Leonor Blander (18??-19??)
Leonor Blander, escritora colombiana
El mendigo
Salve, ; oh sol ! yo te bendigo
En mi amarga soledad ;
Eres tú mi solo amigo,
Y conversando contigo
Siento alivio en mi orfandad.
Cuando un rayo de tu luz
Brilla en mi mansión sombría,
Y se ilumina la cruz
Donde el divino Jesús
Murió en tan dura agonía,
Yo te contemplo abismado,
Te bendigo en mi dolor;
Y aunque reptil pisoteado,
Del rico y noble ultrajado,
Me reanimo con tu ardor.
Huérfano soy y no tengo
Patria, ni amores, ni pan ;
Ignoro de dónde vengo,
Y mi existencia entretengo
Con las migas que me dan.
Haraposo y desvalido,
Sin porvenir ni bonanza,
Fétido cuerpo aterido,
De todos escarnecido,
Solo Dios es mi esperanza.
En mi lecho funerario
Pienso en ti, crece mi afán,
Y te aguardo cual canario
Que en la noche solitario
Le sorprende el huracán.
Vago triste y anhelante,
Abrumado de dolor :
Cual gusano devorante,
Me sigue cruel y punzante
Un recuerdo matador.
Del sol un rayo furtivo
Besó su pálida frente :
Sacerdote compasivo,
Tu recoges del cautivo
La última queja doliente.
De mi madre moribunda
Tendida en sucio jergón
En una cárcel inmunda,
La larga agonía profunda
Fué mi primera visión.
Guarda, llorando me dijo
Con lánguida voz ahogada,
« Guarda, mi querido hijo.
De tu madre el crucifijo,
Mi única prenda salvada.
« Y olvida, pobre inocente.
Mi negra historia sombría;
Y si llevas en tu frente
El sello del delincuente,
Guarda esta reliquia mía.
« Guárdala siempre, y olvida
Mi horrible y atroz martirio
Y la afrenta inmerecida
Que en negra hora maldecida
Manchó tu frente de lirio. »
Por eso tu Juz yo adoro,
La bendigo en mi tormento ;
Y con humildad imploro,
Bañado en amargo lloro,
Mi triste y ruin alimento.
Fanal hermoso y radiante,
Tú el universo sustentas,
Y si gimo agonizante
Bañas mi helado semblante
Y mi esperanza alimentas.
Por eso siempre bendigo
Á los que nada me dan;
Que la oración del mendigo
Detiene el justo castigo
De Dios al que niega un pan.
Soy del mundo vil gusano:
De la fortuna maldito,
Todos me esquivan su mano;
Mas de Jesús soy hermano
Y es mi reino el infinito.
De la muerte tan temible
No me espanta el ceño fiero:
Que con gozo indefinible
En la promesa infalible
De Dios mi criador espero.
Mi barquilla
Náufraga soy, y en la desierta orilla
Donde la suerte me arrojó inhumana
Sólo me queda mi feliz barquilla
Para lanzarme al piélago mañana.
En ella surcare los anchos mares,
Los abismos y escollos salvaré,
Y si alivio no encuentro á mis pesares
Abrazada con ella me hundiré.
i Santa barquilla, religión divina!
En el revuelto mar de mi existencia
Tú eres la sola luz que me ilumina,
Tú eres mi bien, mi poderosa ciencia ;
Tú eres la sola y única esperanza
Que alienta al corazón desfallecido,
Cuando del mundo en la terrible danza
El pecho exhala su postrer gemido.
Bibliografía
José Domingo Cortés. (1975) Poetisas americanas: Ramillete poético del bello sexo hispano-americano. Editorial Ulan Press.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar, tus palabras me permitirán vislumbrar otras opciones de interpretación y comprensión de este universo.