Astrid Lander (1962)
Breve reseña biográfica
Nació en Caracas en 1962. Es Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Simultáneamente, estudio Licenciatura en Artes, mención Cine, en la misma universidad. Cursó el Taller anual de Poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos en 1991 y 1992.
Sus primeros poemarios fueron premiados. La distancia por dentro. Primer premio Ramón Palomares 1994 y Azul Lejos, primer premio Lucila Palacios 1997.
Su tercer poemario Se Es. Poemas Novelados, es publicados en Santo Domingo, República Dominicana en 1999. En el 2006 publica una Antología de Versos de Poetisas Venezolanas.
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Me desafió la perversidad de la distancia.
Me abstenido al ardor.
Adormecer la urgencia del cuerpo.
avivar el coraje para desvanecerte
Como fuego cruzado.
En las salas de espera enloquezco.
Si pudiera adelantarme
Traspasar como una heroína
poseer honorable
El poder de alcanzarte.
Hay que apalear la frialdad nevosa
agolpar como un gong
como un corno de guerra
y no la parálisis alarmante
este derrumbe tapiado.
Éxodo
Qué desamparo
quedar varado
ante el desconocimiento
y la equivocación.
Caminas
imantada
al éxodo
de la paz prometida.
Escalas como cabra
leguas empedradas
molinos y viento, molinos y viento.
Crees dichosa que el Camino te sanará.
Y pagas, pagas por el minuto de olvido
oculto a la vista.
Cruel saber la ignorancia.
La Resistencia
En la subida se arrastra el cuerpo
En el descenso se sostiene el alma.
Mientras más empinado el ascenso
simétrica la bajada.
Ante tal proeza
sólo cabe el despojo
plegarse
y aceptar.
Los sentimientos son una sentencia.
AzuL ejos *
Repito mentiras.
Mi no sé qué vivir.
Mísero pálpito al inicio del peldaño.
La altura no es el mirador perfecto.
La distancia aparece
en viejas estaciones de trenes
bancos de espera rasguñados
con su madera endurecida al ansia.
Partir acusa el cansancio
de lugares donde no se halló el oráculo.
Estoy lejos, más lejos, de una casa sólida.
El árbol de la ventana cesa las estaciones.
Esqueleto de árbol.
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Darle cabida al recuerdo en polvaredas.
Escondemos el triciclo en el desván
ocultando que se ha achicado.
El pasado cumple y se estaciona
como un sol de medianoche.
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Un piano, un sofá francés, ánforas de plata
rebasan la materialidad.
El mismo gesto, la misma manía
hace la cuenta.
Cuartos clausurados
habitábamos
embalsamados.
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Reconocerme
en el desfile minucioso de las hormigas.
Escucho mi voz aniñada
en otro idioma.
Años ha sin venir
la plaza puntual.
Reaparezco anacrónica
como si el fin no venciese.
Consumar lo incumplido
antes que agonice.
* Tomado del poemario AzuL ejos, de Astrid Lander.
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