Bertulia Mina Díaz (194?)
El torbellino en San Nicolás
Santander de Quilichao, marzo 14 de 1990
En tiempos pasados
de algunas veredas
nunca les faltaba
músicos alegres.
Por eso las fiestas
que se organizaban
nunca aquí faltaba
alegrías tiernas.
Cuando se iniciaban
algunos festejos
siempre había
honor a los viejos.
Cuando todo mundo
se hallaba prendido
cuatro hombres hechos
bailaban torbellinos.
Si la sala es grande
son ocho parejas
y si es pequeña
solo bailan cuatro.
En aquella vez
solo dos hermanos
que allí aclamados
iniciaron el baile
con mucho fulgor.
Al estar prendidos
por tantos halagos
y con aguardiente
causándole estragos.
Giraban en ochos
aquellas parejas
hasta que chocaron
los dos sin razón.
Uno medio muerto
y el otro turulato
al que estaba privado
le hicieron de todo.
Hirvieron limones
con sal y panela
y con pipilongo
le hicieron sobones.
Fue tanta la ayuda
que no le faltó
cuando se levantó
bonita su frente quedó.
Aquel turulato
lo dejaron solo
por estar de pie
aguantándolo todo.
Cuando al otro día
todos lo miraban
sobre su frente
un tumulto tenía.
Aquel chicho gigante
no pudo ocultarlo,
creo que a la tumba
le tocó llevarlo.
La piedra de Andafiá
La piedra de Andafiá
se encuentra en Caloto,
vereda San Nicolás,
vereda negra de parientes
y quienes sabemos la historia.
Veneración le rendimos,
es grande como una casa
parada en cuatro piedritas
que parecen sus hijitas.
Cuando veo una piedra
tan grande como esta
recuerdo con alegría
a mamá Pola, mi abuela.
Ella sabía tambar
como sus antepasados
y con amor nos contaba
cada historia al recordar.
Los tambadores guardaban
con sigilo especial
debajo de piedras grandes
que nadie pudo encontrar.
Ellos tambaron, señor,
después de la esclavitud,
y sus remesas compraban
y el vuelto que les quedaba
los hizo buenos tahúres.
Jugaban cada semana
hasta que se hicieron hombres
y cada uno formó su nuevo hogar.
Piedra de recuerdos gratos
la piedra de Andá Fiá
vestida con los harapos del tiempo
aún impetuosa te yergues
en medio de matorrales y arbustos.
La casa vieja
En la casa de mi abuela
cinco familias crecieron
y cada una tuvo
alegrías que ofrecer
el modelo de cariño
que a sus hijos entregaron
se repitió cada día
en consejos como ayer.
Bailes de polca y mazurca
de torbellinos y valses
de pasillos y bambucos
van corriendo entre las venas
de sus hijos y hasta choznos.
Así fue como la danza
hizo cantantes poetas
tanto químicos, sociólogos,
enfermeras y chalanes,
artistas, técnicos,
agricultores y atletas,
y si un tonto salió
no fue por falta de ritmo
lo que de idiota sacó.
El juego también surgió
como medio de diversión
y buena historia dejó
entre mis antepasados
como el de mi bisabuela
que la jugaron, señor,
y la perdieron también.
Pero al pagarla por deuda
su coraje se subió
tomando forma de hiena
y su ofendido marido
para quedar con honor
pagó en reemplazo de ella
botella de oro en polvo.
Bibliografía
- Cuesta, Giomar y Ocampo, Alfredo. (2010) Antología de mujeres poetas afrocolombianas. Bogotá, Colombia: Ministerio de Cultura.
¡Libertad... para pensar!
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