Mercedes Mejía Meléndez

Escritoras colombianas, Mercedes Mejía Meléndez, Mujeres escritoras del siglo XX, Derechos reservados,
Mercedes Mejía Meléndez, escritora colombiana
 

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Paz

Tal vez lo monstruoso

sólo es lo desvalido

que busca nuestro abrazo.

R. M. Rilke


Amanece en el Valle

esta luz que se estrena

de un sol desconocido

a la tarda esperanza.


¿Será posible el sosiego

del corazón que abriga los perdones?


Ahora atisba con esmero

la mirada a los ojos

y el abandono de las almenas

para caminar a ras de otros.


Se aprende

ese sabio sentir

de víctima creyente

que abraza al asesino

como a un semejante.


No es fácil caminar

sobre un filo sangrante,

encoger los recuerdos

y volver a ser niño

en la confianza.


Hay que limpiar, recoger

sembrar de nuevo

y dejar que la lágrima

hecha nube

sólo alimente el mar.


Nueva labranza es la paz

anuncio de pan fresco

en la alborada.


Más allá del olvido

Mas lo mortífero, lo pavoroso

¿cómo lo acoges en ti, cómo lo soportas?

- Yo celebro.

R. M. Rilke


Una niña ve con horror

rodar cuerpos

desde la volqueta levantada.


Esa imagen

será indeleble en su vida

más allá del último árbol.


En el recuerdo

la cabeza de Raúl

destrozada de un disparo

y el propio odio que no sana.


O el encierro

en el fuego de Bojayá

que quema aún

y que arderá por siempre.


Sin embargo,

una mujer planta semillas

en la tierra

y las lombrices le enseñan

el aire en túneles

para abonar, fecundas

la cosecha.


El dolor no es en vano.

Después de las cenizas,

naranjales.


Cada cuerpo volcado

cada disparo

cada fuego obligado

se vuelve fibra y nervio,

reciedumbre.


No es jamás el olvido.

Es honrar en la memoria

lo perdido.


Escaparate

El armario está lleno de lienzos.

Hay incluso rayos de luna que puedo desdoblar.

Andrè Breton


Escaparate olor de madera.

Adivino naftalina en tu interior.

¿Qué guardas?


¿Escarcelas

esquelas perfumadas

una escopeta vieja

un gabán

libros quizás

un pañuelo bordado por la abuela?


Presencia sustantiva de roble en el salón.

Tu llave en el ojo de la cerradura

me invita a asomarme adentro

donde espero encontrar

voces antiguas

de hospitalidad.


Cabo de la Vela

...Tendida en el estío

bajo el cielo alhajado.

Meira Delmar - Inmigrantes


No quedaba en el cielo

un espacio

sin estrellas.

Sonreían

a borbotones

sobre la arena

del Cabo.


Las palabras

habrían ofendido

el momento.


En silencio

nos miramos

y entendimos.


La hamaca

bajo el cielo sagrado

es el observatorio

Wayuu.


Creciente

El ser consagrado al agua

es un ser en el vértigo.

Gastón Bachelard – El agua y los sueños


En frágil tiempo

bramantes

confluyen.

Se juntan todas las aguas

para negar el vado.


Los viajeros

agarrados de las manos

intentan el camino;

confían en el peso de la carga

sobre sus espaldas

para sembrar firme el paso.


Mas la fuerza que levanta

sus plantas

del lecho de la orilla

les advierte...

y los devuelve

temblando

del suicidio.


Destino

“Soy un gavilán sobre el acantilado”

Canción de Amergin

de un antiguo calendario celta

Robert Graves – La Dama Blanca


Ella dijo:


Soy madrevieja

que resguarda pájaros.


Soy cortina descorrida

para revelar misterios.


Soy viñedo podado

promesa de vendimia.


¿Quién si no yo

destino de linterna

para la oscuridad de pasos vacilantes?


Sobreviviente

Dolida.

Vapuleada.

Le dieron de palos

en el alma.


Se levantó.


Secó la sal de sus párpados.

Enderezó su espalda

y alisó los pliegues

lo mejor que pudo.


Un poco maltrecha

encontró la fuerza

de lo que no le arrebataron:

su dignidad.


Con ella anda.


Requiem por Ewapa*

Ewapa

madre nukak

me inclino para honrarte

y me acongoja la vergüenza

de tu cuerpo sepultado

fuera de tu morada primigenia

fuera de tu selva.


No elegiste barbasquiarte

envenenarte con las plantas

de la muerte-.

Dadora de vida,

te recogiste en el dolor

y no probaste el alimento regalado,

ciego de ti.


¿Cómo cambiar los frutos

tomados de los árboles,

de la hojarasca o del suelo nutricio

o las carnes de las jornadas de caza

de los hombres Makú?


¿Cómo cambiar las cáscaras, pieles vivas,

por la hojalata enviada

para sobrevivir al exilio?


¿Cómo cambiar los pasos nómadas

por la inmovilidad

y los rituales cotidianos,

por ver pasar los días

entre paredes?


¿Cómo cambiar la humedad que se respira la frecuencia familiar

la algarabía de los pájaros

el zumbido de los insectos

el crujir de los árboles

y el deslizar de las serpientes

por la estridencia

y los ecos que retumban

desde altoparlantes y aceros?


De nuevo me inclino

y grito desde aquí con Eiobani – el hijo -

le hablo a la Maceiba,

ella avisa ahora a los hermanos:


Ewapa ya no está.


Libertad

y esencia silvestre nukak.

Silencio.


Shhh…

Ee waaa paaa !!


*Ewapa de 76 años, falleció de paludismo y desnutrición. Dicen que se había resistido a vivir lejos de la selva y no comía los alimentos que le enviaban.

El Tiempo, Luís Noe Ochoa, abril 8 de 2008


Mango maduro

Las caras

untadas hasta las narices

de ungüento deleitoso

y esencia de algazara.


Las manos pegajosas

y la risa cómplice

de un placer redivivo.


La lluvia, de repente

lavó el vestigio

de la niñez recuperada

por un instante

en el árbol.


Pero la huella del gusto

aún perdura

en la boca.





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