Josefina de la Torre Millares (1907-2002)
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Josefina de la Torre, escritora española |
(De Marzo incompleto, 1968)
Quisiera que en lugar
de este Abril y este Mayo
y de este sol que nace
con el aire temprano,
fuera otra vez, de nuevo,
aquel marzo incompleto.
No tenía principio
ni fin. Era mitad,
centro predestinado,
eje de un solo sueño.
¡Ay, yo hubiese querido
que como rueda libre
del recuerdo, este Marzo
girara! Yo lo tengo
prendido entre mis sienes.
Pero así no lo quiero.
¡Haber sido una vez
círculo de este anhelo!
¡Girar constantemente
por el mismo momento!
Y ahora dieciocho
y veintisiete luego,
y en esas fechas
girar con mi desvelo.
Pero este Abril lejano
y este Mayo en silencio
que dejaron mis voces
encerradas por dentro,
¿qué saben de este Marzo
sin medida, incompleto?
Todos los días
Todos los días
llama a mi puerta el desconsuelo…
Estoy vacía y su eco resuena
por todos los rincones de mi vida.
Se estremece mi sangre
que es un hilo de hielo
al faltarme el calor de tu presencia.
No comprendo el idioma del paisaje;
qué quiere decir “sol”,
“cielo azul”
“aire”.
No comprendo mi ritmo,
ni mi esencia,
ni por qué sigo andando,
respirando,
contemplando a la gente,
a los perros que pasan,
a los pájaros
que mi balcón visitan diariamente.
Ni por qué la mirada,
mis ojos,
abarcan el entorno que me envuelve.
Ya no comprendo nada.
El mundo se me ha vuelto
un compañero extraño
que camina a mi lado
y no conozco.
¿Qué quiere decir “vida”?
Ya no encuentro
aquel sabor que un tiempo me dejara.
Las palmas de mis manos
se cierran sin calor,
desconsoladas.
Que eran tuyos tu casa y tu paisaje;
que está en ellos la huella de tus pasos,
el hueco de tu cuerpo…
Y está la casa llena
de tu recuerdo…
(De Versos y estampas, 1927)
Mis dolores se escondían
en el fondo de mi alma.
Eran tantos, tan pequeños,
que casi no me molestaban.
Los guardaba con amor
en el fondo de mi alma.
……………………………
No te acerques al estanque:
antes me he mirado en él
y vi su fondo a través
de mi sombra.
No te acerques al estanque:
tendrás el pecho hondo y frío
y tembloroso del agua.
(De Poemas de la isla, 1930)
Tu nombre ya me lo han dicho
pero yo no te conozco,
ni te vi nunca la cara
ni sé el color de tus ojos.
Pero tu nombre ¡qué claro
lo voy diciendo en el fondo,
con sus siete letras firmes
de tres sílabas, sonoro!
Enamorada ya estoy
aunque yo no te conozco,
ni te vi nunca la cara,
ni sé el color de tus ojos.
Tu nombre ya me lo han dicho
con siete letras en corro.
(De Medida del Tiempo, 1989)
Mis amigos de entonces,
aquellos que leíais mis versos
y escuchabais mi música:
Luis, Jorge, Rafael,
Manuel, Gustavo…
¡y tantos otros ya perdidos!
Enrique, Pedro, Juan,
Emilio, Federico…
¿por qué este hueco entre las dos mitades?
Vosotros ayudasteis
a la blandura del que fue mi nido.
Yo me formé al calor
que con vuestras palabras me envolvía.
me hicisteis importante.
Con vuestro ejemplo,
me inventé una ambición
y tuve
vuelos, insospechados de gaviota.
Gaviota, sí,
porque fue el mar mi espejo
y reflejó mi infancia, mis septiembres…
¡Amigos que de mí hicisteis nombre!
A la mitad vertiente de mi vida
hoy os llamo.
¡Tendedme vuestras manos!
Yo me sentí nacer,
para luego rozar de los cimientos
la certera caricia.
Pero de pronto,
un día me cubrió lo indefinible,
algo sin cuerpo, sin olor, sin música…
y me sentí empujada,
cubierta de ceniza,
borrada con olvido.
¿Dónde estabais vosotros, compañeros,
vuestras letras de molde, vuestro ingenio,
vuestra defensa
contra el desconocido ataque?
¡Oh, amigos!
Enrique, Pedro, Juan,
Emilio, Federico…
nombre que no responderán mi voz.
Manuel, Gustavo,
lejos…
Luis, Jorge, Rafael…
Que aunque el afán
vientos nos dé para encontrarnos,
ignoro en qué ciudad
y si llegará el día
en que vuelva a sentirme descubierta.”
(De Versos y Estampas, 1927)
La tarde tiene sueño
y se acuesta en las copas de los árboles.
Se le apagan los ojos
de mirar a la calle
donde el día ha colgado sus horas
incansable.
La tarde tiene sueño
y se duerme mecida por los árboles.
El viento se la lleva
oscilando su sueño en el aire.
(De Marzo incompleto, 1968)
Me busco y no me encuentro.
Rondo por las oscuras paredes de mí misma,
interrogo al silencio y a este torpe vacío
y no acierto en el eco de mis incertidumbres.
No me encuentro a mí misma.
Y ahora voy como dormida en las tinieblas,
Tanteando la noche de todas las esquinas.
Y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía,
que son fruto, sonido, creación, universo.
No este desalentado y lento desgranarse
que convierte en preguntas todo cuanto es herida.
Y rondo por las sordas paredes de mí misma
esperando el momento de descubrir mi sombra”
Tú en el alto balcón...
Tú en el alto balcón de tu silencio,
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.
Esclavo tú del horizonte inútil,
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.
En pie en el alto barandal marino
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.
Pero el alto balcón de tu silencio
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
-como un pájaro ciego-, por los años.
Bibliografía
1927: Versos y estampas, Málaga: Litoral.
1930: Poemas de la isla, Barcelona: Altés.
1954: Memorias de una estrella, Madrid: Cid.
1968: Marzo incompleto, Las Palmas de Gran Canaria: Col. San Borondón.
1989: Poemas de la isla, Madrid: Biblioteca Básica Canaria, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias.
¡Libertad... para pensar!
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