Elena Facio Lince (1850)

Dominio público, Escritoras colombianas, Mujeres escritoras del siglo XIX, Elena Facio Lince,
  

Á Medellín

¡ Cuan bella estás, sentada cual sultana
Sobre el pérsico, espléndido cojín!
Y es de tus pies la lúmida peana
El más pomposo y plácido jardín.

iCuán bella estás !Del valle de las flores,
Serás siempre la Hespéride gentil:
Dante los bosques lánguidos rumores;
Frescas coronas bríndate el pensil.

¡Cuán bella estás ! Del árabe la mente
Nada tan bello acertará á soñar:
Por ti él trocara su preciado Oriente,
En ti el Edén imaginando hallar.

No envidies, no, del Yemen los jardines
Flores sin par da el valle para ti;
Tu guirnalda de pálidos jazmines
Ronda veloz el lindo colibrí.

Besan tu sien los céfiros amantes;
Ledo te arrulla el tierno ruiseñor,
Y en las fuentes los pámpanos flotantes
Dan á tu sueño mágico rumor.

Mas, ai! tan sólo con tu imagen bella
Réstame yá sin tregua delirar,
Oculta para mí, tú, como estrella
Que su disco luciente hundió en el mar.

Si no he de verte más; si un hado pérfido
¡Lejos de ti condéname á morir,
¡Que un soplo tuyo venga á mi sepulcro,
Sus pálidas violetas á entreabrir!

Á un pajarillo

Yo vi en la rama del gentil tomillo
Un pajarillo, de su nido ausente,
Con voz doliente preludiar un canto
De hondo quebranto.

«Vano es mi eterno lamentar, decía,
¡Oh, qué agonía !de mi nido amado,
Tan suspirado, me separan... ¿dónde,
Dónde se esconde?

Traigo en mi pico el grano humedecido
Al caro nido en que mis dos hijuelos,
Primeros vuelos ensayar probando,
Dejé piando.

¿Qué mano cruda me arrancó mi nido
Dulce y querido? ¿Ó huracán bravio
Llevólo al río? ¿Volveré yo á verle,
Ó he de perderle?

¿Dónde, en la noche del invierno frío,
Dulce bien mío, encontraré yo asilo
Grato y tranquilo, cual mi nido amado?
¡Ay, desdichado!

¡Cuánta es mi amarga soledad y duelo!
Qué desconsuelo! la ventura mía
Fué sólo un día... ¡Desdichada suerte!
Quiero la muerte.»

Allí en la rama se mantuvo fijo;
Dolor prolijo le quitó la vida;
Casi extinguida, con acento blando
Murió cantando.

A la querida memoria

De mi amiga Ana Rosa Rodríguez

(Dedicados al Sr. Dr. Ricardo Rodríguez)

Sufre que de mi voz eco doliente
hoi el silencio de la tumba rompa,
I que deje de mi mano en tu sepulcro
a tu virtud ofrenda, una corona.

Ai! no há mucho que tú plácida oiste
del ánjel del hogar la voz hermosa
Festiva alzarse allí, do ahora tan solo
Un himno de dolor fúnebre entona.

Sí tu vida duró lo que en el prado
Dura en pompa i verdor la fresca rosa...
Mas si el rudo huracán rompe su tallo,
Nos deja en el ambiente el puro aroma

Así de tu virtud grato un recuerdo.
De tus maigos en el alma mora:
¡Cómo olvidar tu plácida sonrida,
I que fué siempre la bondad tu norma?

Tu esposo en el dolor yace sumido,
I llanto sin cesar sus ojos brotan;
Sangre que vierte de insondable herida
I el corazón destila gota a gota.

Tu albergue, un tiempo de esperanzas nido,
Es del recuerdo la mansión ahora:
En él tus hijas, de la eterna ausencia
Las horas, ai! interminables lloran.

Lloran dolientes, sí huérfanas jimen,
I al golpe de la suerte el cuello doblan:
Tal se escuchan jemir, cuando su nido
Azota el vendabal, tiernas palomas.

Vela invisible la enlutada cuna
Donde tu hijo postrero el sueño goza,
I ese tallo jentil crezca al abrigo
Que, grato, le dará tu amante sombra.

No del cierzo letal hórrido influjo
El capullo tronchar podrá en su aurora,
Pues tu pecho por él, cual santa ejida,
De la parca fatal el hierro embota.

Llegue do yaces de mi canto el eco,
Allá, cuando en la tarde el sol trasmonta
I su faz melancólica la luna,
Sol de las tumbas, por oriente asoma...

I en el suelo natal, pronto el follaje
son risueño verdor cubra tu losa!
De la madre común oye el acento;
Sus brazos te abre yá la dulce Antioquia!

Nuestros padres allá, de paz eterna
En verjel apacible el sueño gozan...
Allí, pronto, también duerman tus restos
Del modesto ciprés bajo la sombra!
 

Bibliografía 

José Domingo Cortés. (1975)  Poetisas americanas: Ramillete poético del bello sexo hispano-americano.  Editorial Ulan Press. 

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