Concha Méndez (1898-1986)
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Concha Méndez, escritora española |
Desde temprana edad, Méndez demostró su independencia y su pasión por el deporte, destacándose como campeona en gimnasia y natación. Su relación sentimental con Luis Buñuel y su matrimonio con el poeta y editor Manuel Altolaguirre fueron solo algunos de los episodios en una vida llena de aventuras literarias y compromiso político.
Méndez fue una de las integrantes más destacadas de Las Sinsombrero, un grupo de creadoras que desafiaron las normas misóginas de la sociedad de su tiempo. Junto a otras figuras como Maruja Mallo, María Teresa León y Rosa Chacel, se rebelaron contra las restricciones impuestas a las mujeres, desafiando convenciones sociales como quitarse el sombrero en público, un gesto de protesta que causó revuelo en el Madrid de los años veinte.
Además de su activismo, Méndez dejó una obra poética y teatral significativa, explorando temas como el amor, la maternidad y la pérdida. Su compromiso con la República durante la Guerra Civil Española la llevó al exilio en México, donde continuó su labor como editora y apoyó a los exiliados españoles.
A lo largo de su vida, Méndez desafió las expectativas de género y luchó por la igualdad y la justicia social, dejando un legado que inspira a generaciones posteriores de escritoras y activistas. Su voz sigue resonando a través de su obra y su ejemplo de valentía y determinación.
Quisiera tener varias sonrisas
Quisiera tener varias sonrisas de recambio
y un vasto repertorio de modos de expresarme.
O bien con la palabra, o bien con la manera,
buscar el hábil gesto que pudiera escudarme...
Y al igual que en el gesto buscar en la mentira
diferentes disfraces, bien vestir el engaño;
y poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,
con sutil maniobra, la caricia del daño.
Yo quisiera ¡y no puedo! ser como son los otros,
los que pueblan el mundo y se llaman humanos:
siempre el beso en el labio, ocultando los hechos
y al final... el lavarse tan tranquilos las manos.
Alameda
Alameda:
guarda bien
mis siete años primeros.
Y los siete
posteriores.
Y el carrusel luminoso
de mis primeros amores.
Alameda;
que yo volveré algún día
a recoger los mejores
¿sueños? de la infancia mía.
La pescadora
No quiero la pipa curva,
ni tu pañuelo bordado,
ni las rosas –los domingos-
ni el cestillo con pescado.
Y, marcharé de este puerto
hacia otro puerto distante
para que decir no puedas:
-¡La pescadora es mi amante!
Ancho es el mar; él ha de separamos...
Ancho es el mar; él ha de separamos;
quedarán nuestras almas enlazadas.
Como un último retrato, en nuestros ojos
impresas lucirán nuestras miradas.
El barco en que he de ir está en el puerto;
a éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no se en dónde...
tal vez en algún puerto... en una playa..!
Me levanté hasta el sueño. En busca iba...
"La vida es ciervo herido
que las flechas le dan alas."
Góngora
Me levanté hasta el sueño. En busca iba
de no sentir la herida que abrasaba.
Las duras flechas del dolor hicieron
brotar en mí el clavel de nueva llaga.
Corriendo al par carrera con el viento
y perseguida por amante llama,
la vida es ciervo herido sin remedio,
que las flechas le dan veneno y alas.
Jazz-band
Ritmo cortado.
Luces vibrantes.
Campanas histéricas.
Astros fulminantes.
Erotismos.
Licores rebosantes.
Juegos de niños.
Acordes delirantes.
Jazz-band. Rascacielos.
Diáfanos cristales.
Exóticos murmullos.
Quejido de metales.
[¡Ven, Tristeza...!]
Ven, Tristeza, mi hermana, que de mí misma vienes
engendrada de siglos, o tal vez de milenios,
ven a abrigar mis horas, no se sientan desnudas;
ven a esculpir en bronces la esencia de mis sueños!
Contigo veo el mundo, mejor, más verdadero;
tú no pones cristales a este sol de la vida
para que al reflejarse nos parezca el reflejo
una verdad solemne, siendo vana o suicida.
Bañistas
Arriba Abajo
Horizonte.
Espumas.
Azules fríos.
Salteando olas
torsos radiantes,
en líricas danzas
y acrobacias.
Aquella danzarina
del bañador verde...
Aquel gimnasta...
Las olas íntegras
son el mejor columpio.
No vengas
No vengas, Muerte, todavía,
que aún tengo que tejer la larga escala
que ha de subirme allá donde deseo;
debo cumplir mi dharma,
hacer, hacer, hacer las cosas que aquí debo.
Porque tengo una deuda
para conmigo misma.
Vine para algo más que para pasar como sombra.
Dentro de mí una luz quiere salir afuera.
No vengas todavía, dale tiempo a mi tiempo.
Automóvil
Automóvil
Una cantata de bocina.
Gusano de luz por la calle sombría.
Los ojos relucientes bajo la noche fría.
Reptil de la ciudad que raudo se desliza.
Bibliografía
- Inquietudes. Poemas, Madrid, Imprenta de Juan Pueyo, 1926.
- Surtidor. Poesías, Madrid, Imprenta Argis, 1928.
- Canciones de mar y tierra, Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos, 1930.
- Vida a vida, Madrid, La Tentativa Poética, 1932.
- Niño y sombras, Madrid, Héroe, 1936.
- Lluvias enlazadas, La Habana, El Ciervo Herido, 1939.
- Poemas. Sombras y sueños, México, Rueca, 1944.
- Villancicos de Navidad, México, Rueca, 1944; 2.ª ed. aumentada, Málaga, Librería El Guadalhorce, 1967.
- Antología poética, México, Joaquín Mortiz, 1976.
- Vida a vida y Vida o río, prólogo de Emilio Miró, Madrid, Caballo Griego para la Poesía, 1979.
- Entre el sonar y el vivir, México, Universidad Nacional Autónoma, 1981.
- Poemas (1926-1986) (introducción y selección de James Valender), Madrid, Hiperión, 1995.
- Memorias habladas, memorias armadas, 1991
- La caña y el tabaco (Inédita)
¡Libertad... para pensar!
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