Bertulia Mina Díaz

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Bertulia Mina Díaz, escritora colombiana



Biografía

Bertulia Mina Díaz es una figura notable nacida en San Esteban de Caloto, quien desde temprana edad mostró una sensibilidad especial hacia los sueños, los cuales, según se cuenta, le proporcionaron revelaciones que resultaron ser salvadoras para su familia durante momentos de violencia bipartidista en Colombia, específicamente entre 1948 y 1953. Este período tumultuoso obligó a su familia a buscar refugio en Santander de Quilichao, un municipio que se convirtió en un bastión para los desplazados.

Educada en el Instituto Técnico de Santander de Quilichao, Bertulia se destacó no solo como bachiller, sino también como modista de profesión. Sin embargo, su pasión por la escritura la llevó a incursionar en la poesía y en la creación de cuentos infantiles, así como en la narración de eventos políticos e historias ancestrales.

Entre sus obras poéticas inéditas se encuentra "Conjeturas de paz", reflejando así su compromiso con la búsqueda de la armonía y la reconciliación en medio de los conflictos que han marcado la historia de su región y su país.

En su poesía, se destaca el uso característico del ritmo anfíbraco (ta TA ta), como se puede apreciar en estrofas donde cada verso está construido sobre esta base rítmica. Esta estructura confiere a su poesía un ritmo marcado y una cadencia distintiva que resuena con la oralidad de las tradiciones afrocolombianas.

Bertulia Mina Díaz es una voz significativa en la poesía afrocolombiana, cuyas obras y contribuciones reflejan tanto su habilidad artística como su compromiso con la preservación de la memoria y la cultura de su pueblo.

El torbellino en San Nicolás

Santander de Quilichao, marzo 14 de 1990


En tiempos pasados

de algunas veredas

nunca les faltaba

músicos alegres.


Por eso las fiestas

que se organizaban

nunca aquí faltaba

alegrías tiernas.


Cuando se iniciaban

algunos festejos

siempre había

honor a los viejos.


Cuando todo mundo

se hallaba prendido

cuatro hombres hechos

bailaban torbellinos.


Si la sala es grande

son ocho parejas

y si es pequeña

solo bailan cuatro.


En aquella vez

solo dos hermanos

que allí aclamados

iniciaron el baile

con mucho fulgor.


Al estar prendidos

por tantos halagos

y con aguardiente

causándole estragos.


Giraban en ochos

aquellas parejas

hasta que chocaron

los dos sin razón.


Uno medio muerto

y el otro turulato

al que estaba privado

le hicieron de todo.

Hirvieron limones

con sal y panela

y con pipilongo

le hicieron sobones.


Fue tanta la ayuda

que no le faltó

cuando se levantó

bonita su frente quedó.


Aquel turulato

lo dejaron solo

por estar de pie

aguantándolo todo.


Cuando al otro día

todos lo miraban

sobre su frente

un tumulto tenía.


Aquel chicho gigante

no pudo ocultarlo,

creo que a la tumba

le tocó llevarlo.


La piedra de Andafiá

La piedra de Andafiá

se encuentra en Caloto,

vereda San Nicolás,

vereda negra de parientes

y quienes sabemos la historia.


Veneración le rendimos,

es grande como una casa

parada en cuatro piedritas

que parecen sus hijitas.


Cuando veo una piedra

tan grande como esta

recuerdo con alegría

a mamá Pola, mi abuela.


Ella sabía tambar

como sus antepasados

y con amor nos contaba

cada historia al recordar.


Los tambadores guardaban

con sigilo especial

debajo de piedras grandes

que nadie pudo encontrar.


Ellos tambaron, señor,

después de la esclavitud,

y sus remesas compraban

y el vuelto que les quedaba

los hizo buenos tahúres.


Jugaban cada semana

hasta que se hicieron hombres

y cada uno formó su nuevo hogar.


Piedra de recuerdos gratos

la piedra de Andá Fiá

vestida con los harapos del tiempo

aún impetuosa te yergues

en medio de matorrales y arbustos.


La casa vieja

En la casa de mi abuela

cinco familias crecieron

y cada una tuvo

alegrías que ofrecer

el modelo de cariño

que a sus hijos entregaron

se repitió cada día

en consejos como ayer.


Bailes de polca y mazurca

de torbellinos y valses

de pasillos y bambucos

van corriendo entre las venas

de sus hijos y hasta choznos.


Así fue como la danza

hizo cantantes poetas

tanto químicos, sociólogos,

enfermeras y chalanes,

artistas, técnicos,

agricultores y atletas,

y si un tonto salió

no fue por falta de ritmo

lo que de idiota sacó.


El juego también surgió

como medio de diversión

y buena historia dejó

entre mis antepasados

como el de mi bisabuela

que la jugaron, señor,

y la perdieron también.


Pero al pagarla por deuda

su coraje se subió

tomando forma de hiena

y su ofendido marido

para quedar con honor

pagó en reemplazo de ella

botella de oro en polvo.


Bibliografía

  1. Cuesta, Giomar y Ocampo, Alfredo. (2010) Antología de mujeres poetas afrocolombianas. Bogotá, Colombia: Ministerio de Cultura. 


¡Libertad... para pensar!

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