Antonia Palacios (1904-2001)
Más información sobre la autora
Proveniente de una familia con ancestros ilustres, Antonia Palacios Caspers vivió una infancia modesta en diferentes lugares de Venezuela, incluyendo La Candelaria, la Plaza del Panteón y Maiquetía. Después de los sucesos del 28, participó activamente en diversas actividades políticas y culturales.
En 1929, en su casa, nació el "Grupo Cero de Teoréticos", que desapareció debido a la persecución política. Posteriormente, contrajo matrimonio con Carlos Eduardo Frías, director de la revista Élite, con quien tuvo dos hijos, Fernán y María Antonia. Durante el gobierno de Eleazar López Contreras, Frías fue enviado al Servicio Exterior, lo que llevó a la familia a residir en París y Ginebra, experiencias que influirían en la obra literaria de Palacios Caspers.
En el ámbito literario, publicó sus primeros trabajos en la revista Élite bajo seudónimo. En 1949, se editó en Buenos Aires su única novela, "Ana Isabel una niña decente". Además, destacó con obras como "Crónicas de las horas" (1954) y "Viaje al frailejón" (1955).
Tras pasar un tiempo en Nueva York y Europa debido a los estudios musicales de su hija María Antonia, quien lamentablemente falleció a una temprana edad debido a la diabetes, Palacios Caspers regresó a Caracas, donde continuó su carrera literaria. En 1975, recibió el prestigioso Premio Nacional de Literatura por su obra "El largo día ya seguro".
A lo largo de su carrera, Palacios Caspers se destacó por su prosa artística y su compromiso con temas sociales, convirtiéndose en una figura destacada de la literatura venezolana. Dirigió talleres literarios y continuó publicando hasta sus últimos días. Falleció en Altamira, en la quinta "Calicanto", el 13 de marzo de 2001, dejando un legado literario que perdura en la memoria colectiva.
Premios:
- Premio Nacional de Literatura (1976)
- Premio Municipal de Literatura (1982)
Algunos poemas
De «Textos del desalojo» (1973)
En el centro, en el centro exacto, círculos concéntricos, materia informe, desde el centro, materia punzante, allá en el centro, palpable el contorno en el vértigo, en el vertiginoso instante que deja el centro atrás, centro oculto, custodiado, en el suspenso tardío del instante que llega en desbandada sin contorno, sin centro, en el nivel más alto donde la sombra anida, centro remoto. Lejos del centro las estrías, las fisuras, esparcidas en contornos convergentes reunidos en el centro, y dispersos, descoloridos destellos en el centro, vuelo efímero, fatigado vuelo batallando en el límite del centro, alrededor del centro ¡ay cómo pesa, ay cómo me gimo, cómo me abismo en este centro que se repliega, este centro que se consume, espiral del centro, ay cómo me oprime, dilatado centro! En el centro, ya centrada, en el centro fija, fija en el centro, atravesada por el centro, fuera ya del centro.
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De «Textos del desalojo» (1973)
Estoy aquí en lo oscuro de espaldas a la luz, olvidando el comienzo, la eternidad del día. Estoy aquí ignorada, el perfil de mi rostro perdido entre la sombra. Estoy aquí disminuida, apenas una línea, un punto sin relieve. Estoy aquí inclinada dejando que la noche me pase por encima. Afuera en el espacio Las águilas inmensas batallan con el viento. Estoy aquí aguardando… Y recojo mis gestos, y repliego mi aliento, amordazo mi voz y toda yo soy silencio oculta entre lo oscuro. Estoy aquí vigilante, velando temerosa una criatura errante que en mí se ha detenido.
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De «Hondo temblor de lo secreto» (1993)
Irse desbordando sin saberlo. Irse apagando en una luz que tiembla. Irse descantando casi disminuida en una delgadez de filo hiriente. Irse perdiendo en las ausencias, sin la piel, sin el roce, sin aliento. Irse quedando sin forma, sin presencia. Irse volviendo polvo lentamente, polvo soplado por el viento.
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De «Hondo temblor de lo secreto» (1993)
Estoy ensayando un gesto. Se rompe mi equilibrio en el inicio de un gesto. Mi cuerpo se queda en reposo. Me he detenido en un gesto. Voy buscándole otra forma, desprendiéndolo del tiempo, liberándolo del cuerpo. Ha comenzado a fluir como un río desbordado. Hay manos que se sumergen, manos que quieren tocarlo. Mi gesto se va estirando, deja de pertenecerme. Otro gesto se levanta, otro vuelo, otra distancia.
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De «Largo viento de memorias» (1989)
Me quema la palabra, me hace llama. Me quema y no alumbra, me hace herida. Quemadura honda, no mana sangre. Me quema desde su oscuro pliegue. Se esconde la palabra, se hace hermética. Quiero arrancar la máscara ¡tantas máscaras! dejarla toda al desnudo. Saber de sus espumas cuando asoma en gran respiro. Se fuga la palabra. Persiguiéndola sin tregua se me escapa la vida.
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De «Multiplicada sombra» (1983)
Hay un tiempo de silencio. Un tiempo en que las horas pasan alumbrando lejos. Un tiempo de ojos que asumen las distancias. Hay un tiempo de regreso, un tiempo ciego. Hay un tiempo de tanteos donde nada asimos y una lenta densidad de cielos crece entre la sombra. Hay un tiempo sin tu rostro y un olor a viento de mar y la forma de tus gestos vaciando el tiempo, extraviándose en su vuelo.
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Dejó unos polvos dispersos, trozos de cemento duro. Dejó también los recuerdos regados por todos los sitios. Los techos que rebosaban de un agite de palomas se vinieron muy abajo. No quiero rehacer la casa, levantar nuevos muros, ni puertas, ni tejados, ni una pequeña ventana por donde pasaba el mundo, ni aquel anchuroso umbral donde se alzaba el portón y yo penetraba en los días, en las noches, buscando allí mi calor. Se derrumbó la casa, una casa transparente donde el día se encendía y temblaba por la noche una densa oscuridad. Nada quedó de la casa, ni la luz en las paredes ni en el patio el resplandor. Sólo el silencio recorre el vasto espacio vacío y las palabras estériles con delgados filamentos que el viento disolverá. Yo me quedaré en la intemperie mirando la niebla en los árboles hasta que llegue la muerte, una casa que alza el tiempo y nunca se derrumbará.
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De «Textos del desalojo» (1973)
Invéntate de nuevo. Constrúyete en el nuevo día. Constrúyete en el día naciente. Invéntate en el día que alumbra, tú, prisionera y sin habla, tú, solitaria, sola entre cientos, sola entre miles, entre ninguno sola, […] Invéntate distinta para que alguien te toque, para que alguien te mire. Invéntate distinta para que se acerque a sentirte respirar. Distinta…Distinta… Deja atrás las puertas confinadas y mira hacia lo lejos
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De «Textos del desalojo» (1973)
Una parte se escapa, tiembla, se curva. Una parte se desprende, se niega se respira. Una parte se presiente, se detiene a presentirse ensimismadas y a oscuras, se detienen sin saberlo, se desprende sin saberlo, se separa de otra parte, entrelazada a sí misma, a la parte que se piensa diferente y es la misma.
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De Ese oscuro animal del sueño (1991)
La casa se derrumbó. Dejó unos polvos dispersos, trozos de cemento duro. Dejó también los recuerdos por todos los sitios. Los techos que rebosaban de un agite de palomas se vinieron muy abajo. No quiero rehacer la casa, levantar nuevos muros, ni puertas, ni tejados ni una pequeña ventana por donde pasaba el mundo, ni aquel anchuroso umbral donde se alzaba el portón y yo penetraba en los días, en las noches, buscando allí mi calor. Se derrumbó la casa, una casa transparente donde el día se encendía y temblaba por la noche una densa oscuridad. Nada quedó de la casa, ni la luz en las paredes ni en el patio el resplandor. Solo el silencio recorre el vasto espacio vacío y las palabras estériles con delgados filamentos que el viento disolverá. Yo me quedaré en la intemperie mirando la niebla en los árboles hasta que llegue la muerte, una casa que alza el tiempo y nunca se derrumbará.
Bibliografía
- Ana Isabel, una niña decente (1949)
- Crónicas de las horas (1964)
- Los insulares (1972)
- París y tres recuerdos (ensayos, 1944)
- Viaje al frailejón (crónica de viaje, 1955)
- Los insulares (1964)
- Textos del desalojo (1973)
- El largo día ya seguro (relatos, 1975)
- Una plaza ocupando un espacio desconcertante (relatos, 1981)
- Multiplicada sombra (1983)
- La piedra y el espejo (1985)
- Ficciones y aflicciones (1989)
- Largo viento de memorias (1989)
- Ese oscuro animal del sueño (1991)
- Hondo temblor de lo secreto (1993)
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