en cómo cayó en la trampa.
 
Yo pensando
en dónde está la mitad del cuerpo mío,
en quién va a cantar ahora para quitarme
el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos besamos,
en sus ojos coléricos frente a la injusticia,
en ese silencio con que me responde,
en la herida que nunca le cosí,
en sus manos.
 
Se me ha perdido un hombre.
 
¡Ayúdenme a buscarlo!
Pronto...
Siento frío.
Aquí no hay lámparas ni claves,
no tengo redes
ni computadoras.
No tengo flechas ni radares.
 
¿Dónde está?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?

Carilda

Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.

Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte:
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta…

Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.
 
En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces… ¡qué ganas de llorar!

Poesía

Por poderosa sangre voy llamada
a un latido constante de temblores.
Me quedo en esta huida de las flores,
con ese fin de soledad tocada.

Y cerca de esto, que parece nada,
me transcurre una furia de esplendores
con ganas de vivir, como los dolores
del fondo de la vena a la mirada.

Trasiego audaz, mandato de la estrella
(cuando te llevo aquí casi soy bella):
ahógame en tu rabia salvadora,

recógeme de mí –que soy lo inerte
y tú eres lo que vive de la muerte-
en la pluma patética y sonora.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Historia del barrio Mojica (Cali-Colombia)

Debate Physis vs Nómos

La identidad personal en David Hume