Mary Grueso Romero (1947)
Algunos poemas
Negra soy
¿Por qué me dicen morena?
Si moreno no es color,
yo tengo una raza que es negra
y negra me hizo Dios.
Y otros arreglan el cuento
diciéndome de color
dizque pa’ endúlzame la cosa
y que no me ofenda yo.
Yo tengo mi raza pura
y de ella orgullosa estoy,
de mis ancestros africanos
y del sonar del tambó.
Yo vengo de una raza que tiene
una historia pa’ contá
que rompiendo sus cadenas
alcanzó la libertá.
A sangre y fuego rompieron,
las cadenas de opresión,
y ese yugo esclavista
que por siglos nos aplastó.
La sangre en mi cuerpo
se empieza a desbocá,
se me sube a la cabeza
y comienza a protestá.
Yo soy negra como la noche,
como el carbón mineral,
como las entrañas de la tierra
y como el oscuro pedernal.
Así que no disimulen
llamándome de color,
diciéndome morena,
porque negra es que soy yo.
Contando el cuento
Soy mareña
y lo seguiré siendo
mientras aiga peje,
mientras aiga río,
mientras aiga mar
y aún pueda soñá
pescá y amá.
Mientras al bogá
en la inmensidá
mi sudor es mar,
mi sonrisa río,
y cuando yo muera
quiero que coloquen
una enorme ola
para en las noches de luna
salí a navegá
con mi sombrero
‘e tetera
canalete y banquetá.
Hecho mi canoa
y empiezo a bogá
cantando canciones
que llegan al alma
de un pasado de angustia
que no volverá.
Y seguiré cantando
canciones muy tristes
que me enseñó mi agüela
de príncipes negros
traídos de África
vendidos en el mercado
como negros sin casta.
Y yo cuento a mis hijos
y también a mis nietos
para que ellos a su vez
lo sigan contando
a travé del tiempo
y la historia siga
por todos los siglos
y nunca morirá,
porque se volvió mito
la mujer que enterraron
en una inmensa ola
a la orilla del mar.
Naufragio de tambores
En mi sangre de mujer negra
hay tambores que sollozan
con rumor de litorales,
naufragio de marimba
en los esteros de la manglaria.
Oigo sonar el guasá
con sonidos incitantes,
y siento un clamor en el cuerpo
que me recorre hasta el alma
cuando me llama de adentro,
de las profundas entrañas,
los gritos de mis ancestros
formando tempestades
en mi corazón y mi sangre.
Entonces se encienden hogueras
en mi ánfora pagana
y me muevo como palmera
cuando el viento la reclama.
Son tambores navegantes
desde los estuarios de África
que navegan en la orilla oscura de mi sangre.
Zumbo zurungo
Cuando se habla de manigua,
de mina, manglar y son,
esclavo, negro y negrero,
de África viene el clamor.
Palabras que se repiten
por el viento en los esteros:
timba marimba simbra,
los cununos de la negra.
Manambá mandinga singa
guasá cununo y tambó,
pescando en los esteros
el negro se enfermó.
Cuzumbo zumbo zurungo
palabras amargas son,
pronuncia el negro coplero
ardido de fiebre y sudor,
delirando por la malaria
que en los raiceros pescó;
no pescó más que miseria
enfermedad y dolor.
Y se murió como vino
el negro con su pregón.
Esclavo negro y negrero,
de África viene el clamor.
Cuzumbo zumbo zurungo
palabras amargas son.
Niño Dios bendito
Arrullo
Niño Dios bendito
te venimos a arrullar
pa’ que en la tierra
siempre haya paz.
Con tambores y maracas
te venimos a cantá
que abogues por los negros
de este litoral.
Las pastoras silenciosas
un canto van a entonar
pa’ pedirle que en los hombres
haya amor y haya paz.
Un niño Dios negrito
no lo han podido pintá
porque Dios dizque no es negro
y el color lo ofenderá.
Arrullando y arrullando
las pastoras arrullarán
al Niño Dios bendito
de Belén a Bogotá.
Dingo, dingo, dingo
Chigüalo
Dingo, dingo, dingo,
dingo, dingo don.
Esa pepa se ha perdido
y no la encuentro yo.
Cojamos la pepa,
la pepa de agüelpan,
hagamos una rueda
y empecemos a danzar.
Detrás de la mano
la vamos a guardar
y quien lo encuentre
lo achigualará.
Está amortajado,
está listo ya,
un coro de ángeles
se lo llevará.
Dingo dindo dingo,
dingo dingo da,
ábreme esa mano
que allí la pepa está.
Orishas
Estoy tras los caminos
de mi identidad
buscando las huellas
de mis ancestros.
El carimba me habla de África
y después perdí el rastro
cuando las olas despeinadas
fueron tocadas en los mares
por la mano azul del viento
No sé de dónde vengo,
si de Ghana, Angola o Argelia
de Malí de Zimbawe o Etiopía
sólo sé, que busco en los mapas
cuál es el origen mío.
Invoqué a los orishas
con el conjuro de mi sangre negra
y el humo del silencio
y en un rumor de tambores dum, dom, dum
se escuchan los ritmos ancestrales
de mágico ritual.
En una noche estrellada
de misterio, liturgia y festín
apareció Yemayá
la diosa de los mares
me ungió con agua salada
y emergí como un volcán
frente a Changó, Oshun, Abatalá
Oxulá, Elegua, Alofi
Omolú, Oba, Yanzá.
Cuando los ancestros llaman
En un reino africano
entregándome los poderes
para convertirme en una diosa más
y en medio de ese ceremonial
me dieron el poder de la palabra,
para viajar en el tiempo
y así convertirme
por siempre y para siempre
en una fiel exponente
de la cultura negra.
Voz ancestral
Siento que mi corazón es una marimba
que no hace más que tocar melodías al alma
el currulao me mueve los pies
y una y otra vez oigo muy cerca
el sonido del guasá repicando en mí
y el bombo me llama desde el otro mar
con voz melancólica pregonando equidad.
La sangre corre
formando un concierto en mi interior
y de pronto, mi boca empieza a lactar
palabra tras palabra
de un canto ancestral.
¡Levántate negra!
Me ordena una voz
desde lo más profundo de mi interior
¿No oíste la marimba?
¿Ni tampoco el guasá?
¿El cununo no te vino a invitar?
¿El bombo pregonero no oíste sonar?
No te hagas la sorda al llamado ancestral.
¡Vamos!, levanta esa frente
y exige al mundo que haya equidad.
Cuando los ancestros llaman.
Naufragio de tambores
En mi sangre de mujer negra
hay tambores que sollozan
con rumor de litorales,
naufragio de marimba
en los esteros de la manglaria.
Oigo sonar el guasá
con sonidos incitantes,
y siento un clamor en el cuerpo
que me recorre hasta el alma
cuando me llaman de adentro,
de las profundas entrañas,
los gritos de mis ancestros
formando tempestades
en mi corazón y en mi sangre.
Entonces se encienden hogueras
en mi ánfora pagana
y me muevo como palmera
cuando el viento la reclama.
Son tambores navegantes
desde los estuarios de África
que navegan en la orilla oscura de mi carne.
Bibliografía
- Grueso Romero, Mary. Cuando los ancestros llaman : poesía afrocolombiana / Mary Grueso Romero.– Popayán : Universidad del Cauca. Sello Editorial, 2015.
- Cuesta, Giomar y Ocampo, Alfredo. (2010) Antología de mujeres poetas afrocolombianas. Bogotá, Colombia: Ministerio de Cultura.
- ¡Negras Somos!: Antología de 21 Mujeres Poetas Afrocolombianas de la Región Pacifica/ Compiladores Guiomar Cuesta Escobar, Alfredo Ocampo Zamorano. Santiago de Cali. Programa Editorial Universidad del Valle, 2008.
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