Decir un nombre
Imagen de Analogicus en Pixabay
Llevar en nuestra piel
el nombre impreso.
Sentir como sus letras
forman grietas
y roban a la historia nervaduras.
Saber que el nombre pesa,
en el fango que la vida nos arroja.
Caminar su extensión,
medir su altura,
y probar el sabor de algún desaire.
Cargar el nombre a cuestas,
nombre lastre,
nombre insignia
o nombre sepultura.
¡Libertad... para pensar!
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